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Los medios de comunicación y su responsabilidad con las víctimas

La relación entre los medios y las víctimas es un terreno delicado, donde la sensibilidad, la ética y la responsabilidad deben estar en el centro de la atención. | Jaime Rochín

El 21 de octubre de 2021, el actor Octavio Pérez Ocaña falleció en circunstancias que aún no han sido aclaradas. Según los primeros reportes de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, se disparó a sí mismo luego de impactar la camioneta en la que viajaba; ello, tras una persecución de la policía municipal de Cuautitlán Izcalli por presunta conducción temeraria por parte del actor.

En los medios de comunicación y en las redes sociales se difundió el video del actor dentro de su camioneta con una herida en la cabeza. Días después, se filtró un video del actor presuntamente consumiendo sustancias. Con ello, se difundieron múltiples versiones sobre lo ocurrido y se debatió sobre la responsabilidad del actor en los hechos.

El 9 de febrero de 2020 un hecho sacudió a todo México. El feminicidio de Ingrid Escamilla indignaba a la sociedad debido a la saña con la que fue perpetrado. Y, posteriormente, a la difusión de las imágenes del cuerpo de la joven.

Distintos titulares de la prensa mostraban en su portada las fotografías de Ingrid, tal y como fue encontrada por los primeros respondientes. Hecho que encendió las alarmas debido a la revictimización que estaba sufriendo, no solo ella, sino toda su familia, que tuvo que enfrentarse a un duro escenario al ver en los periódicos, redes sociales y algunos noticieros, la desgarradora escena donde fue dejada su hija

Por lo duro de las escenas activistas se pronunciaron al respecto. Y fueron dos años después que la Cámara de Diputados aprobó una reforma al Código Penal Federal llamada “Ley Ingrid” con el que se pretende sancionar a los servidores públicos que difundan imágenes, audios, videos, documentos o información sobre la investigación penal, condiciones personales de una víctima o las circunstancias de un delito.

Por otro lado, el 21 de abril de 2022, el cuerpo de Debanhi Escobar fue encontrado en la cisterna de un inmueble en el estado de Nuevo León. El hallazgo, se suscitó luego de dos semanas de intensa búsqueda tras el reporte de su desaparición.

Su muerte causó revuelo por la imagen que se viralizó de ella abandonada en la carretera por un taxista, y por las presuntas fallas de la Fiscalía General de Justicia de Nuevo León, que primero indagó el caso como accidente y no como feminicidio.

Los parecidos entre estos casos saltan a la vista. Se trata de la revictimización por parte de los medios de comunicación. Pero ¿a qué nos referimos cuando hablamos de este concepto y cuál es la responsabilidad de los medios frente a ella?

La revictimización se refiere a la experiencia en la que una persona que ha sido previamente víctima de un trauma, abuso, violencia o delito, enfrenta situaciones, interacciones o respuestas por parte de instituciones o personas que vuelven a causarle daño, angustia o malestar emocional a ella o a sus familiares. En otras palabras, es cuando alguien que ha sufrido un trauma previo o bien, las personas cercanas (víctimas indirectas) son sometidos a circunstancias que reavivan los sentimientos de vulnerabilidad, ansiedad, miedo o vergüenza asociados con esa experiencia traumática.

La revictimización se encuentra en la divulgación insensible de detalles sobre el caso, justo como ocurrió en los ejemplos mencionados al inicio. Si se habla insensiblemente o se divulgan detalles de la vida de la víctima en público, se causa dolor adicional a sus seres queridos y a las personas cercanas a ella.

También, ocurre cuando se apropia la historia de manera indebida. Esto es cuando se utiliza para fines personales o para promover una agenda sin respetar la experiencia de las víctimas y sin considerar los sentimientos de sus seres queridos.

La relación entre los medios y las víctimas es un terreno delicado, donde la sensibilidad, la ética y la responsabilidad deben estar en el centro de la atención. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad fundamental en el cuidado de las víctimas al reportar sobre situaciones sensibles. Su influencia en la percepción pública y en el impacto emocional de la información es significativa.

Los medios tienen la capacidad de moldear la percepción pública, influyendo en cómo la sociedad entiende y reacciona ante eventos traumáticos. Las historias presentadas pueden generar empatía y solidaridad, pero también pueden perpetuar estereotipos, sensacionalismo y revictimización. Por lo tanto, es crucial que consideren cuidadosamente como presentan las historias que involucran a las víctimas.

Es por eso por lo que se debe tratar a las víctimas con respeto y empatía, evitando divulgar detalles sensibles o explícitos que puedan causar angustia adicional. En la cobertura se debe tener consideración especial en atención la edad, género, orientación e identidad sexo genérica y otros aspectos que puedan ser relevantes para la sensibilidad de la situación.

Además, los medios no deben explotar el sufrimiento de las víctimas con fines comerciales. La búsqueda de clics o audiencia no debe prevalecer sobre la ética y el respeto hacia las personas afectadas. Si cometen errores en la cobertura de situaciones traumáticas, deben corregirlos y rectificarlos de manera transparente y rápida.

Para evitar hechos de revictimización por parte de los medios, las y los periodistas deben recibir capacitación en cómo abordar historias sensibles y cómo interactuar con las víctimas con empatía y respeto. Asimismo, se deben establecer pautas claras sobre cómo tratar casos que involucran a víctimas, incluyendo la forma de obtener consentimiento y cómo proteger la privacidad de las personas afectadas.

Permitir que las víctimas cuenten sus propias historias es una forma de respetarlas y empoderarlas ayudando a evitar la distorsión de la historia.

En suma: los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental en dar voz a las historias de las víctimas, permitiendo que sus experiencias sean compartidas y comprendidas por un público más amplio. En este proceso, es esencial abordar estas historias con una profunda sensibilidad y respeto, reconociendo que detrás de cada relato hay familias, emociones complejas y experiencias dolorosas.

Al narrar las historias de las víctimas, los medios tienen la oportunidad de generar empatía, sensibilización y un mayor entendimiento de las dificultades que enfrentan. Sin embargo, esta narrativa debe ser cuidadosamente construida para evitar la revictimización y el sensacionalismo, asegurando que las voces de las víctimas sean elevadas con dignidad y respeto. Sin duda lo merecen.  #HagamosComunidad

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