Por Carolina de Assis
El 21 de julio, la periodista mexicana Laura Castellanos fue anunciada como una de las galardonadas con el Premio Maria Moors Cabot 2022, otorgado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, para reconocer a periodistas y medios de comunicación “por su excelencia profesional y por fomentar un mayor entendimiento interamericano”.
Creado en 1938, el Cabot es el premio internacional de periodismo más antiguo del mundo, y destacó a Castellanos como “una de las periodistas independientes más importantes de México y [que] ha producido constantemente un excelente trabajo que demuestra su compromiso con la verdad y su talento para el reportaje en profundidad”, de acuerdo con el anuncio oficial. “El jurado de los [premios] María Moors Cabot honra a Laura Castellanos como ejemplo de reportera valiente que continúa realizando su extraordinario trabajo haciendo frente a la adversidad y a la violencia”.
La distinción marca los 30 años de carrera de Castellanos, una periodista feminista comprometida con la investigación de la violencia estructural en México. Sus trabajos amplían la visión de este fenómeno más allá de las narrativas sobre el narcotráfico. También implican al Estado y a los agentes privados en la perpetuación de las violaciones e injusticias contra las poblaciones más vulnerables del país. Entre sus investigaciones publicadas en libros se encuentran “México Armado 1943-1981” (2007) y “Crónica de un país embozado 1994-2018” (2018).
También es autora de “La marcha del terremoto feminista: historia ilustrada del patriarcado en México” (2022) y es una de las colaboradoras de la colección “Mexicanas en pie de lucha” (2022), dos obras que abordan las luchas de las mujeres por la dignidad y los derechos en el país. “Es trascendental que el periodismo latinoamericano tome conciencia de su responsabilidad de cubrir, con una perspectiva feminista, la crisis civilizatoria y planetaria que desgarra a la región, y las expresiones de protesta que la enfrentan”, dijo en entrevista con LatAm Journalism Review (LJR) como parte de la serie “5 preguntas”.
Castellanos es también una de las cofundadoras del colectivo periodístico Reporteras en Guardia, que se formó en 2018 y creó el memorial en línea Matar a Nadie para honrar la memoria de los periodistas asesinados o desaparecidos en México desde el año 2000. En su opinión, “el presidente Andrés Manuel López Obrador ha actuado con indolencia ante el aumento de asesinatos de colegas” – en lo que va de 2022, ya son 13 periodistas asesinados en el país.
A continuación la entrevista completa con Castellanos, quien también ofrece consejos a los periodistas independientes de la región: “Los abrazos colectivos son la mejor manera de navegar en la tormenta”.
LJR: ¿Por qué, hace 30 años, decidiste dedicarte al periodismo? ¿Y por qué sigues eligiendo el periodismo, incluso en un contexto de extrema violencia como el de México?
Laura Castellanos (LC): Elegí el periodismo porque me pareció un desafío formidable aprender a escuchar, investigar y narrar. Estudié Comunicación Social en una universidad pública de México, la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco (UACM-X) y es conocida por su línea de pensamiento crítico. En la carrera aprendí una tesis que me marcó: el periodismo debe ser una herramienta de transformación social. En 30 años de labor independiente he constatado la evolución de la violencia estructural en el país y la importancia de que haya un periodismo crítico que garantice el derecho a la información y a la libertad de expresión. El país acumula una carga histórica de impunidad y corrupción. Hoy vive una crisis humanitaria alarmante provocada por la estrategia de seguridad militarizada, instaurada hace 15 años, que ha provocado una espiral de más de 100 mil casos de desaparición y 250 mil de muertes violentas. México es mi casa, me duele mi país. Sigo haciendo periodismo porque así me sumo al caudal de periodistas con pensamiento crítico que buscamos informar y dar elementos de comprensión a la sociedad sobre cómo arribamos a esta crisis humanitaria para no seguirla ahondando.
LJR: Te declaras periodista feminista y tienes trabajos dedicados a la lucha de las mujeres en México. ¿Qué significado e importancia tiene llamarse feminista siendo periodista?
LC: Me he declarado abiertamente periodista feminista porque no creo en el periodismo objetivo. Creo, como una vez le escuché decir a la periodista Rosa Rojas, en el periodismo subjetivo pero ético. Y subjetivamente elijo recoger las voces de las poblaciones vulnerables (mujeres, infancias, juventudes, pueblos originarios, migrantes, personas del amplio abanico de diversidad sexual y de identidad de género), lo que no quiere decir que las voy a hacer mártires o que en mi reporteo voy a excluir las voces del orden social dominante. Simplemente voy a recoger las voces históricamente silenciadas. Tener una perspectiva feminista me ha clarificado cómo funcionan los mecanismos de la violencia patriarcal y ha nutrido mi mirada en los procesos de investigación y análisis.
LJR: En ese sentido, ¿cuál consideras que es el papel del periodismo en la lucha por la justicia de género en América Latina?
LC: Es trascendental que el periodismo latinoamericano esté consciente de su responsabilidad al cubrir con perspectiva feminista la crisis civilizatoria y planetaria que desgarra la región, y las expresiones contestatarias que las confrontan. Eso ha sido muy evidente en México, pues el aumento de las violencias machistas durante la pandemia (desempleo laboral, violencia familiar, asesinatos, feminicidios, desapariciones, impunidad judicial) detonaron un movimiento insurreccional inédito de mujeres jóvenes que protestaron en los espacios públicos por las omisiones del aparato de Estado y las coberturas periodísticas sensacionalistas. Los medios de comunicación nacionales exponían imágenes brutales de víctimas de feminicidios e información ministerial personal de sobrevivientes de violencia sexual. En una ocasión las manifestantes, furiosas, quemaron un transporte de un periódico nacional. Las protestas en los espacios públicos y las redes sociales por tales coberturas provocaron una mayor sensibilización en los medios de comunicación, algunos crearon consejos editoriales con perspectiva feminista y han ido registrando de forma más empática y humana la profundización de las injusticias de género. Falta por andar, pero han hecho un gran avance. Hacia allá tendríamos que caminar los medios de comunicación y el gremio periodístico latinoamericano si queremos contribuir a que haya una sociedad en la que las poblaciones vulnerables vivan sin ser violentadas.
LJR: Eres cofundadora del colectivo Reporteras en Guardia y pusiste en marcha el proyecto Matar a Nadie en 2018, justo antes de que Andrés Manuel López Obrador tomara posesión como presidente de México. ¿Cómo valoras la situación de los periodistas en el país en estos últimos cuatro años?
LC: México es hoy el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo según Reporteros sin Fronteras. El riesgo mayor lo tienen quienes laboran en los estados y sobre todo en los pequeños municipios azotados por la violencia organizada. El presidente Andrés Manuel López Obrador ha actuado con indolencia ante el aumento de asesinatos de colegas. El primer semestre de 2022 se han registrado 12 casos, entre estos los de 3 mujeres [el 5 de agosto, la cifra de periodistas asesinados en el país en 2022 ya llegaba a 13]. Él ha estigmatizado a la prensa crítica e independiente, lo que ha creado un clima hostil contra quienes no son sus incondicionales y sus riesgos han aumentado. Lamentablemente esta actitud polarizadora está siendo replicada por otros gobernantes dentro del país y en Latinoamérica como sucede con Nayib Bukele en El Salvador.
LJR: La precariedad de la profesión es una tendencia en la región, con condiciones de trabajo extremas, largas jornadas y bajos salarios. Como periodista independiente, ¿qué consejo darías a otros periodistas para que puedan tener éxito en su trabajo y mantenerse económicamente?
LC: Vivimos un momento muy agudo de precariedad, sobre todo para quienes somos periodistas independientes. La pandemia agravó la crisis que ya presentaban los medios de comunicación y me temo que aún no terminamos de atestiguar su saldo final. En un mundo convulsionado los temas interesantes a cubrir abundan, pero el desafío es aprender a definir ángulos periodísticos potentes, reportearlos bien antes de proponerlos, tener clara una estrategia de cobertura y bien esbozado un presupuesto de gastos. Las empresas deben cubrir los viáticos, pero cuando esto no es posible una alternativa puede ser realizar coberturas colectivas para potencializar tiempo y gastos. La dinámica de la comunicación virtual por la pandemia también nos ha posibilitado hacer parte del trabajo a la distancia cuando no podamos hacerlo de forma presencial. Siendo realistas, también hay que tener apertura para entrar y salir del oficio cuando debemos buscar o combinar otras formas de ingreso. Y es fundamental crear retículas solidarias entre colegas, circular tips de posibles colaboraciones, tener protocolos de seguridad para monitorearnos y protegernos, acompañarnos, escucharnos. Los abrazos colectivos son la mejor forma de navegar en la tormenta.
México
Latam journalism Review