Por Fernando Jáuregui
Una sustanciosa mayoría de españoles recela de la inteligencia artificial. El miedo al cambio, inherente al género humano, se refleja en encuestas como la que desde el foro Periodismo 2030 presentaremos este martes en la Asociación de la Prensa de Madrid: los ciudadanos dicen conocer lo que es la IA, pero no están muy seguros de que los efectos sean beneficiosos, excepto para la medicina. De manera particular, los encuestados se muestran muy escépticos acerca de las consecuencias que tendrá la aplicación de esta «inteligencia» -lo escribo así, entre comillas- en el campo de la información, en el periodismo. Está claro que la profesión de informar está inmersa en una enorme transformación: ser periodista ya nunca más será lo que era, y más vale que vayamos actuando en consecuencia si queremos sobrevivir. Que seguro que sobreviviremos.
¿Confirman los resultados de este y otros sondeos las aprensiones mostradas nada menos que por el inventor del ChatGPT, Sam Altman, el hombre que revolucionó el pasado mes de febrero la inteligencia artificial? Porque Altman, inmediatamente después del boom que supuso el lanzamiento de su Chat, advertía que «es un error confiar» en su invento «para algo importante». Y ese fue el primero de una serie de avisos, crecientemente dramáticos, sobre los peligros que supone una aplicación indiscriminada y sin restricciones de la inteligencia artificial. Llegó a decir, ante el Senado de los Estados Unidos, que el Congreso de ese país debería encargarse de «regular el uso» de la IA.
Puede que estas advertencias, unidas a otras lanzadas por pioneros en la fabricación de la IA, el propio Elon Musk entre ellos, estén influyendo en esta percepción pesimista de los ciudadanos, que, contra lo que ellos mismos indican en sus respuestas a los encuestadores, aún desconocen, porque todos lo desconocemos, casi todo sobre lo que puede depararnos la plena aplicación de la IA. Es más: los ciudadanos piensan que desde los medios se les está informando mal sobre esta cuestión, siempre de acuerdo con la encuesta de referencia. Pero lo que sí sabemos es que la IA ha llegado para quedarse, y que habrá que aprender a domesticarla, lo que, como señalan no pocos expertos, es muy factible a no tan largo plazo.
La encuesta que comento, de Periodismo2030/Fundación AXA y realizada por Metroscopia, revela que la IA supone un riesgo para la privacidad de las personas y que favorecerá la difusión de fake news. Tampoco las expectativas laborales de los periodistas, piensan los encuestados, se van a ver muy favorecidas con la plena entrada en acción de métodos que, en teoría, suponen una auténtica revolución en el trabajo en las redacciones. Notables periodistas y técnicos de más de 20 medios representativos, entre ellos THE OBJECTIVE, han sido convocados este martes para que, tras la revelación de los datos concretos de la encuesta y el comentario de la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas, narren sucintamente lo que ya están haciendo, o planean hacer, en materia de IA.
Ya en la noche electoral del pasado 28 de mayo, Televisión Española, en colaboración con la Universidad de Castilla-La Mancha y dos empresas privadas, empleó la IA en la lectura de datos, la redacción de textos, la estructura informativa, la generación de imágenes y la creación de voces sintéticas. La inédita tecnología se aplicó a la difusión, en tiempo real y de manera automática, de los resultados de las elecciones locales en los 5.000 municipios de España que cuentan con menos de mil habitantes. Un proceso similar se aplicará nuevamente en la noche electoral del próximo 23 de julio, nos explicó el director de estrategia tecnológica de TVE, Pere Vilar.
El experimento, aseguran sus responsables, resultó positivo. Y lo mismo dicen técnicos y periodistas que, en numerosos medios de todo el país, ya están aplicando (desde 2018, antes de la irrupción de GPT) la IA en diversas tareas, desde la verificación de datos o la subtitulación hasta el servicio de documentación o la generación de algunos gráficos y textos. ¿Es posible llegar más allá? Por supuesto. Hemos visto, en otros campos, muestras realmente sorprendentes, como un anuncio de un refresco que se está haciendo viral. Y, por el otro lado, tenemos algunos ejemplos más cuestionables: el Chat, sin ir más lejos, no traduce bien; no emplea signos de puntuación y enmaraña muchas frases del orador cuya voz lleva, traducida a otro idioma, al texto escrito. Lo hace incomprensible.
Ciertamente, se han realizado experimentos que muestran que la open AI tiene mucho que mejorar. Como han hecho otros muchos colegas, yo mismo pedí al Chat que escribiese un artículo con mi nombre, y el resultado fue desconcertante. Sin duda, el artículo que escribió el Chat incorporaba palabras y giros que suelo emplear en mis artículos, pero… mi escrito llegaba a una conclusión que siempre trato de evitar en mis trabajos como periodista: me hacía tomar partido por una opción política, cuya victoria yo auguraba.
¿Cómo se atrevió el ChatGPT a atribuirme una preferencia política que nunca he querido mostrar, un entusiasmo que probablemente yo mismo me niego a sentir en el avispero partidario nacional? Puede que sea a este tipo de riesgos a lo que Altman se refiere cuando acude a visitar a los primeros ministros de varios países, entre ellos a Pedro Sánchez: les advierte de que hay que vigilar estrechamente a la IA, porque el invento puede, como ya profetizara genialmente (¡en 1968!) Stanley Kubrick en su película 2001, una odisea del espacio, adquirir vida propia, pensar y actuar por su cuenta y rebelarse contra su creador. A mí, desde luego, míster GPT no va a reemplazarme en mi trabajo como comentarista: él no es yo, ni puede serlo.
Pero pienso que ya no hay espacio para el desánimo que muestran encuestas como la de Periodismo2030/Fundación AXA a la que me refiero más arriba. Hay, más bien, desconocimiento ante la incertidumbre, y algunos ejemplos, sí, de fallos estrepitosos junto a logros prometedores, como el que comentaba de TVE en la noche electoral. No queda sino encauzar lo que sin duda es un avance, y somos los comunicadores quienes debemos difundir la que sin duda será una buena nueva: este martes, en la Asociación de la Prensa Madrileña, escucharemos sin duda muchos ejemplos alentadores de cómo la IA está ayudando, o va a ayudar, a una información mejor. A una nueva forma de informar, pero CON periodistas, no sin ellos. Ha llegado, ahora sí que sí, la hora del «nuevo periodismo», esperemos que respetando las viejas normas de la deontología de siempre. Que es de lo que se trata.
Fernando Jáuregui es presidente del foro independiente Periodismo2030
THEOBJECTIVE