En San Luis, la tercera provincia de Argentina con más crecimiento poblacional, existe una alta dependencia financiera del periodismo con el dinero público, una circunstancia que “se traduce en una polarización política de los medios”. En Cusco, una de las regiones más importantes del Perú, los periodistas carecen de un vínculo laboral formal, que es otra forma de dependencia y precariedad financiera. En la región chilena de Atacama, donde predomina la radio como medio de comunicación, la dependencia está ligada a los auspicios de las corporaciones mineras y su influencia en la agenda editorial. En la capital del departamento de Amazonas y el punto más extremo al sur de Colombia, Leticia, existen varios medios de comunicación e iniciativas periodísticas, pero se mantienen las limitaciones para ejercer un periodismo libre. Guanajuato, en el centro de la República Méxicana, uno de los estados más violentos del país y el quinto más peligroso para ejercer el periodismo –según la organización Artículo 19–, los periodistas sufren agresiones físicas graves, amenazas directas y digitales, presiones económicas y acoso judicial que proceden tanto del crimen organizado como de actores del gobierno.
Estos detalles, escogidos casi al azar, son apenas una pequeña muestra de Desiertos de Noticias Locales, un extenso estudio liderado por la Fundación Gabo en alianza con socios de los cinco países analizados: el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), en Argentina; Quinto Elemento Lab, de México; la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC); el Centro de Investigación y Proyectos Periodísticos de la Universidad Diego Portales (CIP.UDP), de Chile; y la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), de Colombia.
El estudio es una ampliación internacional de ‘Desiertos de noticias locales en Argentina’, un proyecto realizado por FOPEA en 2020-2021. Para el nuevo análisis se encuestaron un total de 6.133 proyectos periodísticos que ofrecen una cobertura territorial y demográfica múltiple. En Argentina fueron sondeados 3.048 proyectos periodísticos, en Perú 1.271, En Chile 802, en México 849 y en Colombia se realizaron 163 encuestas a proyectos periodísticos y 70 entrevistas cualitativas a partir de una muestra representativa nacional.
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“Lo local es universal”, afirma una frase célebre del mundo cultural y artístico. Lo que arroja este estudio resulta crucial para el periodismo de todo el continente. Como lo muestra el mapa interactivo, a cada territorio se le asignó una de cuatro categorías metodológicas: desiertos, semidesiertos, semibosques y bosques informativos. Éstas –aplicables a los casos de Argentina, Perú, Chile y México– dan cuenta de las carencias y la calidad del periodismo local. Por su parte, en Colombia se optó por una metodología diferencial; en lugar de la clasificación en cuatro categorías, ofrece un análisis de 34 municipios priorizados y sus condiciones para el ejercicio periodístico.
Las categorías por países arrojan los siguientes porcentajes:
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Argentina |
Chile |
México |
Perú |
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Desiertos |
43 % |
47,5 % |
42,5 % |
35,2 % |
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Semidesiertos |
28, 8 % |
26,1 % |
26,5 % |
30,7 % |
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Semibosques |
19,6 % |
15,6 % |
17,4 % |
21,7 % |
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Bosques |
8,6 % |
10,8 % |
13,7 % |
12,3 % |
El conjunto describe un entorno “árido”, signado por los retos en la financiación, el crecimiento, la innovación y la independencia editorial. Hay pocos bosques y semidesiertos, y el ecosistema en general exige una reforestación. Sin embargo, el informe permite “no solo mapear las zonas donde el periodismo enfrenta los mayores desafíos, sino también generar evidencia para diseñar programas de fortalecimiento, y promover una iniciativa regional para proteger y revitalizar los ecosistemas de noticias locales”, indica Karen de la Hoz en la introducción.
La financiación
Un punto alarmante del estudio tiene que ver con el financiamiento. “La mayoría de los proyectos periodísticos en los países estudiados recurren a formas de vinculación que no garantizan empleo continuo, formal ni bien remunerado. Esta precariedad reduce la posibilidad de hacer periodismo de profundidad, formar equipos regulares y asegurar condiciones laborales dignas. Sin seguridad económica, los periodistas difícilmente pueden dedicarse plenamente a la investigación, al seguimiento de temas difíciles o a la construcción de fuentes confiables, elementos clave del periodismo de calidad”, dice de La Hoz.
Los medios periodísticos muestran una concentración de ingresos provenientes de la publicidad estatal o contenidos patrocinados, lo cual genera relaciones asimétricas con actores de poder que derivan en coberturas complacientes, censura o autocensura. En México, el 34% de los medios declara que el 50% o más de sus ingresos proviene de financiación pública. Chile no está exento de esta situación, y la precariedad laboral constituye un problema estructural, con predominio de trabajo informal, voluntariado no remunerado y poca estabilidad. En Colombia (donde se retoman y amplían los resultados del proyecto Cartografías de la información, publicado en 2019 por el Centro de Estudios de la FLIP), el resultado sigue siendo adverso: problemas de financiación y coberturas censuradas o autocensuradas en beneficio de unos poderosos.
De la pérdida de bosques a las brechas de conectividad
Los vacíos informativos en los desiertos de noticias locales impiden el acceso a un periodismo de interés público y disminuyen la posibilidad de las comunidades a saber lo que pasa en su día a día.
En Argentina –único país con estudio comparativo, por el análisis pionero de FOPEA–, el estudio señala un retroceso de los bosques de noticias locales y la consolidación de los desiertos y semidesiertos en más del 70% del territorio. Entre 2021 y 2025, la pérdida de medios periodísticos superó a su creación. Nueve provincias han visto desaparecer sus bosques informativos.
En Chile casi la mitad de las comunas son desiertos, y sumando los semidesiertos, la “aridez” llega a un 75% del territorio dejando de lado la provincia de Santiago.
México se destaca por tener la mayor opacidad en las respuestas de los medios (34% sin respuesta) con niveles alarmantes de agresiones. El 40% de los medios encuestados dijeron haber recibido algún tipo de amenaza u hostigamiento, y ninguna de las entidades estudiadas ha estado libre de la violencia.
En Perú se diagnosticaron los porcentajes más elevados en amenazas digitales (26%) y directas (17%), sumado al acoso judicial. La investigación también destaca una marcada dependencia económica estatal, con una alta resistencia a revelar el porcentaje de financiamiento público.
En Colombia los municipios presentan condiciones de trabajo limitadas, con precariedad laboral, escasos recursos y restricciones a la libertad de prensa. La Amazonía colombiana se ve afectada por la falta de infraestructura y conectividad. Aunque la Región Andina muestra condiciones más favorables, los desafíos son el pan del día. La digitalización ha llevado a una proliferación de proyectos digitales, pero la radio sigue siendo un formato recurrente, especialmente en municipios donde la conectividad es débil.
Un ecosistema por cultivar
En los informes se detalla la importancia de una difusión de noticias en lenguas originarias. Es lo que sucede en las regiones de Cusco, Huancavelica, Ucayali y Puno: “Los medios promueven la difusión de información en los idiomas quechua y aymara con el apoyo de personas indígenas que se incorporan a los grupos de trabajo periodístico en las salas de redacción de los medios”. En México, es notable comparativamente la presencia de mujeres y algunos grupos diversos en los medios de comunicación. “El promedio de participación femenina es del 45% a nivel nacional, con estados que superan el 60%; mientras que la población LGBTQIA+ estaría presente en el 17% de los medios estudiados”, señala el informe.
Fundación GABO