Buenos Aires, Argentina.- Nada más oportuno que el festejo anual del Día del Periodista, cada 7 de junio, para recordar el surgimiento de La Gazeta de Buenos Aires, el órgano informativo de la Primera Junta de Gobierno patrio en el comienzo del derrotero revolucionario que conduciría a la declaración de la independencia, seis años después.
Mariano Moreno, justo es reiterarlo, fundó dicho periódico con la finalidad de dar cuenta a la población de Buenos Aires de los acontecimientos que iban marcando el rumbo impuesto por la Primera Junta de gobierno. Una inquietud loable, tanto de Moreno como del resto de los patriotas de entonces, que vencieron diferencias puntuales para centrarse en un objetivo común: el avance hacia la libertad en estas tierras.
Pero, lo de Moreno no era sólo el intento de montar un simple órgano informativo: “El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes”, señalaba el prócer como respuesta al clamor previo al pronunciamiento republicano del 25 de Mayo de 1810. Desde su aparición, La Gazeta debía informar, sobre todo, con veracidad.
Aquella voz pionera de hace 213 años debería resonar con mucha fuerza en los tiempos actuales que vive la Argentina, en los que el periodismo debe hacer frente a numerosas alteraciones de su quehacer a favor sólo de la verdad.
Abunda la información engañosa y direccionada a través de las redes sociales. Las redes son un indudable adelanto tecnológico, pero su uso muchas veces distorsionado desde el punto de vista informativo sólo sirve para opacar la tarea de los medios periodísticos tradicionales y de sus periodistas, que mayoritariamente pretenden imponer su vocación sobre los intereses o las tendencias engañosas.
La labor seria de la prensa siempre es el pilar de la libertad de expresión y, por lo tanto, de la institucionalidad. Y la profesionalidad de cada periodista es la base de sustentación de las empresas serias en el rubro. Es por ello que la prensa idónea sirve de contrapeso cuando las oscuras tramas de la política pretenden esconderse a las sombras del poder.
Es así como en los tiempos actuales la honestidad e idoneidad periodísticas son puestas a prueba en forma constante. Desentrañar las tramas de corrupción enquistadas en los círculos de influencia es uno de los mayores méritos de las actuales generaciones de profesionales de la información y de los medios que los apoyaron y avalaron en sus investigaciones.
A ello se suma otro mal de nuestros tiempos: la delincuencia surgida al amparo del narcotráfico. Se trata de una oscura trama que acecha en varios puntos, pero que tiene su epicentro de Rosario, Santa Fe, donde los asesinatos y hechos de violencia en general han alcanzado récords y límites inimaginables. El delito narco ya ha sumado entre sus objetivos a periodistas y medios por el hecho de pretender desentrañar las causas de semejante flagelo, al que la política pareciera no querer ponerle freno. Otro mérito para los profesionales de la información.
Aquí, y en cualquier rincón del mundo, el periodismo es fruto de una labor totalmente vocacional, basada en principios. Cualidades en las que se debe sustentar la noble labor de informar y orientar a la ciudadanía: por el camino del bien común.
LOS ANDES