Camila Camargo Dantas – Leandro Colón…
La solidez de las instituciones y la calidad del debate público serán cada vez más determinantes para el entorno empresarial en un ciclo que implica una cultura de la comunicación más madura que involucra información, reputación y diálogo.
Las empresas que invierten en comunicación estratégica —entendida hoy no como mera exposición, sino principalmente como diálogo cualificado— estarán mejor preparadas para afrontar los retos de la competitividad. La buena información es la base de una buena reputación, y la reputación es el activo más estratégico de una organización.
El trabajo de relaciones con la prensa, basado en la exposición y el número de apariciones, ha quedado relegado. Sin una estrategia que también se centre en el impacto en la toma de decisiones, la capacidad de influir legítimamente en el debate público y la conexión con las audiencias institucionales adecuadas, la comunicación pierde relevancia y se vuelve ineficaz.
No basta con buscar espacio en los medios: hay que ser cauto en su uso. En un entorno informativo multifacético, cada mensaje debe considerar a quién se dirige, en qué momento y con qué efecto. La comunicación debe abordarse como una dimensión estratégica de la toma de decisiones empresariales.
Cabe recordar que las decisiones técnicas tienen consecuencias cada vez más profundas. Las resoluciones, opiniones y medidas de las autoridades afectan directamente la planificación, las inversiones y la imagen de las empresas. Sin embargo, muchos de estos temas llegan al debate público de forma fragmentada, descontextualizada o simplemente invisible. Y, con frecuencia, la solución reside en la organización.
Las empresas, la prensa y los organismos públicos deben buscar espacios permanentes de diálogo para promover una comprensión más completa de las decisiones que configuran el país. Cuando existe claridad sobre los procesos, fundamentos e impactos de las políticas públicas, el mercado está mejor preparado, las instituciones fortalecen su legitimidad y la prensa cumple su función informativa.
En los últimos años, por ejemplo, la complejidad regulatoria, el aumento de los requisitos de cumplimiento normativo y la importancia de la reputación en las decisiones corporativas han generado una demanda de información más técnica y contextualizada. Este escenario ha llevado al periodismo especializado a ocupar un espacio cada vez mayor en el debate público y empresarial.
Este tipo de cobertura —centrada en infraestructura, regulación, competencia y políticas públicas— no solo informa, sino que, en cierto modo, también influye. Los funcionarios públicos leen estas noticias a diario para obtener información, calibrar sus argumentos y, sobre todo, para evaluar la pertinencia de sus decisiones.
Y aquí es donde entra en juego lo que muchas grandes empresas ya reconocen como “Policy Comms” : una estrategia que integra la comunicación institucional, la reputación y las relaciones gubernamentales, basada en el principio de que la narrativa pública también es un campo legítimo para la formulación de políticas.
No es de extrañar que hoy en día la reputación de una empresa sea el activo que exige mayor cuidado y constancia. En tiempos de crisis, la forma en que una organización se comunica es tan crucial como su respuesta operativa.
La comunicación basada en relaciones sólidas con medios de comunicación y periodistas que entienden el contexto técnico puede preservar la credibilidad y transformarla en un activo a largo plazo.
No es raro que los equipos de comunicación interna de las grandes empresas se muestren reacios a hablar con la prensa; en muchos casos, la palabra «miedo» es más apropiada. Esto puede deberse a un desconocimiento básico o a la mera pasividad.
Las empresas que comprenden el valor de este ecosistema de información y que interactúan con el periodismo de manera transparente y continua están mejor equipadas para defenderse en momentos críticos, anticipar riesgos y construir reputaciones más resilientes.
La maduración de las relaciones institucionales requiere necesariamente una comunicación más transparente y cualificada. El diálogo responsable, el acceso a la información y el respeto por el papel de la prensa, valorando la fuerza y la relevancia del periodismo profesional, son elementos fundamentales de la gobernanza moderna.

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