por Ana Lacasa
La comunicación y el periodismo ha cambiado a lo largo de los siglos. El periodismo tal y como lo conocemos hoy en día no tiene nada que ver con lo que se hacía hace 50 años o incluso hace 20 años. Las redes sociales han revolucionado la manera de hacer periodismo y, por lo tanto, hay que tomarlas muy en consideración.
Y es que la irrupción de plataformas como Facebook, Twitter (ahora X) y YouTube ha generado nuevas dinámicas en la difusión de información, el intercambio de ideas y la construcción de narrativas. Ahora, la labor del periodista no solo es contar lo que está pasando de una manera objetiva, sino la de comprobar aquello que se está difundiendo en las redes sociales para así corroborar que no se trata de una noticia falsa, que están proliferando mucho en los últimos años.
El surgimiento de las redes sociales ha democratizado la producción y distribución de contenido informativo. Ahora, cualquier individuo con acceso a internet puede convertirse en un generador de noticias, compartiendo información en tiempo real y alcanzando audiencias globales. Es lo que se llama periodismo ciudadano, pero en realidad, de periodismo tiene poco, ya que esas personas solo transmiten lo que ven y oyen en directo, sin tener en cuenta otras muchas cosas que el periodista sí tiene en cuenta gracias a su profesionalidad. Eso sí, este cambio ha desafiado el modelo tradicional de gatekeeping, donde los medios de comunicación tenían el control sobre qué información llegaba al público.
Los periodistas han tenido que adaptarse a este nuevo entorno digital. Las redes sociales ofrecen una plataforma para investigar, recopilar información, establecer contactos y difundir sus reportajes. Sin embargo, también enfrentan desafíos como la saturación de información, la propagación de noticias falsas y la necesidad de mantener la credibilidad en un ambiente donde cualquiera puede convertirse en un «reportero ciudadano». Es, por tanto, su trabajo, la de comprobar la información que se vierte en redes sociales, ser lo más objetivos posible y establecer líneas muy visuales de lo que es opinión, que siempre pueden compartirla con sus seguidores, de lo que es información propiamente dicha. Hay que tener en cuenta que algunos periodistas famosos o populares no solo informan, sino que también son generadores de opinión, ya que lo que opinan sobre un hecho o una noticia determinada cala mucho entre los usuarios de la Red.
Las redes sociales se han convertido en una fuente primaria de noticias para muchas personas. Según un estudio del Instituto Reuters, el 64 por ciento de los usuarios de internet utiliza las redes sociales para informarse sobre eventos actuales. Esta tendencia ha llevado a los medios de comunicación a adaptar sus estrategias de distribución de contenido, optimizando su presencia en plataformas como Facebook Instant Articles, Twitter Moments y Snapchat Discover. Y es una buena opción, ya que es así como los usuarios consumen información en la actualidad. La clave es que estos usuarios sepan dirigirse a estos medios de comunicación fiables para poder informarse, y que no lo hagan a través de un influencer o un youtuber que se encarga de difundir a saber qué y a saber cómo lo que están viendo o consumiendo en Internet.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta el periodismo en la era de las redes sociales es la proliferación de noticias falsas y la desinformación. Las plataformas digitales han facilitado la rápida difusión de información no verificada, lo que puede tener consecuencias graves en la opinión pública y en la sociedad en general. Tanto es así, que los propietarios de estas redes sociales, como Mark Zuckerberg, se ha tenido que enfrentar a las críticas precisamente por la difusión de noticias falsas. Muchos incluso lo hacen responsable de algunos acontecimientos, sobre todo tras la pandemia del coronavirus, y Zuckerberg ha tenido que responder a estas críticas en numerosas ocasiones. Los periodistas se enfrentan al reto de verificar la veracidad de la información en un entorno donde la velocidad de la noticia a menudo prima sobre la precisión.
Las redes sociales han democratizado el acceso a la información y han permitido que un mayor número de personas participe en el debate público. Plataformas como Twitter han sido utilizadas para organizar protestas y movimientos sociales, mientras que Facebook ha facilitado la formación de comunidades en torno a causas específicas. Sin embargo, también han surgido preocupaciones sobre la polarización y la fragmentación del discurso público online. Hay que recordar que Facebook estuvo en el centro de la polémica tras el caso de Cambridge Analytica, y la difusión de datos de más de 80 millones de usuarios para intentar cambiar la opinión pública durante unas elecciones o durante el Brexit. Facebook salió mal parada de este asunto, aunque todavía está en la cresta de la ola.
A medida que las redes sociales continúan evolucionando, es probable que sigan desempeñando un papel central en el ecosistema mediático. Los avances en inteligencia artificial y análisis de datos pueden ayudar a los periodistas a filtrar y contextualizar la información en un entorno digital abrumador. Además, es posible que surjan nuevas plataformas y modelos de negocio que cambien aún más la forma en que se produce, consume y comparte la información en línea.
Las redes sociales son una herramienta poderosa que puede ser utilizada para mejorar el periodismo y la comunicación. Los periodistas que sepan aprovecharlas de forma responsable y creativa estarán mejor posicionados para informar y conectar con las audiencias en el mundo digital.
udima