¿Cuántas horas de su sueño dedicará el Presidente a planificar sus virulentos ataques contra todo medio o periodista, que se atreven a poner en cuestionamiento, algunas de sus decisiones? Sólo un abanico de delirios, pesadillas y revelaciones divinas (o infernales) justifica tamaños despropósitos. Sus insultos, agresiones, amenazas y el ejercicio de un poder al que, por ahora, no se le han puesto límites democráticos, están golpeando con dureza una actividad cuya misión es, justamente, poner blanco sobre negro las políticas y acciones de gobiernos y otros centros de poder.
En verdad, estas excrecencias que viene repartiendo Milei con ventilador en cuanto se le deja un segundo de tiempo para hacerlo (como se pudo observar en las tres horas de la entrevista que le realizara Alejandro Fantino días atrás), debieran servir para llevar a periodistas y medios independientes a adoptar algunas medidas de prevención y, mejor aún, de respuesta a tales agresiones. Mi propuesta, un par de semanas atrás, de hacer un vacío en las ¿conferencias de prensa? del vocero presidencial, no parece ya tan descabellada. Más, sería sano para la democracia y su vigencia plena que ya no se le hagan más entrevistas al Presidente. Total, casi nunca habla en ellas de medidas concretas sino de sus ideas extremas, demasiado extremas para tomarlas a la ligera.
No deberíamos asombrarnos por tamaña virulencia contra quienes trabajamos para cumplir la misión de llevar a la opinión pública la mejor y más certera información.
Poco antes del cambio de gobierno, Reporteros sin Fronteras (organización internacional de defensa de la libertad de expresión, con sede en París) dedicó un extenso informe para advertir sobre las posturas de Milei contra el periodismo independiente de la Argentina. El director de la oficina América Latina de RSF, Artur Romeu, señaló: “Por desgracia, el estilo agresivo de Javier Milei con la prensa no es una novedad en la escena política mundial. Ha llegado al poder replicando la estrategia empleada por otros jefes de Estado del continente americano, como Jair Bolsonaro en Brasil y Donald Trump en Estados Unidos, que celebraron su victoria. Al igual que ellos, el nuevo presidente argentino utiliza una retórica abiertamente hostil hacia el periodismo, retomada y amplificada en las redes sociales por sus seguidores. Esta estrategia tiene como objetivo desacreditar a los medios y periodistas críticos con su política. Al anunciar que está dispuesto a calificar a un sector de la prensa como enemigo de su gobierno, la llegada de Javier Milei a la jefatura del Ejecutivo argentino es un mensaje de alarma para el periodismo en el país”.
El informe de RSF aclara: “Conocido por sus apariciones en radio y televisión como comentarista económico, en los últimos cinco años Javier Milei se ha vuelto cada vez más polémico y hostil hacia los periodistas. Su agresividad se manifiesta tanto en las redes sociales como en la escena pública. Sus violentas contiendas verbales con cualquier periodista crítico constituyen ya una señal de alarma para el respeto y la garantía del derecho a la información en el país”. Recuerda el documento las variadas manifestaciones contra medios y periodistas que el ahora Presidente hizo públicas en diversas ocasiones antes y durante su lanzamiento como político: desde 2018 ha calificado a periodistas no alineados con sus ideas como “estúpidos”, “ignorantes”, “burros” y “mentirosos”, entre muchas linduras. Y los acusó –sin dar nombres– de “ensobrados”, una clara definición para no usar la palabra coima.
Hay mucho más para decir. Los lectores de PERFIL merecen saber que esta forma de “libertad” no avanza, retrocede.
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