La vicepresidenta de Reporteros Sin Fronteras y moderadora, Edith Rodríguez Cachera, abrió el acto poniendo el foco en la dramática situación que viven los periodistas en Gaza, donde han muerto 41 profesionales de los medios desde que, el 7 de octubre, se produjese el atentado de Hamas y comenzase la respuesta israelí contra Gaza.
La jornada comenzó con la proyección del documental «Regreso a Raqqa» (2022), dirigido por Albert Solé y Raúl Cuevas. Posteriormente, Marc Marginedas, periodista de conflictos víctima de secuestro por parte del Estado Islámico en 2013 y Khadija Amin, presentadora de la televisión afgana exiliada en España, debatieron sobre la huella emocional del sufrimiento en las coberturas con los profesionales Ángel Fernández y Gonzalo Jiménez, psicólogos y fundadores de Grupo Laberinto.
El largometraje es un relato fidedigno que evidencia la vulnerable posición de los periodistas en los conflictos, utilizados como monedas de cambio, que se convierten en víctimas de las guerras que cubren. A esta vulnerabilidad, se suma el trauma que supone 6 meses de secuestro, la incertidumbre de saber si se saldrá con vida, el daño y las torturas físicas y psicológicas; además del regreso a la vida cotidiana: “Me daba miedo que el Marc Marginedas secuestrado se comiera al periodista y no poder ejercer más mi profesión”, afirmó el reportero de El Periódico de Catalunya.
El desafío emocional de Khadija Amín no consistió en un cautiverio con nombres y rostro, sino en su propio país, Afganistán, y las adversidades que supuso ejercer su profesión como mujer en uno de los países más opresores para ello. Decidió empezar a estudiar la carrera de periodismo sin la aprobación de su familia, pero sentía la necesidad de informar sobre las injusticias de su país, principalmente las que viven las mujeres.
Durante sus reportajes en la televisión afgana pudo comprobar cómo cada día el trabajo era más duro: “En Afganistán trabajaba con la incertidumbre de no saber si volvería a casa con vida” aseguró Khadija Amin. Tras la toma de Kabul por parte de los talibanes en 2021, tuvo que dejar su vida atrás y empezar de cero en un país totalmente distinto: “En España la imagen que le daba a la gente es que podía con todo, pero no, a veces no puedo aguantar. Es necesario hablar de ello para ayudar a otras personas.”
Los psicólogos Ángel Fernández y Gonzalo Jiménez, recalcaron la importancia de los límites que un periodista de guerra debe poner a uno mismo, escuchando su cuerpo y reconociendo los síntomas que éste nos da: “El sentimiento de deber moral como periodista, de ser la voz de las voces, no es incompatible con la autoprotección y cuidado de uno mismo». Además, recordaron el valor esencial que el apoyo social y psicoterapéutico tienen en el proceso de sanación.
La salud mental es un tema que afecta a todos los profesionales de la información, más todavía en los contextos de conflicto. Los participantes pudieron debatir y aprender sobre aspectos como el impacto psicológico de la falta de libertad, la persecución, la amenaza de la propia vida, así como las consecuencias del exilio y el desarraigo.
El acto supuso un espacio de diálogo y encuentro entre periodistas y psicólogos comprometidos con la salud mental de los profesionales de la información, que recuerda en el contexto actual la necesidad de socorrer y apoyar a los compañeros de la profesión.
RSF