Por Grecia Torres
El 7 de octubre se cumple un año del ataque de Hamás a Israel, acontecimiento que aumentó las hostilidades entre Gaza e Israel. Sin embargo, el conflicto entre israelíes y palestinos es una disputa histórica que se remonta a principios del siglo XX, marcada por la lucha territorial, las tensiones religiosas y el impacto de diversas guerras y resoluciones internacionales.
El periodismo en zonas de conflicto se ha convertido en una de las profesiones más desafiantes y esenciales para el acceso a la información de manera rápida y veraz. En escenarios como los que actualmente ocurren en Medio Oriente, la cobertura informativa trasciende un simple reportaje; se convierte en un acto de resistencia frente la censura y seguridad.
De acuerdo con el Comité de Protección para Periodistas (CPJ), por lo menos 128 periodistas o trabajadores de los medios de comunicación han sido asesinados desde el 7 de octubre de 2023 en el contexto del conflicto. De ellos, todos son palestinos con excepción de cinco.
«Los asesinatos, junto con la censura, los arrestos, la continua prohibición del acceso independiente de los medios de comunicación a Gaza, los cierres persistentes de Internet, la destrucción de los medios de comunicación y el desplazamiento de la comunidad de medios de Gaza, han restringido severamente los informes sobre la guerra y han obstaculizado la documentación», indica el CPJ.
En entrevista con Expansión, Témoris Grecko, periodista mexicano independiente y José Armijo, foto- periodista peruano para CNN Internacional, comparten sus experiencias realizando su trabajo en zonas de guerra. Así como el rol de las redes sociales en la cobertura de conflictos modernos.
¿Cuáles son los retos del periodismo para cubrir un conflicto?
Uno de los principales retos en la cobertura del conflicto en Gaza ha sido el acceso restringido. Israel ejerce un control riguroso sobre quién puede ingresar a la zona, y los periodistas deben obtener permisos especiales de las Fuerzas Israelíes de Defensa.
Greko subraya las limitaciones impuestas por las autoridades israelíes. Además, asegura que el ejército israelí organiza «tours», en los que lleva a los periodistas a lugares predeterminados y pueden hablar solo con personas seleccionadas. «Te llevan a donde quieren, te enseñan lo que quieren, te permiten hablar con quienes ellos quieren», explica.
Armijo coincide en el proceso de solicitar un permiso para entrar a cualquiera de las zonas involucradas, además de enfrentar un escrutinio que incluye revisión de cada una de tus redes sociales, tus antecedentes y tu documentación.
Sin embargo, reconoce que trabajar para CNN, una cadena estadounidense, le otorga ciertos beneficios, como el respaldo de un medio de comunicación, que facilita la logística y proporciona apoyo institucional en zonas de conflicto.
“Hay muchas cadenas americanas basadas en Israel, lo cual te da una protección jurídica. Tú llegas, pides una credencial, y como eres periodista, tienes acceso a la información”, dice.
La seguridad es otra de las principales preocupaciones para ambos periodistas.
Greko dice que “las coberturas de conflicto son caras… necesitas chaleco, casco, seguro de vida, seguro médico, seguro contra secuestros”. Como es su caso, la escasez de recursos que padecen los periodistas independientes los coloca en una situación de mayor vulnerabilidad.
“A mí nadie me va a ayudar. A nadie le importa”, añade, pues sin un medio como respaldo, es probable que pocas personas note su ausencia si esta sucede y haga algo al respecto.
Por su parte, Armijo destaca que medios corporativos como CNN invierten en la seguridad de sus reporteros. “Siempre van a destinar recursos para la seguridad. Un hotel seguro, medidas de protección”. Esto puede brindarle una mayor tranquilidad en su labor, aunque ambos comparten la incertidumbre y el riesgo inherente a su trabajo.
Armijo explica que la nacionalidad también juega un papel importante en términos de seguridad. Por ejemplo, él cuenta con dos pasaportes, el estadounidense y el peruano. En alguna ocasión, relata, ingresó a Gaza con su pasaporte peruano, lo que le generó inquietud: “¿Crees que Perú me va a venir a rescatar (en caso de ser secuestrado)? No, de ninguna manera”
La censura también es un obstáculo. Grecko afirma que todos los periodistas, tanto locales como extranjeros, están obligados a someter su trabajo a la revisión de la censura militar.
“En teoría, tú deberías someter todo lo que escribes y haces a la revisión de la censura militar”, dice, pero explica su trabajo rara vez pasa por dicho filtro debido a que publica en México, un país cuya opinión pública no preocupa tanto a las autoridades israelíes, según comenta.
“Entonces, también a veces lo que hacen (los periodistas independientes) es entregarlo clandestinamente y sin revelar quién es el autor a medios extranjeros, porque lo que les interesa pues es que se conozca qué es lo que está pasando. Hay muchos trucos ahí”
Armijo explica que, por otro lado, no siempre se trata de una censura, si no de poder equilibrar la narrativa ya que es común el no lograr mantener un balance cuando se está en el terreno. “Si estás viendo que le cae una bomba a la escuela del frente matando niños, tu instinto humano te va a hacer escribir cosas horribles del que tiró la bomba”.
Armijo explica que una publicación poco balanceada puede incluso causar conflictos internacionales o fracturar relaciones diplomáticas, por lo que “todo tiene que pasar por un departamento que ayudará a equilibrar la historia”.
¿Qué tienen que ver las redes sociales?
En conflictos como el de Gaza, las redes sociales se han convertido en un nuevo campo de batalla, donde actores estatales y no estatales influyen en la opinión pública global a través de propaganda o desinformación.
El artículo “Las redes sociales en el conflicto moderno” de Raúl Suevos, subraya la importancia del dominio cognitivo, es decir, el control de la información y la manipulación de percepciones a través de estas plataformas.
El documento señala que desde el ataque inicial de Hamás, que fue amplificado con imágenes impactantes de la invasión a Israel, hasta la respuesta israelí con bombardeos aéreos, ambos bandos han utilizado las redes sociales para influir en la opinión pública.
Hamás ha difundido imágenes de niños heridos y escenas de destrucción para movilizar a las audiencias musulmanas y obtener apoyo en países como Jordania y Turquía. Por su parte, Israel ha compartido vídeos de precisión militar, destacando el uso de bombardeos quirúrgicos y responsabilizando a Hamás por las víctimas civiles que no evacuaron.
Un ejemplo emblemático es el caso del hospital Al-Ahli, donde las redes sociales difundieron rápidamente información errónea sobre un ataque israelí, que luego fue desmentido.
Grecko valora las redes sociales como una herramienta fundamental para su trabajo independiente. “Gracias a las redes sociales puede abrir una newsletter… en la que puedo publicar y llegar al público que le interesa”.
Sin embargo, también asegura que hay peligros inherentes a estas plataformas. “Hay un nivel de censura en redes sociales, y eso es muy peligroso porque hemos cedido la plaza pública a las redes”. A pesar de estos riesgos, Témoris afirma que estas herramientas facilitan la interacción con el público y permiten a los periodistas independientes superar la intermediación de los medios tradicionales.
El flujo constante de información no verificada en redes como X, Facebook e Instagram complica el trabajo de los periodistas que intentan proporcionar información precisa en tiempo real. Durante el conflicto en Gaza, ha sido común ver cómo imágenes descontextualizadas o noticias sin confirmar se propagan rápidamente, afectando la percepción pública y exacerbando tensiones entre diferentes grupos.
Armijo reconoce la rapidez con que los rumores pueden circular: “Es muy peligroso para la gente que tiene mala intención de hacer un video y difundir noticias engañosas”.
Este fenómeno se alinea con lo expuesto en el artículo de Raúl Suevos, donde se menciona que las redes sociales no solo difunden información, sino que también pueden convertirse en vehículos de desinformación, alterando la percepción pública de los conflictos.
Las empresas responsables de estas plataformas aseguran que, de acuerdo con comunicados enviados a Expansión, han tratado de limitar la publicación de contenido no verificado sobre este conflicto.
Meta –empesa matriz de Facebook, WhatsApp, Instagram y Messenger– asegua que “ha adoptado una postura activa durante el conflicto entre Israel y Hamás” y se ha enfocado “en eliminar contenidos que promuevan la violencia y desinformación”.
Por ejemplo, afirma que ha bloqueado hashtags que infringen sus normas, restringido transmisiones en vivo, y eliminado contenidos que glorifican actos violentos. Además, colabora con verificadores de datos independientes para reducir la difusión de noticias falsas en árabe y hebreo.
Esto incluye la eliminación de más de 795,000 publicaciones que violan sus políticas en hebreo y árabe.
Por su parte, YouTube, a través de un portavoz de la empresa, comparte a Expansión que la plataforma de videos ha eliminado decenas de miles de videos y cancelado miles de canales, al tiempo que mantienen “la conexión con información de calidad”.
Finalmente, TikTok asegura que ha implementado varias medidas para proteger a su comunidad durante el conflicto entre Israel y Hamás. En su comunicado, la plataforma detalla que para abordar los riesgos derivados de la desinformación y los contenidos nocivos que circulan en línea ha tomado acciones clave como “eliminar contenido que glorifique la violencia o promueva propaganda terrorista”.
La compañía también afirma que está mejorando sus mecanismos de control, como la moderación de contenidos y el uso de tecnologías avanzadas para detectar y remover de manera proactiva publicaciones que infringen sus normas.
EXPANSION