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Cierre de RCTV: cuando la libertad de prensa en Venezuela se convirtió en una pantalla en negro

Fundado en noviembre de 1953, el canal de Quinta Crespo habría celebrado 70 años en la televisión, pero en cambio, se cumplen 16 años de su salida del aire, por orden de Hugo Chávez. La exjefa del noticiero El Observador, Carmen Ruiz, contó a El Diario cómo fueron los últimos momentos de aquella sala de redacción que, hasta el último minuto, se negó a ser complaciente con el poder

La noche del 27 de mayo de 2007, millones de familias venezolanas vieron en sus televisores el fin de una época. En el set de Radio Caracas Televisión (RCTV), sus trabajadores gritaban “Libertad” mientras aplaudían, lloraban y se abrazaban. La señal del canal, uno de los más populares del país, estaba a punto de salir del aire por órdenes del entonces presidente Hugo Chávez.

Cuando faltaban cinco minutos para la medianoche, el plano general del estudio abrió paso al Himno Nacional. El video, grabado para la ocasión, sintetizaba toda la emotividad que rodeó las últimas semanas de RCTV. Artistas, técnicos y productores mantuvieron su programación hasta el último día, mientras en las calles se realizaban masivas protestas ciudadanas en contra de la medida. Con solemnidad, mirando a la cámara, todos sus empleados entonaron el coro final del Himno. Luego la pantalla se puso en negro.

A los pocos segundos, apareció la imagen de la Televisora Venezolana Social (TVes). El nuevo canal, propiedad del gobierno, pasó a ocupar a partir de ese día la señal del canal 2.

Carmen Omaira Ruiz estuvo esa noche en el estudio de RCTV. Durante 16 años trabajó coordinando los equipos reporteriles para el noticiero El Observador como jefa de la Mesa de Asignaciones. En entrevista para El Diario, relata el vacío que reinó en el lugar una vez la señal dejó de transmitirse.

“Las lágrimas no se hicieron esperar, los abrazos, la incredulidad. Fueron momentos muy duros y conmovedores. Periodistas que trabajaron en otros tiempos pidieron estar allí. Fue una sensación de pérdida, de duelo con una herida que sigue hasta hoy entre la familia RCTVista”, recuerda.

El cierre

Foto: EFE/Eduardo Morales

La primera vez que Venezuela supo de Hugo Chávez fue a través de la televisión. Esa mañana del 4 de febrero de 1992, exclamó su “Por ahora” tras fracasar un intento de golpe de Estado. Luego de ser liberado de la cárcel, Chávez mantuvo buenas relaciones con la prensa, sobre todo para impulsar su candidatura presidencial en 1998. Sin embargo, una vez en el poder, la situación cambió en la medida que el ahora mandatario usaba un discurso cada vez más agresivo e intolerante a las críticas que se le hacían desde los medios de comunicación.

La tensión alcanzó un punto crítico el 11 de abril de 2002. Mientras Chávez se dirigía a la nación para alertar sobre un intento de golpe de Estado en su contra y asegurar que la situación estaba bajo control, varios canales privados decidieron dividir sus pantallas para mostrar en simultáneo las protestas en la calle y los tiroteos en Puente Llaguno. El presidente jamás les perdonó esta acción. En especial a RCTV, al que acusó de haber alentado a la gente a marchar contra su gobierno.

El 28 de diciembre de 2006, Chávez dio un discurso en un acto en la Academia Militar. Allí anunció que no renovaría la concesión de RCTV, la cual vencía al año siguiente. En Venezuela, el espacio radioeléctrico es propiedad del Estado, el cual otorga concesiones a los canales de televisión y emisoras de radio para su explotación. Aunque el Ejecutivo tiene la potestad de renovarlas o no, fue la primera vez que se usó ese recurso con fines políticos.

“Ya está redactada la medida, así que vayan preparándose, apagando los equipos. No se va a tolerar aquí ningún medio de comunicación que esté al servicio del golpismo, contra el pueblo, contra la nación”, dijo.

Sin censura

Foto: Cortesía

Para Ruiz, cada jornada comenzaba con la reunión de pauta en la Vicepresidencia de Información. Allí se reunía con representantes de los distintos departamentos encargados de los programas informativos y de opinión del canal para discutir los eventos del día, ruedas de prensa convocadas o denuncias ciudadanas recibidas. También para hacer seguimiento a los temas de investigación propios. Allí se estructuraba, se asignaban los trabajos a cada reportero y se repetía la reunión en la tarde para preparar la emisión estelar de El Observador.

“De esta reunión salían temas que iban al aire en los diferentes programas, o se descartaban. Debatíamos la puesta en escena de los trabajos, siempre pensando en entretener, educar, presentar diferentes visiones de un tema, sea cual fuera”, señala.

Con la llegada del chavismo al poder, esa dinámica si bien no cambió, les obligó a ser más cautelosos con las pautas. Aunque afirma que la directiva del canal nunca le ordenó a la Mesa de Asignaciones cambiar o censurar algún contenido, sabía que los altos ejecutivos sí recibían constantemente presiones por parte del gobierno para suavizar su línea editorial.

“Por no ceder en la complacencia se llegó a la medida extrema del cierre del canal. En el ADN de El Observador siempre presentamos la parte y la contraparte de todo asunto. Incluso en aquellas informaciones que para el gobierno eran molestas”, evoca.

Hostilidad estatal

Foto: Cortesía AP Photo/Howard Yanes

Las tensiones entre el periodismo y el poder no eran algo nuevo en Venezuela. Por ejemplo, el presidente Jaime Lusinchi (1984-1989) solía tener enfrentamientos verbales con los reporteros que le hacían preguntas incómodas. Siendo ya expresidente, protagonizó uno de sus momentos más conocidos precisamente ante RCTV en 1993. Delante de las cámaras llamó “cobarde” al dueño del canal, Marcel Granier. Luego, regresando molesto, interrumpió al periodista Luis Guillermo García para decirle: “A mí no me jodes tú”.

Sin embargo, Chávez elevó las hostilidades contra la prensa a un nuevo nivel durante su gobierno. Ruiz señala que, a lo interno, el mandatario le exigía a los directivos sacar programas del aire o despedir a los periodistas que le parecían demasiado incómodos. A lo externo, cargaba en sus discursos contra los medios de comunicación con mensajes llenos de descalificaciones e invitaciones a sus seguidores a intervenir para boicotear las coberturas periodísticas en la calle.

“Corría el 2002 cuando ya eran evidentes las continuas violaciones al libre ejercicio del periodismo. Agresiones físicas, ataques a nuestros reporteros, camarógrafos, asistentes y directivos del medio. La infraestructura (la sede del canal) fue vandalizada con intentos de incendio por los grupos armados de choque progobierno”, asegura.

Como jefa de información, Ruiz debía evaluar para cada pauta los potenciales peligros que su equipo podía correr. Por ejemplo, evitar enviar a una reportera embarazada a un evento del oficialismo donde sabía que tendrían altas probabilidades de ser agredidos.

“Igual eso no era garantía de nada. Había que lidiar para poder entrar a las pautas del gobierno. Nos dejaban esperando, no nos atendían o nos pedían reenviar muchas veces la acreditación. O simplemente no nos invitaban. Un sin fin de excusas para limitar el trabajo. Tocaba sortearlas e ingeniárselas para conseguir que esa información estuviera en la pantalla de El Observador”, completa.

Sede en peligro

Manifestación en apoyo a RCTV frente a la sede del canal. Foto: Cortesía

RCTV era conocido como “el canal de Barcenas”, pues estaba ubicado cerca de esa esquina de Quinta Crespo, en pleno centro de Caracas. Durante décadas fue una locación estratégica, de fácil acceso para entrevistados y artistas, además de estar cerca de las instituciones públicas más importantes. Pero con el tiempo, la zona, así como otras esquinas del municipio Libertador, fueron tomadas por diferentes grupos irregulares afectos al oficialismo, como los círculos bolivarianos o los colectivos.

Esa convivencia pronto dejó de ser pacífica. El 11 de noviembre de 2002, simpatizantes de Chávez se concentraron en la entrada del canal para rechazar las posturas críticas que se manejaban en su programación. Arrojaron piedras y botellas contra la fachada de vidrio del edificio, además de una bomba lacrimógena. Finalmente fueron dispersados por la entonces Policía Metropolitana, aunque fue el comienzo de otros episodios similares que se repetirían después.

“Ni siquiera en el canal estábamos seguros. En algún momento me detuve a pensar en cómo salir del edificio a la hora de una intrusión violenta y se diseñó un plan de evacuación con el departamento de Seguridad. Se colocaron puertas estratégicamente para el resguardo del personal”, explica Ruiz.

Línea dura

A la derecha, de sueter negro, el presidente de RCTV, Marcel Granier. De chaqueta beige, el presentador Eladio Lárez, para entonces director general del canal. Foto: Cortesía

El canal 2 continuó dando más cabida a programas de opinión donde directamente se confrontaba a las políticas del oficialismo. Ejemplo de ello eran Los chismes de la Bicha, conducido por Berenice Gómez; o La Entrevista, con Miguel Ángel Rodríguez. También programas de denuncia ciudadana como Alerta, e incluso sketches de comedia en Radio Rochela en los que se parodiaba a personajes del gobierno, aunque sin imitar directamente a Chávez, como se acostumbraba con otros presidentes.

En 2005 inauguraron en la planta de Quinta Crespo el Centro Nacional de Noticias, una sala de redacción con tecnología de vanguardia en la que operaba El Observador.

De acuerdo con Marcel Granier, presidente de Empresas 1BC, casa matriz de RCTV, el no ceder a las solicitudes del Palacio de Miraflores de cambiar su línea editorial fue lo que impulsó su salida del aire. Ruiz agrega que hubo incluso una oferta del gobierno para comprar el canal, la cual fue rechazada.

“El 28 de diciembre de 2006, ofuscado, (Chávez) lanza el argumento de vencimiento de la concesión como canal de televisión para no permitir la disidencia en los medios de comunicación social. RCTV fue solo el principio de lo que se ha constatado con el paso de los años. En definitiva, la directiva del canal no se doblegó y es por ello que se materializa el temido anuncio”, asevera la periodista.

Violencia en las calles

Foto: Cortesía

Ruiz recuerda que los meses siguientes al anuncio del presidente estuvieron llenos de incertidumbre. Comenta que, hasta ese momento, era algo insólito en la historia de la televisión venezolana. La directiva del canal llevó el caso hasta el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) alegando que su concesión no se vencía hasta el año 2021, pero la sala falló a favor del gobierno. Incluso sentenció que el canal debía ceder sus antenas al nuevo canal estatal que se crearía en su lugar, aunque luego otro fallo les permitió recuperar algunos equipos tecnológicos.

La sentencia del TSJ desató una serie de protestas ciudadanas en Caracas y varias ciudades. Muchas fueron organizadas por estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Simón Bolívar (USB), lo que dio pie al movimiento estudiantil del que emergieron figuras como Freddy Guevara, Juan Guaidó, Yon Goicoechea, Stalin González o Miguel Pizarro. Otras protestas se desarrollaron en urbanizaciones y sectores residenciales, donde los vecinos levantaban barricadas para protegerse de los ataques de la policía y colectivos, en lo desde el gobierno comenzó a denominarse guarimbas.

Foto: Cortesía

El oficialismo también convocó contramarchas a favor del cierre de RCTV. El 27 de mayo, mismo día que el canal salió del aire, grupos chavistas y opositores se enfrentaron durante una protesta frente a la sede de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). También se reportaron cacerolazos y barricadas en calles de todo el país.

Ruiz rememora cómo en ese contexto marcado por la violencia, en más de una ocasión debió sacar a sus reporteros de alguna manifestación para resguardarlo porque su vida corría peligro. Muchos llegaban a la sala de redacción al borde de las lágrimas por las agresiones que sufrían en cada pauta.

La última puesta en escena

Foto: Cortesía

El 27 de mayo de 2007, Ruiz y su equipo debieron trabajar como si fuera una jornada ordinaria. Hicieron sus reuniones, asignaron las pautas y salieron a reportar. En el Centro Nacional de Noticias, periodistas iban de un lado a otro redactando, editando material y enviándolo a sus aliados internacionales. “Hasta el último momento nuestra puesta en escena, la última en una señal libre, debía ser impecable. Y efectivamente lo fue”, indica. Ese día, el propio canal fue el epicentro de sus reportes.

“Era un momento histórico noticioso muy importante, sin precedentes. Era el día en que el mundo entero tenía los ojos puestos en RCTV”, acota.

Asegura que, a pesar de organizar relevos para descansar, todos los trabajadores quisieron mantenerse trabajando hasta el último minuto. Los más afectados fueron aquellos que tenían décadas, casi toda vida, trabajando allí. Más de 1.300 empleados cuya situación laboral quedaría en un limbo. Al caer la tarde y terminar de cubrir las protestas, los periodistas llegaron al canal y el equipo se preparó para sumarse al resto de sus compañeros en la despedida.

“Corresponsales y reporteros dieron sus emotivas palabras de despedida junto a su equipo de camarógrafos, asistentes y productores. Los que estaban en Caracas se fueron a presenciar en Quinta Crespo este fatídico momento en que la pantalla de RCTV se fue a negro y entró la señal de TVes”, relata.

Foto: Cortesía

RCTV continuó por algunos años más como productora, distribuyendo sus telenovelas y programas como ¿Quién quiere ser millonario? a otros canales nacionales e internacionales. Sin embargo, con el paso del tiempo, y al no contar con recursos para adaptarse a nuevos formatos en Internet, pronto se convirtió en el fantasma de lo que alguna vez fue.

“Con el paso de los años, por razones obvias, se fue minimizando la plantilla del canal. Para algunos no fue fácil conseguir trabajo, teniendo el sello de RCTV en la frente, otros tuvieron que reinventarse haciendo otras labores que nada tenían que ver con sus profesiones. Mucho del talento artístico y periodístico emigró”, aporta Ruiz, quien actualmente vive en España, sobre las consecuencias que tuvo esta medida para los trabajadores del canal.

Castigo ejemplar

Foto: Cortesía

En 2015, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió un fallo a favor de RCTV, ordenando al Estado venezolano restituir su señal. Sin embargo, esto nunca se cumplió. Para organizaciones como Espacio Público, aunque ya había antecedentes de cierres de emisoras de radio y periódicos antes de 2007, el cierre de RCTV marcó el comienzo de la política de restricción de la libertad de prensa y control de los medios de comunicación por parte del chavismo.

En un comunicado a propósito del 15 aniversario de este hecho, indicó que se trató de un “castigo ejemplarizante” para el resto de la prensa venezolana. Esto al recordar las declaraciones dadas por el entonces ministro de Comunicación e Información, William Lara, en las que amenazó al resto de medios de comunicación que hablaran de lo sucedido a RCTV como un cierre arbitrario, y como una concesión vencida.

Foto: Cortesía AP Photo/Howard Yanes

Desde entonces, Espacio Público estima que 324 los medios de comunicación de todos los formatos han sido cerrados tanto por el gobierno de Chávez, como por el régimen de Nicolás Maduro. Precisamente una de las estrategias empleadas ha sido el no renovar la concesión de emisoras de radio y televisión, a pesar de sus solicitudes. De modo que, al cometer alguna infracción o emitir algún contenido que Conatel considere inapropiado, se les pueda retirar la señal e incluso confiscar sus equipos instantáneamente.

A esto se ha sumado la compra de otros canales como Globovisión, también un fuerte crítico del oficialismo, en 2013. Organizaciones como el Instituto Prensa y Sociedad (Ipys) han denunciado que esta transacción, al igual que con otros medios como el diario El Universal, fueron hechas por sociedades opacas vinculadas al régimen de Maduro, con el fin de cambiar su línea editorial sin pasar por el impacto que tuvo el cierre de RCTV en la opinión pública.

“Yo creo que el alto nivel de violencia física, descalificaciones morales que caracterizaron esa época aún continúan en el gobierno de Nicolás Maduro. El exponer públicamente agresiones verbales usando descarada y sistemáticamente los medios del Estado para insultar, mentir, vejar a nuestros trabajadores hasta llegar a materializar esas amenazas, el acoso constante. Todo ello documentado jurídicamente”, sentencia Ruiz.

Por Jordan F.

El Diario

 

 

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