El periodismo debe elegir entre ser una actividad sin ánimo de lucro o estar asociado a una práctica comercial. Es una nueva elección ante una situación, también nueva, que vive la profesión desde el inicio de la era digital. Se trata de elegir entre condicionar el ejercicio y la sostenibilidad financiera del periodismo al interés social, o mantener la situación actual en la que los objetivos económicos y políticos de los dueños de las empresas periodísticas determinan qué noticias se publicarán y con qué énfasis.
El periodismo “sin ánimo de lucro” no es periodismo filantrópico, ni es sinónimo de actividad voluntaria no remunerada. Es un término utilizado para expresar la prioridad de lo social sobre el lucro resultante de la comercialización de las noticias, al momento de definir la agenda periodística de un diario, estación de radio o telediario.
El periodismo sin fines de lucro depende de los ingresos tanto como las empresas convencionales, excepto que las ganancias eventuales se distribuyen entre quienes trabajaron y no solo entre los accionistas.
El surgimiento de este tipo de periodismo está directamente asociado a la revolución tecnológica/digital. Hasta ahora, el ejercicio del periodismo estaba condicionado por las circunstancias económicas que históricamente vinculaban la producción de noticias a la necesidad de inversiones financieras.
La herencia analógica
Como era inevitable, la exigencia de rentabilidad y las presiones por sobrevivir en un mercado altamente competitivo llevaron a los empresarios a apropiarse del mensaje social y transformador del periodismo para atraer lectores, oyentes y televidentes. Esto generó una situación contradictoria en la que la prestación de servicios de información a la población terminó subordinada a la práctica comercial. La función social pasó a estar condicionada por la rentabilidad empresarial diaria.
La asociación entre periodismo y empresa fue, por tanto, consecuencia de una coyuntura tecnológico-financiera y de un contexto histórico definido. Es inapropiado hacer un juicio moral, bueno o malo, correcto o incorrecto. No se puede juzgar el ecosistema informativo de los siglos XVIII y XIX con las herramientas teóricas y prácticas del siglo XXI, pero el periodismo necesita darse cuenta de que la realidad ha cambiado mucho.
Con la llegada de la era digital, la nueva realidad acabó alcanzando la base principal del modelo de negocio que hizo posible la supervivencia económica del periodismo durante casi dos siglos. Las tecnologías digitales han eliminado la necesidad de inversiones significativas para la producción de noticias en texto, audio y video. Con ello se crearon las condiciones tecnológicas y financieras para la multiplicación de proyectos periodísticos de todo tipo, para el surgimiento de las redes sociales y, principalmente, para la participación de la gente común en la producción colaborativa de noticias.
La innovación tecnológica en el área de la información y la comunicación ha tomado un ritmo frenético, creando angustiosos dilemas económicos para la prensa, especialmente luego de que la publicidad migrara a internet, reduciendo los ingresos de la absoluta mayoría de las empresas periodísticas hasta en un 70%.
Pero la cultura profesional heredada del periodismo anterior a la era de Internet no se ha actualizado a la misma velocidad. La generación de profesionales de 40 años y más aún vive con los hábitos y procedimientos determinados por la condición de asalariado en empresas que buscan maximizar sus ganancias. Estos son valores, normas y rutinas profundamente arraigados en el proceso de producción de noticias, entrevistas y reportajes. No es fácil ni rápido cambiar una situación como esta.
El reto de la sostenibilidad
Entre todos los cambios de valores, normas y rutinas ya en marcha, el más complicado es el relativo a la sostenibilidad financiera de la actividad periodística. La complejidad en el abordaje de esta cuestión resulta tanto de la necesidad de un nuevo modelo de negocio para la actividad profesional como, principalmente, de la inevitable asociación entre este nuevo modelo y la valorización de la función social del periodismo.
En las últimas décadas han surgido varias propuestas como el periodismo ciudadano, el periodismo cívico, el periodismo comunitario y el periodismo social. Casi todos buscaron enfatizar la necesidad de que la profesión reduzca su dependencia de las prácticas comerciales para dar más espacio a los temas sociales en la agenda de la prensa. Pero, fundamentalmente, estas alternativas buscaban corregir el abrumador predominio de los intereses corporativos y la lucha por el poder político en la agenda de prensa.
Este no es un cambio determinado únicamente por la preocupación por cuestiones éticas o lo que llamamos ‘corrección política’. El énfasis en la función social del periodismo tiene razones estructurales determinadas por el nuevo ecosistema informativo global. El periodismo ya no puede depender de la publicidad para sobrevivir tanto económicamente como en la producción de noticias.
La avalancha de información hizo inviable el sistema vigente hasta ahora. El periodismo ha llegado a depender cada vez más del apoyo directo del público a través de diferentes tipos de acceso pagado a las noticias. Esto crea la necesidad de una reorientación de la agenda informativa de la prensa hacia temas que involucren a la población. La agenda centrada en la política y los negocios convirtió al público en un observador pasivo de los acontecimientos, condición en la que las personas tienen pocos incentivos para financiar el ejercicio del periodismo, especialmente en tiempos de crisis económica como la que estamos viviendo.
Las formas en que el público financiará el periodismo es todavía una gran incógnita y un terreno que se empieza a explorar, especialmente a nivel local y en experiencias universitarias, en Estados Unidos y Europa. De los resultados obtenidos, ya se sabe que no habrá un modelo único y que se desarrollará de manera conjunta entre la gente común y los profesionales del periodismo, con el apoyo de investigadores académicos. A pesar de las incertidumbres que aún existen, ya existe casi un consenso de que el futuro del periodismo depende de su compromiso social y que este, a su vez, solo puede sobrevivir y crecer si es financieramente sostenible, a través de sistemas donde la búsqueda de ganancias no es la principal motivación de los emprendedores.
• Nota del autor
El propósito de este texto es alertar a mis colegas de profesión sobre la necesidad de un debate sobre la sostenibilidad financiera del periodismo, ya sea que se realice de forma autónoma o en empresas. Existe una relación directa entre la producción de noticias y la base económica que garantiza la sostenibilidad de la profesión. Hoy tenemos varias opciones, de ahí la urgencia del debate.
Observatório da Impresa.