Ciudad de Guatemala.- Cambió la celda número dos del área de aislamiento de la prisión militar de Mariscal Zavala por su laberíntica vivienda rodeada de un frondoso jardín en una acomodada colonia de Ciudad de Guatemala. Desde que salió de la cárcel el pasado 20 de octubre tras 812 días en prisión
preventiva, el presidente y fundador de El Periódico, José Rubén Zamora, solo abandona su hogar los miércoles para poner la huella dactilar en el Ministerio Público. Cada día recibe a todas horas visitas de amigos y periodistas con los que conversa de manera distendida. Las paredes ennegrecidas por la humedad de su celda han sido sustituidas por un suntuoso salón decorado con pinturas originales de artistas guatemaltecos de la talla de Manolo Gallardo. El propio mandatario de Guatemala, Bernardo Arévalo, lo visitó pocos días después de salir de prisión para mostrarle su solidaridad.
Sin embargo, el periodista podía regresar de manera inminente a su diminuta celda de tres por tres metros y medio. La Sala Segunda de Apelaciones revocó el pasado 15 de noviembre las medidas sustitutivas dictadas el 26 de agosto por el Tribunal Noveno de Sentencia Penal y dictó su nuevo ingreso en Mariscal Zavala. Sin embargo, este lunes recibió un balón de oxígeno de la Corte Suprema de Justicia de Guatemala que le otorgó un amparo provisional que deja en suspenso lo resuelto por la Sala Segunda y, de momento, no volverá a la cárcel. EL MUNDO fue el último periódico en entrevistarle antes de conocer esta decisión judicial.
El periodista, de 68 años, que publicó en El Periódico decenas de investigaciones sobre corrupción, está a la espera de que se repita el juicio por el que fue condenado el 14 de junio de 2023 a seis años de prisión por lavado de dinero y otros activos. Asimismo, enfrenta otra causa judicial en la
que está acusado de conspiración para la obstrucción de la justicia y uso de documentos falsificados.
P. ¿Le da miedo volver a la cárcel?
R. No, para nada. Creo que me volví una pesadilla para la gente que me persigue, como el Ministerio Público fascista y esos grupos parajudiciales [en referencia a la organización ultraderechista Fundación Contra el Terrorismo]. Hubieran querido que yo me fugara de Guatemala y emitieran una orden de captura internacional. Incluso países amigos me ofrecieron asilo político y que me sacaban del país, pero yo me voy a quedar hasta que el Estado me pida
perdón públicamente. Si me regresan a prisión, volveré a solicitar una audiencia para que me den medidas sustitutivas, y las voy a conseguir.
P: ¿Cómo se ha sentido durante estos más de 80 días en libertad tras más de dos años y medio
en prisión?
R. Recobrar la libertad fue un shock semejante al que experimenté cuando caí en la cárcel. Al llegar a casa, encontré a 15 amigos, mientras que en prisión apenas tenía visitas. Lo más fuerte de este pantano legal en el que caí es que tengo que ver a mucha gente, y yo soy muy tímido.
Actualmente, sigo en la cuerda floja y estoy solo en esta casa porque mi familia no puede venir, ya que corre el riesgo de que los metan en la cárcel.
P. ¿Esperaba que el presidente Arévalo interfiriese para evitar su persecución judicial?
R. Arévalo representa algo diferente, que es la decencia. Sin embargo, pienso que está dispuesto incluso a ser mártir y a aceptar que le den un golpe de Estado judicial. Me ha sorprendido su tolerancia, su paciencia e incluso su sometimiento al poder judicial, que es controlado por las mafias, y él lo sabe. Le avisan que van a meter a la cárcel a funcionarios suyos, y él dice que los va a acompañar para que enfrenten a la justicia. No es justicia, sino secuestradores con los que no puede comportarse como si fueran jueces ecuánimes y dignos. La Constitución lo respalda para poder erradicar a esa gente y sacarla; y, si no lo hace, va a terminar fuera y, posiblemente, sería vecino mío en una celda. Los monopolios y oligopolios económicos y políticos están defendiendo
este Estado, donde lo más importante es la impunidad, la corrupción y el narcotráfico. Por ello, hay que refundar la nación.
P. ¿Con este panorama espera lograr justicia en sus dos casos?
R. El segundo caso se va a caer inevitablemente porque no hay nada en mi contra. En el primero, que está pendiente de repetirse el juicio, tendré que esperar posiblemente en la cárcel cinco o seis años, pero acudiré a la Corte de Constitucionalidad y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que exigirá que me pidan disculpas. Estar yo preso hace más daño a toda esa panda de corruptos que a mí, y ya estoy dispuesto a pasar más tiempo en la cárcel, porque estoy teniendo más impacto que cuando dirigía El Periódico. A nivel internacional, se percataron de que esta es una dictadura corrupta y sucia.
P. ¿Piensa volver al periodismo?
R. Creo que hay cosas que hay que escribir, tal como hice a mano en la cárcel, por lo que ahora tengo que pasarlas a ordenador y editarlas. Hay cosas que quisiera contar, como lo que me he enterado, aun estando preso, sobre cómo tienen asfixiado el poder judicial y cómo siguen infiltrados en el poder ejecutivo. Creo que, si escribo un libro de todo lo que sé, me mandarían a matar, pero no sé si lograré contenerme de publicarlo antes de morirme, porque quisiera ser testigo de que la gente lo leyera.
P. ¿Su encarcelamiento es un mensaje al periodismo de Guatemala para que haga
autocensura?
R. Definitivamente. Aunque todos los medios han recibido ese mensaje de que tenían que estar callados, es sorprendente cómo siguen fiscalizando y trabajando duro, por lo que no se han rendido y no han logrado callarlos.
P. ¿Ha pensado en algún momento en rendirse y aceptar cargos?
R. No, lo he comentado reiteradamente: no me voy a ir del país. Aunque sea preso, me tienen que tolerar aquí. Estoy convencido de que prefiero vivir de pie en la cárcel, pero jamás arrodillado ni aceptando cargos de delitos que jamás he cometido, aunque me ofrecieran no sólo la libertad, sino también una indemnización o lo que fuera. No aceptaría.
P. ¿Contra quién está echando este pulso y cree que puede ganarlo?
R. Contra el sistema corrupto que tiene impunidad. Por lo menos, creo que puedo evidenciarlo y desnudarlo para que sea visto con desprecio desde fuera. Incluso un gobierno con Donald Trump se dará cuenta de que, para evitar la migración, tiene que acabar con la corrupción, ya que la gente
se va de Guatemala porque aquí no hay respuestas.
P. ¿De qué le han servido estos años en la cárcel?
R. Este es el golpe más fuerte que me han dado, pero no estoy terminado. He estado muerto durante dos años, pero he podido ver lo que han hecho mis hijos, quienes se han dedicado a mantener vivo mi caso. Han tenido reuniones con la Organización de Estados Americanos y han viajado a Bélgica, París, Perú, Argentina y Colombia para hablar sobre mi caso. No creí que fueran capaces de librar esta batalla por su cuenta.
P. ¿Qué es lo que más extraña del periodismo?
R. El periodismo es una pasión adictiva. Recién vi una película del piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna, y me impactó mucho porque vi en él lo que nos pasa a los periodistas. Cada día uno corre un riesgo y, al día siguiente, quiere correr uno más fuerte; y en una de esas, él murió. Vi en él esa adrenalina que experimentamos nosotros, los periodistas, y que también nos puede llevar a la muerte o a la cárcel.
EL MUNDO