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El periodismo de territorio es una alternativa para combatir los desiertos mediáticos

La mitad de los municipios brasileños está en una situación de desierto mediático, ya que el acceso a la información local es inexistente o extremadamente escaso. En Brasil, la región Nordeste es la más afectada proporcionalmente, según muestran los datos del Atlas de Noticias.
Ilustración del mapa de Brasil generada por IA.

Casi la mitad de los municipios brasileños son desiertos mediáticos —zonas en las que no hay medios de comunicación que representen a la prensa local en ninguna plataforma y que se dediquen a cubrir lo que sucede en la región—. Las cifras están disponibles en el Atlas de Noticias, una investigación que realizó el Instituto para el Desarrollo del Periodismo (ProJor), y se refieren al año 2023. Creado por el periodista Alberto Dines, el ProJor es hoy en día una de las principales iniciativas de investigación sobre el periodismo en Brasil.

La investigación que realizó el Atlas de Noticias propone subdividirlos en dos categorías: los desiertos propiamente dichos y los “casi desiertos mediáticos”. Los desiertos son zonas en las que no hay medios de comunicación locales. Los casi desiertos, por su parte, son aquellos que cuentan, como máximo, con dos medios de comunicación regionales. A las regiones a las que se las clasifica en esta segunda categoría también se las considera frágiles y vulnerables, debido a la posibilidad de que lleguen a sufrir interferencias externas de carácter político o empresarial. En total, el 77,48% de los municipios brasileños se encuentran en alguna de las dos situaciones anteriores.

La recopilación del Atlas se lleva realizando desde el 2017, a base de la recogida y el cruce de datos públicos, pero también por medio de investigaciones locales. La buena noticia es que las cifras indican que los desiertos se han reducido el 8.6%, en comparación con el año anterior. Dicha reducción se ha ido produciendo de forma paulatina y está asociada, sobre todo, a la aparición de medios de comunicación vinculados a territorios y poblaciones periféricas.

Entre los problemas que menciona están la desinformación y la propia organización del pueblo en el que vive, que se ve perjudicada por la ausencia de una cobertura local. “Para obtener información sobre el municipio, creo que no sólo yo, sino también una gran parte de la población se limita a recurrir a blogs de noticias o a páginas de Instagram… Me encuentro a mucha gente que no vive en las capitales y que se cree todo lo que le cuentan porque no consigue información de fuentes verídicas”, afirma Kamylla.

La existencia de desiertos de noticias tiene que ver con lo que ahora se llama el derecho a la integridad de la información, utilizando datos fiables como una forma de combatir la desinformación y el discurso de odio. En el G20 la discusión sobre esto tiene lugar en el grupo de Economía Digital. En una reunión celebrada en Maceió, capital del estado de Alagoas, la semana pasada, los participantes firmaron un compromiso con la integridad de la información.

El secretario de Políticas Digitales de la Secretaría de Comunicación de la Presidencia de la República, João Brant, destacó que el periodismo profesional es fundamental para la democracia y que, para ello, es necesario garantizar la sostenibilidad del negocio. «Cuando el dinero de la publicidad va solo a las plataformas digitales y deja de apoyar a las empresas periodísticas, estas pierden un mecanismo directo de sostenibilidad», dijo Brant, en una entrevista al POD20, el podcast del G20.

Datos regionales

La región Nordeste de Brasil, donde vive Kamylla Sousa, es la que tiene la mayor proporción de municipios que son desiertos mediáticos: el 56,7%. Pero 87 de esos municipios han conseguido dejar de serlo, lo que supone una reducción del 9% en la cantidad de ciudades y pueblos que todavía están en esta categoría.

La fuerza de los medios de origen digital

De los casi 15 000 medios de comunicación regionales que se analizaron en 2023, al 70% de ellos se los consideró de origen digital, como páginas web y newsletters, o programas de radio. Dubes Sônego atribuye el crecimiento de estas modalidades a su practicidad. “Actualmente, subir una página a una red social es mucho más barato. Antes uno tenía que comprarse una impresora o tener dinero para imprimir el texto […] Hoy en día grabas con el celular e incluso puedes hacer un podcast.”

Sin embargo, mantener medios de comunicación como este resulta bastante costoso y, en ocasiones, es insostenible. Una investigación cualitativa que realizó el Atlas en ciudades y pueblos clasificados como semidesérticos demostró que sólo una pequeña parte de los periodistas lograba ganar más de R$2 000 al mes con su actividad profesional en los medios locales. Alencar dijo también que, a menudo, las convocatorias de apoyo y las donaciones no resultan suficientes para mantener las actividades del COAR, por lo que ella misma termina financiando el proyecto con recursos propios. Por ello, muchos medios de comunicación terminan cerrando las puertas con el tiempo.

Las fuentes de fomento destinadas a apoyar las iniciativas periodísticas varían, pero provienen principalmente de fondos privados y de organizaciones sin ánimo de lucro. El origen de sus ingresos acaba limitándose a la publicidad y a los contenidos pagados, lo que impide la expansión de dichos medios. Según Dubes Sônego, de Atlas, países como Canadá, Austria y Noruega tienen modelos diversos de apoyo estatal para fortalecer la regionalización de la producción de información —pero, en realidad, también es necesario estar atento a ese tipo de apoyo—.

Sônego recuerda, por ejemplo, que existe un obstáculo derivado de la influencia política que puede llegar a ejercerse sobre los medios de comunicación locales, ya que, si se vuelven dependientes de esta financiación gubernamental para mantenerse, ello podría comprometer la independencia de la producción periodística.

Por Davi Guedes. Contenido publicado originalmente por la Agencia de Noticias Científicas de la Uerj (Agenc)

G20 BRASIL 24