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Irán llora a 41 muertos en las protestas mientras el Gobierno promete mano dura

El país incrementa la presión sobre los periodistas al tiempo que convoca a los embajadores de Reino Unido y Noruega

Irán.– Se llamaba Hadis Najafi, tenía 20 años y en una de sus últimas imágenes con vida se mesaba la coleta antes de confrontar a las fuerzas de seguridad en Karaj, una ciudad al oeste de Teherán. Su madre compartió un vídeo de la tumba de la joven, tiroteada la noche anterior presuntamente por unas fuerzas de seguridad a las que el Gobierno ha ordenado mano dura contra los «alborotadores». El resultado es un país que se debate entre sus intereses en seguridad nacional y su negativa a oír el clamor de la calle.

El último informe de la cadena estatal IRIB eleva a 41 el número de muertos en las protestas que se desataron tras la muerte bajo custodia de Mahsa Amini, detenida por la Policía de la moral por no llevar, a su juicio, una vestimenta acorde con los cánones islámicos. Aunque se han reportado numerosas víctimas de las unidades paramilitares desplegadas para aplacar las manifestaciones, y se cree que son la mayoría, el Gobierno destaca a los agentes muertos a manos de individuos supuestamente vinculados a las protestas.

Uno de ellos era Mohammad-Rasoul Doust-Mohammadi, pertenecía a la fuerza voluntaria Basiyí y fue apuñalado en la ciudad oriental de Mashad el miércoles pasado. Según la agencia semioficial Mehr, el presidente Ibrahim Raisi llamó este sábado a la familia del chico. Citado por Mehr, el dirigente, que vio el estallido social en su país desde Nueva York, donde asistía a la Asamblea General de la ONU, ordenó «lidiar de forma decisiva» con las manifestaciones, que en algunos casos deterioraron en disturbios.

Sus advertencias junto con los cortes de Internet, el inmenso despliegue de las fuerzas de seguridad en el centro de las principales ciudades del país y su brutalidad han tenido un efecto disuasorio. En los últimos dos días se ha notado una reducción del volumen de las protestas y su afluencia, aunque estas se han seguido produciendo de forma aislada. Sus principales protagonistas siguen siendo jóvenes en los que el descontento ante la falta de perspectivas económicas y de libertades ha calado hondo.

DETENCIONES DE PERIODISTAS

Asimismo, Irán ha incrementado la presión sobre quienes informaban de las protestas. El Comité para la Protección de los Periodistas ha contabilizado 18 arrestos en una semana. Entre las detenidas se encuentra Nilufar Hamedi, empleada en el periódico semi reformista Shargh y una de las primeras periodistas que informó desde primera línea del fatal desenlace del coma que había sufrido Mahsa Amini. Junto con ella fue detenida Yalda Moaieri, fotorreportera, y al menos siete mujeres más.

Con estas acciones, Irán ha tratado de capitalizar el relato de lo sucedido frente a sus audiencias. Ha permitido la apertura de un debate público interno sobre la labor de la Policía de la moral e incluso sobre la obligación del velo en el espacio público. La Unión de los Pueblos Islámicos, una facción reformista, publicó ayer un comunicado en el que «demanda» a las autoridades que «preparen los elementos legales necesarios que abran el camino a la abolición de las leyes obligatorias sobre el velo». Pero, al mismo tiempo, el sistema insiste en presentar a los manifestantes, en particular los que han actuado con más virulencia, como amenazas para la seguridad nacional sobre las que hacer caer todo el peso de la ley.

Para el sistema iraní, lo ocurrido estos días es un lamentable suceso explotado por «enemigos» para hacerlo tambalear. «Las protestas pacíficas son el derecho de cada nación. Sin embargo, la intervención de EEUU en los asuntos de Irán y su apoyo a los alborotadores en llevar a cabo su proyecto de desestabilización está en claro conflicto con los mensajes diplomáticos de Washington a Irán sobre la necesidad de un acuerdo nuclear», enfatizó el ministro de Exteriores, Hossein Amirabdollahian.

En esta línea, la agencia Tasnim informó de que el Ministerio de Asuntos Exteriores convocó a los embajadores del Reino Unido y Noruega «en respuesta a la atmósfera hostil que están creando los medios de comunicación en persa basados en Londres sobre la República Islámica de Irán». Teherán también reaccionó negativamente a los mensajes de apoyo a las protestas del presidente del Parlamento del país escandinavo, de origen iraní, acusando a Noruega de tener una «postura intervencionista».

Por contra, cerca de algunas de las legaciones diplomáticas iraníes se produjeron choques con los antidisturbios. Londres y París fueron el escenario de protestas en las que grupos de exiliados, entre ellos organizaciones opositoras, trataron de acercarse a los edificios con pancartas para acabar siendo echados atrás con gas lacrimógeno y porras. Durante los últimos días se han producido concentración.

El Mundo