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Vuelta de tuerca en Afganistán: las presentadoras de TV obligadas a taparse la cara

Una presentadora de TOLOnews este domingo - REUTERS

El régimen talibán exige a los canales que cumplan la nueva normativa o envíen a las mujeres a casa.

Tras un conato de resistencia por parte de las periodistas, el régimen intergrista afgano impuso este domingo sus nuevas normas islamistas en los canales de televisión del país y obligó a las presentadoras a anunciar los boletines de noticias con el rostro cubierto, a excepción de los ojos y la frente. La amenaza fue clara por parte de las autoridades del régimen Talibán: o las empleadas acataban el último decreto del Líder -uso obligatorio del burka, el velo integral- o se iban a su casa. Tanto ellas como sus maridos y parientes cercanos, si estos últimos trabajan en el sector público.

Antes de esta norma, los talibanes -que regresaron al poder en Kabul en agosto del año pasado- solo exigían a las presentadoras el uso del hijab, el velo islámico que cubre el pelo.

La disposición del burka, que han tenido que acatar las mujeres que trabajan ante las cámaras en todos los canales de trelevisión afganos, es solo la última vuelta de tuerca para imponer el modelo radical de Sharía, la ley islámica. A su llegada al poder los talibanes prometieron a la comunidad internacional que aplicarían un modelo más moderado que el de su primera etapa en el gobierno (1996-2001), pero en los últimos meses sus disposiciones -en particular contra los derechos y libertades de la mujer- han sido implacables.

En sus delaraciones a las agencias de prensa internacionales, varias presentadoras de TV afirmaron que decidieron acatar la orden del gobierno para no perder sus puestos de trabajo -«nuestras familias dependen de nuestro sueldo», dijo una de ellas- y «para seguir en la lucha».

«Seguiremos con nuestra combate utilizando nuestra voz. Seré la voz de las otras mujeres afganas», prometió a France Presse Sonia Niazi, presentadora de TOLOnews, después de presentar el boletín informativo. «Vendremos a trabajar hasta que el emirato islámico nos retire del espacio público o nos obligue a quedarnos en casa».

De todas las normas de la Sharía relativas a la mujer, la del velo es quizás la más decisiva para el ideario político islamista por su carácter de ‘símbolo religioso’, tanto en los países donde los musulmanes son mayoría como donde son minoría.

La contienda entre los propios musulmanes sobre la obligación del velo femenino es antigua. Según algunos, Mahoma la estableció para sus mujeres, turbado al ver cómo flirteaban con hombres que venían a ver al profeta. De la obligación inicial para las esposas de Mahoma se habría pasado a la de las mujeres de «los creyentes» si se sigue literalmente el versículo 59 de la sura de los Partidos, en el Corán: «¡Profeta! Di a tus esposas e hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran desde arriba con sus vestidos. Esto es lo más adecuado para que se las reconozca y no se las ofenda». Algunos estudiosos opinan que la obligación se limitó a las mujeres del profeta y no se aplicaba, ya en tiempos de Mahoma, a las otras. De hecho las ‘musfirat’, las mujeres descubiertas, abundaban entonces. Lo que empezó como costumbre tendió a sacralizarse con el tiempo, como ocurre con muchos otros aspectos del Corán –donde es difícil encontrar la frontera entre lo sagrado y lo profano–; pero nunca llegó a tener la fuerza que hoy tiene gracias al auge del islamismo, y a la falta de alternativas políticas a ese movimiento en el mundo musulmán.

Tanto en Afganistán como en Irán (y su versión del chador) y en los países del Golfo (que tienen un modelo radical como el afgano, el niqab), la legislación del velo femenino se siente blindada por el apoyo indirecto que prestan en Occidente los partidos de izquierdas, mucho más sensibles a la prenda femenina musulmana que al crucifijo en las escuelas. Su respaldo a que las niñas musulmanas puedan portar el velo en los colegios públicos cristalizó hace meses en la campaña del Consejo de Europa en favor de esa prenda, bajo el lema de ‘la belleza de la diversidad’.

ABC