Alexey Kovalev, Premio Internacional de Periodismo EL MUNDO, nació en Moscú el 26 de abril de 1981 en una familia de historiadores. Se graduó en la Facultad de Filología de la Universidad Estatal de Moscú y más tarde estudió Periodismo en la Universidad de Londres. Allí empezó a colaborar con la revista Wired. En Rusia fundó un medio contra las fake news y colaboró en The Moscow Times, The Guardian y The New York Times. En 2019 pasó a ser jefe de investigación en la web de noticias Meduza, que desafía al Kremlin con otro tipo de periodismo: independiente, centrado en la investigación, abierto a nuevos formatos y con una clara orientación liberal.
Tras el ataque de Rusia a Ucrania el pasado febrero, Kovalev también tuvo que exiliarse, especialmente después de la entrada en vigor de una ley en Rusia que pena con multas y cárcel a los que den información que contradiga la versión estatal. Su medio lleva años acosado por las autoridades rusas.
PREGUNTA. Usted huyó de Rusia hace siete meses. Ahora ve lo que está pasando. ¿Cuál ha de ser el papel del periodismo?
RESPUESTA. Cuando empezó la guerra me enteré por una llamada de mi editor. A las cinco de la mañana, me dijo: «Despierta, esto ha empezado». Sabía a qué se refería, porque no hacían falta más explicaciones. Nos habíamos estado preparando, pero aun así fue un shock. En cuanto escuché esas palabras «Despierta, esto ha empezado», al momento supe que mi vida había cambiado. Que mi futuro sería distinto. Cuando pasa algo importante, en Meduza tenemos un procedimiento de emergencia. Todas las secciones, incluida la de ciencia, se ponen a trabajar en el mismo asunto que acaba de ocurrir. Normalmente esto dura dos o tres días, pero esta guerra es distinta. Llevamos siete meses en modo de crisis. Y es un buen sistema.
P. ¿Era entonces consciente de todos los peligros en los que se enfrentaba el periodismo?
R. Los problemas para el periodismo en Rusia son, para empezar, que hasta hace relativamente poco el gobierno ruso ni siquiera reconocía la importancia del periodismo independiente. Y sólo recientemente el grado de corrupción en el ejército ruso resultó ser demasiado evidente como para ser ignorado. Entonces la misma gente que nos había llamado traidores y cobardes por cubrir la misma corrupción que ahora está lastrando la campaña rusa en el frente, esos mismos blogueros pro Kremlin o cargos públicos, empezaron a decir que por qué nadie les había hablado de la corrupción. ¡Nosotros lo hicimos! ¡Era nuestro trabajo! Así que ésa es la función del periodismo, está muy claro. También en Rusia. Mi misión como periodista es estar ahí para escribir el primer borrador de la historia. Si todo mi trabajo se reduce a una nota a pie de página en un libro de historia, seré muy feliz.
P. Los años 2020 y 2021 fueron malos para las libertades en Rusia. ¿Sintió en algún momento que se avecinaba una guerra?
R. No vimos la guerra venir. Sabíamos que algo grande y malo se acercaba. Tengo que confesar que una de las historias que escribí antes de la guerra fue un cuestionario a expertos: llamé a gente muy sabia, y la mayor parte me dijo que de ninguna manera, que era Putin fanfarroneando. ¡Y casi la publico! La aguanté hasta después del 23 de febrero y el 24 ya se vio claramente que era el enfoque erróneo. Todo el mundo estaba equivocado, salvo el círculo íntimo de Putin y por supuesto los servicios de inteligencia de EEUU. Y desde luego la propaganda rusa también negó que fuese a haber una invasión.
P. El nuevo exilio ruso ya es enorme. ¿Esto le duele a Putin o al contrario?
R. El exilio, sobre todo, daña a los que se van. A la gente que se marcha, porque teme por su vida o por su familia. A la gente que no quiere ir al frente a matar ucranianos y, con mucha probabilidad, morir ahí. A los activistas políticos, o a los periodistas: gente que teme ser procesada. Y en cuanto a Putin, no creo que le dañe. Nada de esto le daña, en realidad. Está claro que su cálculo de riesgos es muy distinto respecto a los de una persona normal. Hace daño a Rusia, sin duda. Toda la gente que se va, la gente que tiene los medios, incluidos los financieros, es gente que se ha excluido a sí misma de los sectores económicos. Es una cifra muy grande. Sin duda, a Rusia le irá peor sin estos consumidores. Sin el talento de esta gente. Sin la actividad empresarial que hubiese podido desplegar en su país.
P. La guerra no va tan rápido ni tan bien como planeaba Moscú. ¿Cree que Putin calculó mal? ¿Qué hizo que se equivocara?
R. Su mayor error de cálculo es que vive en su mundo de fantasías. Se cree su propia propaganda. No cree en la capacidad de acción de la gente, sean rusos o ucranianos. No cree en la gente en sí, sino en la vigencia de fuerzas, de superpotencias, como Rusia o EEUU, que pueden dictar el futuro de naciones enteras. Pero no es así, Ucrania es un claro ejemplo de su error de planteamiento: no creyó que los ucranianos fuesen a respaldar a su presidente. Tampoco cree que los rusos que se oponen a esta guerra lo hagan por voluntad propia, cree que deben estar bajo influencia de un poder extranjero, pero está claro que no es así. No puedes lavarle el cerebro a alguien para que se enfrente a la policía, la propaganda no funciona así. Los rusos que se oponen a la guerra lo hacen por convicción. Los ucranianos están luchando por su país con todo lo que tienen. Puede ser su gran ruina. Su gran apuesta la ha perdido, sólo tenía un escenario, para el cual se habían preparado él y su ejército, y no ha sucedido. Ha estado muy equivocado sobre muchas cosas, pero hasta muy recientemente nadie se ha atrevido a decírselo. Está rodeado de sicofantes y gente que le da la razón. Por eso está perdiendo.
P. En Europa algunas personas dicen «no es nuestra guerra» y temen por el gas. ¿Tienen razón?
R. La gente siempre encuentra razones para creer que algo no es tan amenazante. Pero Putin es una amenaza existencial para el mundo entero. Espero que la gente se de cuenta lo antes posible. Los europeos tienen suerte de que Ucrania, con su determinación, está resistiendo de esta manera. Está claro que el viejo mundo en el que consigues gas barato a cambio de dar la espalda a los abusos en Rusia fue un error. Cuanto antes se de cuenta la gente, mejor para todo el mundo.
P. En estos siete meses difíciles, ¿qué ha aprendido usted sobre su país y sobre Putin?
R. De vez en cuando me siento culpable, pienso que debería haber hecho más. He sido periodista durante 20 años, el mismo tiempo que Putin ha estado en el poder. Tal vez debería haber estado más tiempo exponiendo en qué consiste su régimen. Porque no siempre estuve dedicado al periodismo de investigación. Es un trabajo muy difícil y no todo el mundo tiene la determinación que hace falta. Yo sólo la encontré en etapas posteriores de mi carrera. Pero lo que sé ahora es que Rusia es una sociedad muy enferma. No es suficiente perder la guerra, necesitamos un examen de conciencia nacional por todas las razones que llevaron a esto.
El Mundo