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La misoginia dispara los ataques contra las periodistas en México

“Saben que al silenciarnos acallan a millones de víctimas de las formas más crueles de violencia, discriminación, guerra y esclavitud”
Cartel realizado por el colectivo Periodistas Unidas Mexicanas. PERIODISTAS UNIDAS MEXICANAS

ALMUDENA BARRAGÁN

Las y los periodistas no solemos estar en el centro de la noticia, sin embargo, creo que es muy importante que hablemos del aumento de la violencia contra las colegas en México. La violencia contra las mujeres periodistas ha sido una constante durante la última década, pero nos llama la atención que se haya disparado en los últimos tres años de acuerdo a un reciente informe publicado por la organización CIMAC. Esto de lo que quiero hablarles hoy no es nada nuevo, teniendo en cuenta que México es uno de los países más violentos para ejercer el periodismo del mundo. Sin embargo, los ataques, el acoso y la violencia digital contra las mujeres periodistas se han recrudecido cada vez más.

El programa de Libertad de Expresión y Género de CIMAC registra y documenta los casos mediante el monitoreo de medios, entrevistas y la compartición de datos con redes de mujeres periodistas y defensoras de derechos humanos en el país. Y los hallazgos son alarmantes. Si se comparan las 248 agresiones sufridas por las periodistas en los primeros tres años del sexenio de Enrique Peña Nieto con los 767 casos del trienio de Andrés Manuel López Obrador, el aumento de estas agresiones es de 209,27%.

Hay algo que nos llama la atención. Mientras que los ataques dirigidos contra los hombres periodistas se limitan a su entorno profesional, los realizados contra las colegas periodistas en su mayoría van acompañados de una carga misógina y sexista que buscan su silenciamiento. Para ello se busca acabar con su dignidad, menoscabándolas en lo más íntimo y personal. CIMAC documentó que en un 78,74% de las agresiones contra periodistas está presente la violencia psicológica, las amenazas, la intimidación, el hostigamiento y el descrédito de la labor, lo que puede desembocar en campañas de desprestigio.

El informe recoge el testimonio de varias periodistas que cuentan con sus propias palabras cuáles han sido estos ataques al libre ejercicio de su profesión: amenazas de muerte, mensajes con contenido sexual, revelación de información personal e intimidación contra sus familias. Como el caso de Reyna Haydee Ramírez, reportera de Sonora que recibió fuertes amenazas después de cuestionar al presidente López Obrador durante una conferencia matutina. “Me han censurado, bloqueado e impedido el acceso a Palacio Nacional”, cuenta la periodista. “Me parece vergonzoso que el presidente haya caído en este programa de Quién es quién en las mentiras porque lo usa para estigmatizar y para atacar. [Después de cuestionarle] me llovieron muchas críticas en Twitter y claro que te afecta y te impacta porque una palabra del presidente es una orden de atacar a quien no le da la razón”, agrega Ramírez.

De acuerdo a los datos presentados por CIMAC, son las reporteras que cubren la fuente política las que más ataques reciben por hacer su trabajo (un 54,49%) seguidas de las directoras de medios (un 14,86%) y las columnistas (un 8%). Hace un año les contaba en EL PAÍS cómo las columnistas mexicanas denunciaban esta misma violencia que no por ser virtual, encierra menos peligro. La politóloga Denise Dresser, por ejemplo, fue abucheada en una marcha del 2 de octubre por simpatizantes de Morena, el partido del presidente. Ella misma reconoce que las tecnologías han amplificado los mensajes de odio en su contra que han aumentado desde que López Obrador llegó al Gobierno. “Vivimos en una era de polarización política donde es muy común desacreditar al mensajero con comentarios misóginos, en lugar de escuchar el mensaje”, afirma Dresser.

Estas expresiones de odio transitan por el plano sexual: “locas”, “malcogidas”, “viejas”, “feas”… El ataque principalmente de usuarios hombres, reduce a las mujeres a un cuerpo al que amenazan con violar, asesinar, o denigrar con todo lujo de detalles. Y desgraciadamente se trata de una tendencia internacional. Según la UNESCO, el 73% de las periodistas en el mundo enfrentan ciberacoso por realizar su trabajo. “Es una forma común de desacreditar a mujeres en el espacio público desde hace milenios, aunque no lo habíamos vivido de esta forma en México”, agrega Dresser.

Cecilia Solís, compañera de Quintana Roo, fue herida de bala en una pierna en 2020 cuando cubría una manifestación feminista que fue dispersada con violencia por la policía municipal de Cancún. Estos ataques están directamente con la criminalización de las protestas feministas que se han venido dando en los últimos años por parte de los diferentes gobiernos. Según el informe reciente del que les hablaba al principio, las protestas feministas se han convertido en el principal escenario donde se violenta a las mujeres del gremio, incluidas fotógrafas y camarógrafas con un 13,16% de las agresiones, seguido de ataques contra las colegas que investigan temas de corrupción (10,16%) y las que cubren elecciones (7,56%).

Solo en lo que va de año 17 periodistas han sido asesinados en México, entre ellos, cuatro mujeres. La creencia general es que el narcotráfico suele estar detrás de la violencia contra los informadores. Sin embargo, organizaciones como CIMAC y organismos internacionales en defensa de los derechos de los periodistas, como Artículo 19, señalan desde hace años que los principales responsables de estas agresiones suelen ser funcionarios del orden municipal y estatal de Gobierno. De acuerdo al reporte de CIMAC, en el 41,72% de los casos, funcionarios federales, estatales y federales están detrás de los ataque contra las periodistas. De estos delitos más del 90% nunca se resuelve y si se avanza en el caso, muy difícilmente se consigue dar con los autores intelectuales.

Me gustaría cerrar hoy con las palabras de la periodista Lydia Cacho, exiliada de México hoy en día por realizar su trabajo: “El feminismo nos dio la vida como contadoras profesionales de verdades y el patriarcado político, en todas sus formas, intenta arrebatarnos esa vida, dignidad y libertad porque saben que al silenciarnos acallan a millones de víctimas de las formas más crueles de violencia, discriminación, guerra y esclavitud”.

Nos costó muchos siglos poder usar nuestra voz. Que no se apague la de estas valientes mujeres. Por las compañeras que ya no están y por todas aquellas que vendrán después de nosotras.

ABC

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