En una entrevista concedida a la revista Hora de Cierre, de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), el reconocido editor estadounidense Martin Baron se refirió a las consecuencias que tendría para el periodismo una eventual segunda presidencia de Donald Trump. Además, anticipó el lanzamiento en mayo de la edición en español de su último libro y habló sobre el futuro de la profesión ante la irrupción de la inteligencia artificial. A continuación, la entrevista.
Su libro «Collision of Power: Trump, Bezos, and The Washington Post» (Frente al Poder: Trump, Bezos y el Washington Post) ha sido descrito como una disección del poder político y la prensa en Estados Unidos. ¿Qué lecciones ofrece para el futuro inmediato, en especial ante la posibilidad de un segundo gobierno de Trump?
Como intento dejar claro en el libro, el propósito de una prensa libre e independiente es proporcionar al público la información que la gente necesita y merece saber para que pueda gobernarse a sí misma. Un elemento central de esa misión es hacer que el poder rinda cuentas. La persona más poderosa del mundo es, sin duda, el presidente de Estados Unidos. Podemos esperar que, si Trump vuelve a la Casa Blanca, abusará de su poder. ¿Cómo lo sabemos? Primero, lo hizo durante sus primeros cuatro años como presidente. En segundo lugar, ahora habla abiertamente de tomar medidas que son, desde cualquier punto de vista, de naturaleza autoritaria: Utilizar el Departamento de Justicia para perseguir a quienes considera sus enemigos políticos. Acusar de traición a la prensa e incluso a antiguos colaboradores suyos, como el ex jefe del Estado Mayor Conjunto. Utilizar el ejército para reprimir lo que serían protestas totalmente legítimas invocando la Ley de Insurrección. Eliminar la protección laboral del personal del gobierno e instalar a sus propios leales políticos en todos los niveles del gobierno federal. Nosotros en la prensa, y desde luego en The Washington Post, nos esforzamos por pedir que Trump rindiera cuentas durante sus cuatro años en la Casa Blanca.
Si gana otros cuatro años, le debemos al público estadounidense hacer de nuevo ese esfuerzo, con mayor vigor, informando con franqueza sobre cómo Trump está utilizando su inmenso poder.
En un artículo de Poynter, se aconseja a los periodistas que lean su último libro que empiecen por el final, donde usted plantea la necesidad de una nueva definición de la verdad para el trabajo periodístico. ¿Está de acuerdo?
No, ¡por favor, empiece por el principio! Sospecho que el autor de ese artículo de Poynter hizo ese comentario un poco en broma, en realidad sólo para puntualizar un tema central del libro. Pero espero que los lectores empiecen por el principio. Otros críticos, afortunadamente, han dicho que el libro ofrece una narrativa convincente. Espero que los lectores consuman el libro de la forma que les resulte más eficaz e interesante, y de la forma que yo pretendía. Pero si los lectores quieren empezar por el final, que así sea. Mientras lean el libro, no me quejaré.
El lema del Washington Post «La democracia muere en la oscuridad», adoptado en 2017, es siempre inquietante. ¿Cree que el panorama de la libertad de prensa es más oscuro ahora que cuando usted dirigía el periódico?
Me preocupan las perspectivas del periodismo actual. La prensa en Estados Unidos ha seguido perdiendo la confianza del público. Se nos ataca constantemente, a menudo en forma de retórica política malintencionada, otras veces debido a litigios incesantes por demandas de difamación y, con demasiada frecuencia, por amenazas de daños físicos a nuestro personal. Estados Unidos sigue siendo un entorno mucho mejor para el periodismo que muchos otros países. Afortunadamente, contamos con la Primera Enmienda de la Constitución como forma de protección. Sin embargo, no me cabe duda de que si Trump vuelve a la Casa Blanca utilizará su poder para castigar a los medios de comunicación tradicionales a los que considera sus enemigos políticos. Sospecho que utilizará todas las armas legales a su disposición.
Parece probable que Trump siga el ejemplo de los autócratas de otros países. En demasiados países, y en particular en América Latina, el periodismo independiente se debate entre las medidas represivas aplicadas por dictadores y las medidas de otros que aspiran a tener poderes dictatoriales. Es difícil identificar un país en el que las condiciones para los medios de comunicación hayan mejorado en lugar de deteriorarse.
Usted supervisó la redacción durante un periodo de cambios significativos en el panorama de los medios de comunicación. ¿Cuáles cree que han sido los cambios más importantes durante su mandato?
Creo que en el sector hemos comprendido por fin que la era digital exige cambios fundamentales en la forma de contar las historias y de difundir la información. Las nuevas formas no garantizan el éxito, por supuesto, pero las antiguas definitivamente ya no funcionan. Creo que también debemos aceptar que nuestras estrategias y tácticas tendrán que reevaluarse constantemente a medida que cambie la tecnología. Lo que hagamos hoy, por mucho éxito que tenga, puede que no funcione mañana. Trabajamos en un campo sujeto a constantes alteraciones. Ahora podemos anticipar una conmoción radical como resultado de la inteligencia artificial generativa. Tenemos que aprender constantemente y con rapidez.
¿Cómo cree que ha evolucionado el papel del periodismo de investigación y a qué retos se enfrenta en la actual era digital?
Creo que nuestras herramientas son ahora más potentes. Me impresiona especialmente, por ejemplo, el análisis forense visual que veo en The Washington Post, New York Times y otros medios de comunicación. Recopilar vídeos de muchas fuentes, unirlos y someterlos a sofisticados análisis utilizando las nuevas herramientas digitales puede ser enormemente poderoso a la hora de llevar a cabo investigaciones.
Aparte de las abrumadoras presiones políticas en muchos países, el mayor reto para el periodismo de investigación es sin duda la escasez de dinero y tiempo. Los medios de comunicación necesitan ganar lo suficiente para pagar unas investigaciones costosas y que requieren mucho tiempo. Pero los ingresos de la mayoría de las organizaciones de noticias están disminuyendo.
El Washington Post amplió su cobertura internacional bajo su dirección. ¿Hasta qué punto cree que es importante para los medios estadounidenses cubrir los acontecimientos mundiales y qué impacto tiene esto en la formación de la percepción pública?
Creo que la cobertura internacional es fundamental para medios estadounidenses como The Washington Post. Lo que ocurre en otros países tiene un profundo impacto en el nuestro. Las condiciones económicas y políticas en América Latina, por ejemplo, tienen un enorme impacto en Estados Unidos, en términos de comercio, migración y tráfico de drogas. Además, Estados Unidos ha estado incesantemente en guerra desde los atentados del 11 de septiembre: primero en Afganistán, luego en Irak y ahora, indirectamente, en Ucrania, ya que proporcionamos armas y ayuda humanitaria. Los acontecimientos en Oriente Medio han provocado protestas masivas en Estados Unidos y están destinados a tener una gran influencia en los patrones de voto en las elecciones presidenciales de este año.
Nos parece que no es muy optimista sobre la estrecha relación que los periodistas y algunos medios de comunicación han desarrollado con las redes sociales. ¿Cree que esta relación debería replantearse? En caso afirmativo, ¿de qué manera?
Mi problema es con el comportamiento de los periodistas individuales, no con los medios de comunicación en sí. La mayoría de los medios, al menos en Estados Unidos, tienen directrices claras sobre cómo deben comportarse los miembros de su plantilla en las redes sociales. El problema es que muchos periodistas violan esas normas, socavando la reputación de las propias instituciones que los emplean. El peor comportamiento en las redes sociales se da casi con toda seguridad en Twitter, o X, que se ha convertido en un foro de comentarios impulsivos, sarcasmo, humor fallido, precipitación en los juicios y difusión de información no contrastada. Nada de eso es bueno para un periodista que tiene ese comportamiento. Nada de eso es bueno para otros empleados cuya reputación se ve dañada por el comportamiento imprudente y destemplado de sus colegas. Y, desde luego, nada de eso mejora la reputación de cualquier institución de medios de comunicación que busque una reputación de periodismo de mente abierta, justo, honesto, honorable y riguroso. Al contrario, tiene un efecto corrosivo en la confianza del público en la prensa.
Mientras la tecnología sigue avanzando a la velocidad de la luz, ¿cuáles cree que son las oportunidades y los retos más importantes para el futuro del periodismo? Además, de cara al futuro, ¿la IA beneficiará al periodismo o todo lo contrario?
La oportunidad -y el reto- más importante es sin duda la IA generativa. La IA generativa hará que las falsificaciones de todo tipo -en imágenes fijas, imágenes de vídeo y grabaciones de audio- sean más fáciles, más frecuentes, más peligrosas e infinitamente más difíciles de detectar y refutar. Seguramente veremos mucho de esto en los últimos meses de las elecciones presidenciales estadounidenses de este año. De hecho, ya lo hemos visto. Como profesión y como sociedad, estamos inquietantemente mal preparados para afrontar las consecuencias. Las consecuencias podrían ser catastróficas. Las imágenes y grabaciones de audio falsas se aceptarán como reales. Las que sean reales se tacharán de falsas. El público se preguntará si es posible distinguir la verdad de la ficción. La desconfianza y el cinismo aumentarán. La propaganda florecerá. La realidad se convertirá en algo extraño. El terreno es fértil para la explotación maliciosa.
Pero la IA generativa también puede utilizarse constructivamente como herramienta de gestión del tiempo en nuestras redacciones. Es una herramienta poderosa, pero siempre requiere una revisión humana. Utilizando la información ya verificada que poseemos, por ejemplo, la IA generativa puede redactar titulares eficaces para los motores de búsqueda y las redes sociales, puede encontrar rápidamente las mejores fotos para acompañar nuestros artículos, puede redactar alertas y actualizar historias con hechos recién obtenidos. También puede utilizarse para detectar rápidamente información en otros lugares que podría ayudarnos en el proceso informativo.
Su prestigio como editor se ha extendido por todo el mundo, incluyendo en América Latina. ¿Tiene previsto publicar su último libro en español?
Sí, una editorial en España, La Esfera de los Libros, prevé publicar el libro en mayo de este año.
¿Cuál sería su consejo a los editores latinoamericanos que luchan contra el autoritarismo creciente, se enfrentan al auge del crimen organizado en medio de una ola de desinformación y una crisis de sostenibilidad?
Es difícil dar grandes consejos, para ser sincero. No quiero sermonear a los periodistas que se enfrentan a condiciones verdaderamente horribles. Conozco bien las presiones a las que se enfrentan los editores y reporteros latinoamericanos. Ninguna de las presiones a las que yo y mis colegas periodistas nos enfrentamos en Estados Unidos puede compararse.
Sin embargo, quiero decir lo siguiente: es importante que todos los que ejercemos esta profesión adhieran a las normas más estrictas. No le proporcionemos munición a nuestros enemigos que les permita atacarnos fácilmente. Centrémonos en proporcionar una cobertura completa y justa, asegurándonos de que todo lo que publicamos o trasmitimos está completamente verificado, y de que nuestros artículos son cubiertos con el mayor rigor posible. Proporcionemos toda la documentación a nuestro alcance. Tenemos las herramientas para hacerlo en línea.
Por supuesto, aunque los periodistas deben ser valientes, también deben protegerse a sí mismos. Si son detenidos, encarcelados, atacados o asesinados, no se hacen ningún favor a sí mismos, ni a sus familias, ni a sus medios de comunicación, ni al público. No puedo aconsejar a otros sobre cómo equilibrar el valor y la precaución. Cada periodista y cada medio de comunicación tendrá que evaluar por sí mismo cuál es la mejor manera de garantizar la seguridad del personal (y también la sostenibilidad de la empresa).
HORA de CIERRE