Por Carlos Castilho
Puede parecer una afirmación absurda, pero la realidad indica que el periodismo tradicional ya no puede hacer frente por sí solo a la avalancha de datos, hechos y acontecimientos publicados en internet. Se estima que en Brasil existen entre tres y diez millones de personas clasificadas como «influencers» digitales (1) que generan noticias, mientras que el número oficial de periodistas que trabajan en el país no supera los cien mil profesionales (2).
Este análisis, aunque impreciso, demuestra que las personas sin formación periodística tienen mucha más probabilidad de presenciar acontecimientos noticiosos que los reporteros y fotógrafos profesionales. Por ello, la tendencia mundial de que las noticias de actualidad sean publicadas por personas sin formación académica en periodismo está cobrando cada vez más fuerza . (3)
Este es el resultado de la innovación tecnológica que ha empoderado a la gente común para publicar datos, hechos, eventos e ideas directamente en internet, sin pasar por las redacciones. No se trata de un fenómeno pasajero, sino de una transformación estructural en la sociedad contemporánea. Esto no acaba con el periodismo, que, si bien pierde su exclusividad en la difusión de noticias de actualidad, adquiere nuevas funciones trascendentales, como investigar, contextualizar y verificar los datos y hechos publicados por la gente común, incluyendo a miles que se definen como «influencers» digitales.
Los cuatro dilemas del periodismo
La interdependencia entre profesionales y los llamados influencers es un tema complejo. En primer lugar, porque el término «influencer» implica que alguien influye en otra persona, intentando inducir una idea o visión de la realidad, o para vender un producto o servicio. Cuando el tema de interacción son las noticias, el uso de la expresión «influencer» puede generar la percepción de que existe un interés oculto en la publicación del hecho, dato o evento. Sabemos que no existe una objetividad e imparcialidad absolutas en la práctica del periodismo, pero es fundamental brindar al público la certeza de que el profesional busca ser lo más realista posible.
El segundo dilema relacionado con la participación ciudadana en la producción de contenido informativo radica en establecer una distinción clara entre quienes buscan difundir noticias que satisfagan las necesidades e intereses del público y quienes utilizan internet para autopromoción, comercio, proselitismo o para crear desinformación mediante noticias falsas. Esta distinción se ha vuelto problemática debido a que el marketing digital favorece el uso del término «influencer», incluso contando con la colaboración de gran parte de la prensa. El término «productor de contenido» está ganando visibilidad, pero aún no se ha generalizado. Por lo tanto, utilizamos el sustantivo «influencer» entre comillas para aclarar las dudas sobre la definición de esta actividad en relación con la producción de noticias.
El tercer problema, y quizás el más importante, para abordar la relación entre el periodismo y la ciudadanía en la difusión de noticias es la monetización del contenido informativo producido por periodistas independientes. Como siempre ocurre cuando una innovación modifica rutinas, normas y valores, surgen personas que se aprovechan de la nueva situación para lucrarse. El poder de publicar cualquier información, junto con la facilidad de monetización de la audiencia que ofrecen las plataformas digitales, ha generado un crecimiento espectacular de personas que se autodenominan «influencers» (4). Esto ha dificultado enormemente la distinción entre quienes publican información pensando en los intereses y necesidades del público y quienes solo buscan obtener beneficios económicos de una manera que no siempre es ética ni legal.
tutoría periodística
Dado que la práctica del periodismo en la era digital implicará algún tipo de relación entre profesionales e «influencers», corresponderá a los primeros desarrollar parámetros que les permitan identificar, entre los distintos productores de contenido informativo, a quienes actúan priorizando el interés público y a quienes simplemente venden algún producto, servicio o idea. Esta no será una tarea fácil, pero resulta casi imprescindible ante los desafíos que enfrentan actualmente el periodismo y las empresas de medios.
Esto nos lleva al cuarto dilema en la relación entre el periodismo y la producción de noticias amateur. La gente común no está preparada para manejar la información en un contexto tan complejo como el que genera la avalancha de noticias, la difusión de datos falsos, la desinformación y los efectos potencialmente letales de la manipulación informativa. Corresponde al periodismo actuar como mentor de los aficionados en la producción y difusión de noticias. Esta es una nueva función que sitúa al periodismo dentro de la estructura social creada por internet, basada en la información y el conocimiento.
- El Instituto Nielsen estimó que existen 10 millones de influencers activos en la web brasileña. Sin embargo, el Informe de Referencia de Marketing de Influencia 2025 indica que el total no supera los 3,8 millones, mientras que una encuesta realizada por Influency.me, en colaboración con Opinion Box, afirma que la cifra estimada es de tan solo dos millones. Esta discrepancia se debe a las diferentes definiciones utilizadas para caracterizar a los influencers digitales (información recopilada por el programa Gemini).
- Estos datos provienen de la Federación Nacional de Periodistas (FENAJ) y se refieren a todos los que trabajan en el periodismo profesional. Sin embargo, la organización solo cuenta con 40.000 miembros.
- La firma de consultoría Goldman Sachs estima que existen 67 millones de «influencers» en todo el mundo, con una proyección de crecimiento hasta los 107 millones para alrededor de 2030.
- Un informe de la empresa Market Research Future estimó que los «influencers» generan 92.500 millones de dólares en ingresos a nivel mundial.
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Carlos Castilho es periodista, doctor en Medios del Conocimiento (UFSC) e investigador asociado en objETHOS.
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