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El periodismo nicaragüense y su batalla contra la extinción

Cada vez hay menos periodistas en Nicaragua, y los pocos que quedan trabajan en la clandestinidad.
La sede de ‘La Prensa’, el diario más importante del país, fue confiscada por el régimen, al igual que canales de TV y radios comunitarias Foto: EFE

Por HANS LAWRENCE RAMIREZ (*) – CONNECTAS (**)

La tarde en que lo desterraron, el periodista Víctor Ticay jugaba damas chinas con otros presos en una celda calurosa del Sistema Penitenciario Jorge Navarro –mejor conocido como La Modelo–, ubicado en Tipitapa, unos 24 kilómetros al norte de Managua. De repente, un guardia interrumpió la partida que hábilmente ganaba el comunicador. Eran las cinco de la tarde.

“Vayan a bañarse todos. Bien bañaditos y no estén preguntando nada”, ordenó el guardia. Ticay llevaba 517 días en prisión. Lo detuvieron el 6 de abril de 2023, Jueves Santo, después de cubrir una actividad religiosa celebrada en su natal Nandaime, un municipio ubicado 67 kilómetros al sur de la capital.

Hasta hace poco, Ticay formaba parte de la lista de reporteros presos que manejaba la organización Periodistas y Comunicadores Independientes de Nicaragua (PCIN). Junto a Ticay aparecía el nombre de Fabiola Tercero, una comunicadora que permanece desaparecida desde que la detuvieron el 12 de julio de 2024 en su casa, sin que las autoridades hayan asumido ninguna responsabilidad al respecto (la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género (RIPVG) ha hecho múltiples llamados a la búsqueda inmediata y aparición con vida de la periodista nicaragüense).

La represión asume formas sorprendentes. En los últimos meses, PCIN reporta que varios periodistas que siguen en Nicaragua deben asistir todos los días a una delegación policial para firmar una página en blanco. Se trata de una medida abusiva que busca mantener bajo control a los comunicadores.

“Los responsables fueron sobre todo agentes del Estado de Nicaragua”, indica un informe publicado por PCIN el 6 de septiembre de 2024, en donde también advierte que “estas cifras no reflejan el total de las agresiones perpetradas, puesto que los niveles de autocensura son enormes. Una parte de las víctimas de estas agresiones han solicitado no incluir sus casos por temor a lo que pudiera ocurrirles a ellas y a sus familias”.

Discurso de odio oficial

Daniel Ortega, presidentes de Nicaragua.
Foto:
EFE/Cesar Pérez/Presidencia de Nicaragua

PCIN define como agresiones todos los hechos que atenten contra el trabajo periodístico o que sean consecuencia de este, como las detenciones arbitrarias, exilio forzado, amenazas, intimidaciones, discursos de odio, entre otros. Algunos de estos ataques, sobre todo descalificaciones, provienen de la vicepresidenta y primera dama, Rosario Murillo, quien el 19 de julio de 2024 dio rienda suelta a su creatividad: tildó en un discurso a los periodistas de “víboras traicioneras”, “fabricantes de mentiras”, “denigrantes a sueldo”, “mentecatos”, “falsarios”, “profesionales del servilismo”, “sicarios”, “mercenarios” y “desvergonzadas y diabólicas pestilencias”.

“Fue pésimo. Nicaragua es un país tropical y en la prisión hace un calor muy fuerte. Era una alegría cuando llovía”, relata Ticay sobre sus días en las celdas de La Modelo, de donde solo lo sacaban para interrogarlo. “Me preguntaban quién me pagó para hacer la cobertura, pero yo solo hacía mi trabajo”, comenta.

A Ticay, cuyo pecado había sido cubrir una procesión, lo condenaron a ocho años de cárcel por cometer “menoscabo a la integridad nacional, ciberdelitos y traición a la patria”. El gobierno de Ortega usa esos delitos a la medida de la víctima para encarcelar a sus detractores y luego desterrarlos y despojarlos de su nacionalidad.
Por eso cuando el guardia les ordenó bañarse, él no dudó un segundo en hacerlo, pues esperaba que finalmente el Gobierno lo liberara. No sospechaba las condiciones que debería cumplir para hacerlo.
(Lo invitamos a leer: Donald Trump o Kamala Harris: ¿qué actitud tomaría el próximo presidente de Estados Unidos frente a la crisis de Venezuela y Nicolás Maduro?).

Desterrar para censurar

Antes de Ticay, el cronista deportivo Miguel Mendoza había sido encarcelado por sus opiniones en redes sociales contra el Gobierno. El 9 de febrero de 2023 lo desterraron hacia Estados Unidos, despojado de su nacionalidad, al igual que Juan Lorenzo Holmann, gerente general del periódico La Prensa, y a Miguel Mora, un periodista que cometió la osadía de anunciar su candidatura presidencial en 2021.

Hay otros periodistas que desde el exilio también fueron desnacionalizados por ejercer su profesión en diferentes plataformas. Entre ellos están Álvaro Navarro, Carlos Fernando Chamorro, Patricia Orozco, David Quintana, Lucía Pineda, Jennifer Ortiz, Wilfredo Miranda, Luis Galeano y Aníbal Toruño. La organización PCIN ha advertido que despojar a los periodistas de su nacionalidad es una nueva forma de represión, que busca fomentar la autocensura.

Miembros antidisturbios de la policía durante protestas en Managua (Nicaragua).
Foto: Efe

La periodista y directora de la plataforma República 18, Martha Irene Sánchez, señala que la represión contra los periodistas se viene profundizando desde el estallido social de 2018, cuando las protestas contra un nuevo sistema de seguridad social se generalizaron por varios meses, con un saldo de centenares de muertos. Esa situación desencadenó toda clase de violaciones de los derechos humanos y ha sido denunciada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Naciones Unidas (OACNUDH).

(Lo invitamos a consultar: El ánimo represor del Gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua se acentuó aún más en el último año, alerta Naciones Unidas).
En ese mismo año murió asesinado el periodista Ángel Gahona mientras cubría en vivo un enfrentamiento entre manifestantes y agentes antimotines. Él mismo grabó el momento en que su cuerpo cayó sin vida con una bala alojada en su cabeza. Desde entonces, los periodistas empezaron a salir al exilio, principalmente por amenazas de muerte y de cárcel, mientras se recrudeció la censura, que ya existía desde 2007, cuando Ortega asumió el poder. Esta vez llegó al punto de confiscar canales de televisión, radios comunitarias, e incluso las instalaciones del periódico La Prensa, el más importante del país.

Escasez de periodistas

“Han sido seis años de amenazas, criminalización y persecución del ejercicio periodístico en Nicaragua”, comenta Martha Irene Sánchez desde su exilio en Costa Rica, país que se ha convertido en uno de los principales destinos para los periodistas exiliados. Algunos otros, como Ericka Rosales, han salido hacia Estados Unidos, y otros más se han instalado en España, Panamá y México.

Rosales indica que, desde 2018, “a raíz de la represión, ya casi no hay periodistas en Nicaragua. Los pocos que quedan están trabajando bajo el anonimato y muchos hemos tenido que salir al exilio”. Esto ha provocado que los comunicadores exiliados tengan que priorizar su subsistencia y las de sus familias, antes que seguir ejerciendo una profesión que en esas condiciones no les garantiza salarios competitivos.

Algunos han fundado plataformas informativas para seguir adelante y no dejarse someter por la censura, pero esto también conlleva retos. “Uno de los desafíos es hacer del periodismo una profesión vigente, que cada día es mucho más difícil por la escasez de fuentes de financiamiento, pero también por la pérdida del talento humano”, comenta Sánchez. Rosales coincide con su colega. “Debería haber mayor apoyo al periodismo nicaragüense porque muchas veces la parte económica es lo que más afecta”, indica.

Por otro lado, también hay comunicadores que han optado por abandonar el periodismo para obtener ingresos que les permitan ganarse la vida. Y no solamente lo hacen por razones económicas, sino también por temor a que sus familias que permanecen en Nicaragua sufran alguna represalia oficial.

Las redacciones de varios medios de comunicación han desaparecido, no solo por efecto de la pandemia, como en otros países, sino porque casi no hay periodistas. Además, como señala Sánchez, “con el cierre de las universidades y el control absoluto de estas se ha descontinuado la formación de periodistas y comunicadores”.

La Universidad Centroamericana (UCA) tenía la mejor escuela de periodismo de Nicaragua. De sus aulas salieron varios reporteros conocidos por su trabajo, hasta que el Gobierno la confiscó en 2023. En sus instalaciones ahora funciona la Universidad Casimiro Sotelo, que trabaja bajo el control de las autoridades y, como otras universidades, tiene un enfoque exclusivamente progubernamental en la carrera de Comunicación, sin la crítica e investigación que caracteriza al periodismo de calidad.

HANS LAWRENCE RAMÍREZ (*) – CONNECTAS (**)
(*) Periodista nicaragüense, redactor del diario ‘La Prensa’ y la revista ‘Magazine’. Miembro de #CONNECTASHub. Se ha enfocado en la cobertura de temas políticos, migración, derechos humanos y construcción de memoria.

(**) Es una iniciativa periodística sin fines de lucro que promueve la producción, el intercambio, la capacitación y la difusión de información sobre temas claves para el desarrollo de las Américas.

EL TIEMPO