Valencia, España.- La reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) que azotó especialmente a Valencia ha dejado un balance devastador en vidas humanas y daños materiales. En medio de la tragedia, un efecto secundario y lamentable ha complicado aún más la situación: la proliferación de desinformación y contenido engañoso en redes sociales y plataformas de mensajería.
En este contexto, la tragedia no solo se convierte en un tema de conversación, sino en un motivo para que ciertos usuarios, intencionadamente o no, difundan información falsa que agrava el miedo, el desconcierto y el sufrimiento de los afectados.
Diversos servicios de verificación como Verificat, Maldita o EFE han desmentido diversas informaciones falsas relacionadas con la DANA. Entre las más compartidas, destaca la imagen de un convoy policial en Valencia, que en realidad pertenecía a la Policía Municipal de Madrid, enviada a la región para ayudar, y no a una comitiva del rey Felipe VI como algunos usuarios afirmaron. Otro bulo afirmaba que Méteo-France había anticipado la DANA mejor que la AEMET. No obstante, las fuentes confirman que ningún pronóstico del organismo francés advirtió sobre el impacto de la DANA en Valencia; el mapa compartido era una simulación de un particular, no un comunicado oficial.
Además, se viralizaron rumores de miles de víctimas mortales en el centro comercial Bonaire, aún cuando los servicios de emergencia ni siquiera habían comenzado la inspección en el lugar. Estos falsos informes, que en algunos casos hablaban de «un cementerio de muertos» en el centro comercial, se propagaron rápidamente, causando confusión y ansiedad.
No solo la desinformación ha marcado la cobertura de esta crisis. La famosa espectacularización de las noticias también alcanza un nuevo nivel en este tipo de sucesos catastróficos. Así ha ocurrido con el jurista y colaborador televisivo Rubén Gisbert, quien fue grabado arrodillándose en el barro antes de realizar una conexión en directo. Este gesto, que se viralizó en redes y se ha interpretado como una manera dramatizada, ha sido condenado por el periodista y presentador Iker Jiménez. No obstante, refleja una tendencia preocupante en el periodismo actual, en la que muchas coberturas parecen priorizar el impacto emocional sobre la sobriedad.
La era digital y las redes sociales han democratizado la información, pero también han escalado los riesgos de desinformación. En un contexto de crisis como el vivido en Valencia, es más urgente que nunca un periodismo que apueste por la verdad, la verificación y, sobre todo, las soluciones.
Un enfoque constructivo no solo sirve para contrarrestar el sensacionalismo, sino también para ofrecer a la ciudadanía una guía clara y práctica sobre cómo actuar, qué fuentes son fiables y cómo pueden ayudar a los afectados. Los medios pueden, así, desempeñar un papel activo y positivo en la reconstrucción social tras una catástrofe, generando espacios de diálogo y colaboración en vez de confusión y enfrentamiento.
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