Los innumerables periodistas y medios de comunicación que cubren la guerra en Ucrania se juegan la vida por informar sobre el día a día de los bombardeos. Si a principios de año un periodista francés a punto estuvo de ser alcanzado por un misil, en esta ocasión, se trata de una periodista rusa la protagonista.
Anastasia Yelsukova recibió un disparo mientras realizaba una cobertura informativa cerca de la localidad ucraniana de Soledar. En las imágenes, de especial sensibilidad, se puede ver cómo la periodista cae abatida por los disparos y es atendida por los paramédicos rusos. Horas después, fue trasladada a un hospital donde fue intervenida de urgencia.
Todo ocurrió cuando la reportera rusa Anastasia Yelsukova, ataviada con uniforme militar y casco, se encontraba realizando una cobertura cerca de Soledar, en Ucrania, recién conquistada por el grupo paramilitar Wagner. “Hay un tiroteo justo a nuestro lado”, dice mientras se escucha el sonido de la metralla de fondo y se refugia detrás de una puerta.
De repente, un disparo le alcanza a la altura de la rodilla derribándola violentamente y comienza a gritar desesperadamente de dolor. Unos pocos segundos que, avisamos, podrían herir la sensibilidad de los espectadores. Entonces, se corta la grabación y, minutos después, se reanuda la secuencia con Yelsukova tirada en el suelo siendo atendida por unos paramédicos.
El vídeo muestra cómo uno de los paramédicos del grupo de combate Wagner atiende a la periodista realizándole un torniquete en el muslo izquierdo, por encima de la rodilla, para evitar que se desangre, y le venda la zona herida antes de ser trasladada a un hospital para ser intervenida de urgencia.
Una vez en el hospital de Luhansk, Yelsukova aparece en otros vídeos tumbada en una camilla, después de la cirugía y explicando cómo los médicos “hicieron lo imposible y salvaron mi pierna”. Incluso uno de los cirujanos explica a cámara cómo fue la intervención que le hicieron.
Sin embargo, uno de los vídeos más emotivos que circulan por las redes sociales es el del reencuentro de la periodista con su familia, que al verla tumbada sobre la camilla no dudan en abrazarla.
Por otro lado, según las últimas informaciones, Yelsukova se recupera bien y mantiene la moral muy alta. De hecho, en uno de los últimos vídeos grabados envía un mensaje a los ucranianos: “No esperen, perras! ¡Estoy viva, vivo y viviré!”.
LA VANGUARDIA