No ha tenido un fuerte eco el meritorio reportaje publicado por el medio oficialista Bohemia el pasado miércoles sobre el aumento –real y percibido– de la violencia en Cuba, aunque pudo haber influido que ese día la página, como las de Guerrillero y Girón, estuvo caída. Resulta, sin embargo, de interés releerlo hoy junto con el artículo de opinión que ha suscitado alabándolo, escrito por el ex espía y periodista jubilado Manuel David Orrio del Rosario, titulado Cuba, Bohemia, el delito y «salvar la honrilla en un clavo ardiendo».
En el texto, publicado este lunes por el medio de izquierda anticapitalista Kaosenlared se hace una crítica demoledora al Gobierno cubano, su falta de transparencia en los datos y su gestión de la información, rematando con una enmienda a la totalidad al régimen, al que llega a calificar de «modelo sociopolítico agotado».
Para llegar a este punto hay que retroceder al miércoles, cuando Bohemia publica Violencia social en Cuba: Entre la realidad y la idea. El medio oficialista elaboró una encuesta «no representativa» realizada en plataformas digitales en la que un 92,4% de participantes consideró que la violencia ha aumentado mucho. Además, el 42% declaró haber tenido conocimiento de 10 o más delitos violentos en el último medio año y casi la mitad afirmó que un familiar directo o persona cercana fue víctima de alguno de estos hechos.
Un tercio de los afectados no denuncia el delito del que fueron víctimas, pero entre quienes lo hicieron, el 73% no obtuvo solución
Otras dos respuestas son reveladoras sobre la actuación de las autoridades: un tercio de los afectados no denuncia el delito del que fueron víctimas, pero entre quienes lo hicieron, el 73% no obtuvo solución.
Bohemia ha consultado a expertos, recordado casos reales y cotejado datos oficiales para exhibir el panorama actual. Su conclusión es que el aumento de la percepción de la criminalidad es real, aunque también estimulado por las redes sociales y la prensa independiente, que a veces no ofrecen información verídica, ya sea de manera intencional o, sencillamente, porque no cuenta con todos los datos. El medio admite que hay un «trasfondo económico-social que incide en la aparición de vulnerabilidades, desigualdades, en la pérdida de valores y de mecanismos de solución de conflictos que a la postre generan mayor criminalidad».
Bohemia cree que hay una falta de información que provoca insatisfacción en la población. «Esa insuficiencia no desaparece, se redirige hacia diversos canales alternativos de comunicación», advierte el texto, para quien las escasas veces que se aclara un suceso desde los medios oficiales, la respuesta es tardía. La nota repasa algunos datos ofrecidos recientemente por las autoridades, desde el nivel de esclarecimiento al aumento generalizado de la delincuencia.
También hace hincapié en los casos de violencia machista, que cuentan con un evidente subregistro respecto a los feminicidios documentados por los medios independientes y las plataformas feministas. El antropólogo Pablo Rodríguez Ruiz, cuatro veces premiado por la Academia de Ciencias de Cuba, llama la atención sobre el hecho de que las estadísticas oficiales disponibles están cojas por la falta de denuncias. También sale a relucir en el texto que, en el ámbito de los asaltos, robos con fuerza, hurtos, agresiones o amenazas, hay un gran vacío por el propio temor de las víctimas a acudir a las autoridades, así como la desconfianza de que sirva de algo.
Expertos en derecho consultados también abordan en el artículo la importancia de la prevención del delito y en cómo influye la crisis económica en la reinserción y en la salida de un círculo vicioso de violencia y marginalidad.
Según las estadísticas de Bohemia, el 84% de los consultados han cambiado sus rutinas por temor a la inseguridad que percibe, lo que se traduce en menos salidas a la calle –especialmente en horario nocturno–, llevar más escondidos los objetos de valor si deciden sacarlos, evitar el dinero en efectivo y aferrarse a los efectos personales en el transporte público.
«No es la primera vez que, en un clima de censura burocrática bien ajena a lo esperable en un proyecto socialista como el cubano, Bohemia ‘salva la honrilla en el clavo ardiendo’ de la prensa criolla con un excelente reportaje de investigación que, en las circunstancias censoras concretas, ‘llega hasta donde puede… y un poquito más'», escribe Orrio del Rosario en el texto divulgado por Kaosenlared.
El artículo no solo glosa los datos fundamentales de la nota de Bohemia, aporta otros que no pueden dejarse de lado. Entre ellos, la feroz crítica a una realidad: «Los anuarios estadísticos de Cuba no brindan números sobre la comisión de delitos desde ¡1975!, ni sobre su esclarecimiento, ni sobre la población penal», lamenta. Otro, significativo, es que Cuba, con 510 presos por cada 100.000 habitantes ocupa el quinto lugar entre los países con más población reclusa.
Orrio del Rosario no escatima en elogios hacia la revista por su labor de transparencia y se muestra implacable con la actitud del Gobierno
Orrio del Rosario no escatima en elogios hacia la revista por su labor de transparencia y se muestra implacable con la actitud del Gobierno. «¿Cómo se explica semejante enajenación del derecho del público a saber? ¿Qué relación tiene la muy justificada necesidad de proteger informaciones oficiales ante la brutalidad de las medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos contra Cuba –vulgo bloqueo–, con un secretismo que atenta contra el sagrado principio de rendición de cuentas de elegidos o designados a electores?», espeta.
El autor, también economista de formación, estuvo infiltrado como «periodista independiente en los grupos contrarrevolucionarios» entre 1992 y abril de 2003, cuando «se reveló su identidad durante los juicios celebrados a 75 cabecillas de la contrarrevolución», reza su biografía. Su testimonio, como testigo de la Fiscalía, fue clave para la condena de varios disidentes y periodistas independientes durante los juicios de la Primavera Negra de hace 20 años.
La crítica viene, por tanto, desde las entrañas del régimen y considera, en el lado negativo, que el texto no habla de los delitos económicos de los propios funcionarios –corrupción– «sobre los cuales existe en Cuba un inquietante manto de silencio». Hay también un bloque dedicado íntegramente a la Policía, a la que también se refería Bohemia por sus ineficiencias. «¡Insólito, este aserto de Bohemia, en un país donde es casi ‘herejía y tea inquisitorial que tú conoces’ criticar a los órganos del Ministerio del Interior cubano, aunque el principio de rendición de cuentas de elegidos y designados a electores se suponga sagrado!», expone, justo antes de salpicar con burlas y «choteo» hacia los miembros del cuerpo las siguientes líneas.
Todo el largo análisis que dedica al reportaje de Bohemia remata con un cuestionamiento al Gobierno –desde una de las tribunas que más inspiran a Cubadebate– al que dedica este duro párrafo: «¿Sólo el contexto o se está ante la manifestación causal y casual de un modelo sociopolítico agotado –más allá del bloqueo estadounidense– que está dejando de ser una utopía socialista o comunista ante una creciente burocratización en tanto hegemonía de una casta que se erige en ‘clase en sí y para sí’– y en la que una no menos creciente pérdida del sentido de la responsabilidad va camino de imponerse? ¿Qué tiene que ver el bloqueo estadounidense con el bochornoso espectáculo de policías interfiriendo el tránsito en la entrada de un hospital, para sólo citar un ejemplo entre millones?».
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