Bogotá, Colombia.- Camila Jiménez Sáez se describe como una mujer muy caribeña, una “barranquiguajira” para ser exacta. La periodista, que nació en Barranquilla, pero creció en Riohacha, se convirtió en agosto de 2022 en la primera mujer trans en ingresar al equipo de Noticias Caracol. Ser parte de un noticiero de televisión fue algo con lo que soñó en algún momento, pero no pensó que “una persona como ella” pudiera hacerlo y mucho menos a sus 30 años.
“Desde pequeña sabía quién era, que no lo podía expresar es distinto” cuenta Camila. Crecer en una región como la caribe, que suele ser hostil con la diversidad sexual y de género, significó una batalla personal. De no ser por su mamá y papá, quienes describe como personas supremamente empáticas, probablemente no hubiera sido capaz de superar la violencia y bullying que experimentó durante el colegio.
Sus padres le ayudaron a salir de Riohacha y su tía logró conseguirle un cupo para el último año de bachillerato en Ibagué, Tolima. “En ese momento existían las tribus urbanas. Recuerdo perfectamente, probablemente ya no lo sean, pero estudiaba con un ‘Skinhead’ y con un ‘Emo’, y lo hacía más divertido que yo era la marica del salón”, dice. Para ella, esas formas de expresión, que de cierto modo eran disruptivas, le permitieron también dar un paso hacia su autorreconocimiento como persona diversa.
Sin embargo, tenía claro que primero debía asegurar su título profesional antes de poder expresar realmente quién era. “En ese momento yo pensaba que ser, o más bien, aparentar ser gay era lo más fácil”, dice Camila. Estudió comunicación social y periodismo en la Universidad del Norte en Barranquilla. Durante la universidad tuvo algunos acercamientos a la presentación de noticias en programas regionales, pero lo recuerda como incómodo, pues era verse presentando en un cuerpo en el que no se sentía bien.
A sus 20 años, decidió iniciar su tránsito. Al igual que otras personas trans, Camila decide usar las fases de capullo a mariposa como analogía a su proceso. Primero, exploró con una expresión de género andrógina (que es ambigua, pues mezcla o posee simultáneamente características consideradas masculinas y femeninas), luego mientras vivió fuera del país se travestía, hasta que finalmente se mostró al mundo como siempre supo que era: una mujer.
En 2017, cuando Camila hizo oficial su transición, se encontraba cursando una maestría en ciencias sociales de la Universidad Autónoma de Zacatecas, México. Estaba becada por dos organizaciones, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de México. Pero, cuando se fue a inscribir al último semestre, no la aceptaron. La razón, según la universidad, fue porque era una mala estudiante. Sin embargo, eso no tenía sentido, pues las calificaciones de Camila siempre estuvieron entre 9 y 9.5. Todo apuntaba a que se trataba de transfobia.
“Era absurdo en todo sentido, sobre todo cuando piensas que la discriminación venía desde la facultad de ciencias sociales”, afirma Camila. Le dieron varias excusas para negarle el cupo; que el promedio “digno” de una beca era de 10 o que su tesis no servía aun cuando durante los tres semestres anteriores la había aprobado. A partir de ese momento, inició un proceso legal, ya que le estaban negando el derecho a la educación a raíz de su identidad de género.
Con ayuda de la organización Caribe Afirmativo, la casa de la mujer de Zacatecas y CONAPRED, órgano mexicano encargado de los casos de discriminación, demandaron a la universidad. Camila fue reintegrada a la maestría, pero ella sospecha que “tenían la intención de hacerme perder con la tesis, pues solo quedaba un mes para hacer todo lo que no pude durante el semestre”.
Al final, logró graduarse. Con la ayuda de dos tutoras externas, de España y Puerto Rico, presentó su tesis sobre las dificultades laborales para las personas trans en América latina. Entre risas, ella recuerda que tuvo que sustentar un viernes 13. Para Camila, estudiar siempre había sido una escapatoria y, de hecho, había empezado un doctorado en la Universidad de Puebla, pero después de todos los problemas que vivió, decidió volver a Colombia.
Al regresar, trabajó varios años como docente universitaria y coordinadora en proyectos de desarrollo social. En el 2021, fue parte del equipo de investigación de la Comisión de la Verdad para escribir el Informe Final, una experiencia que describe como de las más dolorosas. “Escuchar a otras hermanas trans relatar todo lo que vivieron y las violencias a las que fueron sometidas fue un proceso muy autoagresivo para mí. Y luego tener que sentarme a escribir todo eso me causó una crisis emocional”, relata.
En ese momento, Camila tuvo claro dos cosas: que nunca más quería trabajar en investigación y que se quería ir del país por las dificultades y miedos que afrontan las personas con experiencia de vida trans. Pero, por casualidades de la vida, “se me da por querer entrar a los medios, después de todo había estudiado periodismo. Así que empecé a tocar puertas”, menciona. Se puso un plazo y, de no salir ninguna oportunidad, se iría de Colombia para empezar de cero.
En mayo del 2022, los directores de Noticias Caracol le pusieron lo que Camila denomina la prueba de fuego: entrevistar a la escritora argentina Camila Sosa Villada, quien también es una mujer trans. Ella recuerda que fue un reto gigante, pero que nunca va a olvidar que Sossa le dijo que fue la primera vez en la que se sintió completamente cómoda en una entrevista, pues sabía que ella sí entendía su experiencia. Dos meses después, le dieron la noticia que formaba parte del equipo informativo y hoy asegura que se encuentra en el lugar indicado.
Si bien esta es la primera vez que trabaja en un medio de comunicación, es un logro, en sus propias palabras, ganado a pulso. No lo obtuvo simplemente por ser trans, pero sí acepta que su experiencia de vida le permite aportar al noticiero desde una visión más diversa, interseccional y transfeminista. Actualmente, cubre las fuentes de cultura y educación, y presenta en el espacio de entrevistas de Caracol Ahora “TodasTodosyTodes”.
Camila afirma que todos los días aprende algo nuevo y que efectivamente el mundo está cambiando. Para la periodista, ser parte del noticiero no solo significa visibilizar, sino también abrir espacios para más personas. “Se trata de dar oportunidades para la diversidad en toda su expresión, no solamente para personas trans, sino para personas que viven con una discapacidad, que tienen diversidad funcional o para las comunidades afro o indígenas que han sido silenciadas y olvidadas. A mí me encantaría algún día ver a una mujer Wayú hablando frente a una cámara en wayuunaiki”, reflexiona.
EE