El intelectual y escritor fue uno de los grandes faros de la información en la Italia que nació después de la II Guerra Mundial hasta la actualidad
Eugenio Scalfari, fundador del periódico La Repubblica o el semanario L’Esprresso, faro del periodismo de la Italia del último medio siglo, ha muerto hoy en Roma a los 98 años. Escritor, poeta, empresario o filósofo, se dedicó en cuerpo y alma hasta el último día al periodismo, la pasión que le mantuvo despierto hasta casi alcanzar el siglo de vida. Hacía tiempo que atravesaba problemas de salud. El jueves escribió las últimas líneas de su vida antes del cierre definitivo de la edición.
Scalfari era de esos viejos periodistas, en el sentido noble del término, que solía acudir al rudimento del oficio para explicar su grandeza. “Periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”, dijo una vez ante los alumnos de la Escuela de Periodismo de EL PAÍS. Años más tarde, como recordaba Juan Cruz en una estupenda entrevista con este periódico en 2009, fue algo más allá también ante un grupo de estudiantes. “El periodismo es un oficio cruel”.
Esa sencillez la mostraba también hablando de sí mismo. “Nací en Civitavecchia el 6 de abril de 1924, a las 10.30, en el último piso de un edificio construido en los albores del siglo XIX en la plaza central de la ciudad”. En 1941, se mudó a la capital italiana, donde participó en los Grupos Universitarios Fascistas hasta ser expulsado en 1943 tras publicar un artículo sobre la corrupción de las altas esferas del partido. Empezó así a alejarse de la ideología fascista y a acercarse al movimiento liberal y socialdemocrático.
È morto Eugenio Scalfari. Addio al fondatore di Repubblica
Al comienzo de los años cincuenta, comenzó a colaborar con las publicaciones Il Mondo y Europeo y en 1955 participó en la fundación del semanal Espresso, en el que trabaja como director administrativo y periodista económico hasta convertirse en el director editorial y administrativo, un cargo totalmente nuevo en el panorama italiano, que asumiría también luego al frente de La Repubblica. Sucedió después de conocer a Simonetta de Benedetti, hija del director del diario La Stampa, que se convirtió en su esposa en 1954.
Scalfari firmó en julio de 1975 el acto constitutivo de una nueva sociedad editorial para alumbrar el 14 de enero de 1976 La Repubblica, un periódico de corte progresista que marcaría la vida de los italianos en las siguientes décadas. Scalfari permaneció en la dirección del periódico hasta 1996, con 72 años.
El fundador de La Repubblica no ocultó nunca su voluntad de influir en la política. De hecho, llegó a ser diputado por el Partido Socialista Unificado entre 1969 y 1972. Siempre inclinó sus publicaciones hacia la izquierda y la órbita progresista. Pero la política, de todos los colores, le ha recordado ahora con enorme reconocimiento. Desde Matteo Salvini, líder de la ultraderechista Liga, al propio primer ministro, Mario Draghi. “Su desaparición deja un vacío incolmable en la vida pública de nuestro país. Ha sido un absoluto protagonista de la historia del periodismo en la Italia de después de la II Guerra Mundial. La claridad de su prosa, la profundidad de sus análisis, la valentía de sus ideas han acompañado a los italianos durante más de 70 años y convirtieron sus artículos en una lectura fundamental para quien quisiera entender la política o la economía”, ha apuntado el presidente del Consejo de Ministros en un comunicado.
Una de las condolencias más relevantes ha sido también la de Silvio Berlusconi, quien fue bestia negra de Scalfari durante los años de sus distintos gobiernos. “Ha sido una figura de referencia para mis adversarios en política. Hoy, sin embargo, no puedo no reconocerle haber sido un gran director y un gran periodista, que siempre apreció por su dedicación y la pasión por su trabajo”. La guerra entre ambos fue cruenta y era costumbre de Il Cavaliere liquidar ese tipo de problemas comprándose el medio que le criticaba. Así lo recordaba en una escena de Il Divo Paolo Sorrentino, en una escena que protagonizaba el propio Scalfari entrevistando al actor que encarnaba a Giulio Andreotti.
-¿Es casualidad que yo salvase el prestigioso periódico fundado por usted de ser comprado por Berlusconi? Un empresario poco apreciado por usted…
-Las cosas eran matizables- respondía Scalfari luego.
-Usted es muy perspicaz y lo ha entendido bien. Pero entonces yo también soy matizable – sentenciaba Andreotti.
Scalfari, que siempre quiso conocer la opinión de todo el mundo y se sumergió en las tripas de la historia de Italia, seguía en activo en los últimos tiempos. Cada domingo dictaba todavía su artículo semanal, una especie de homilía laica en las que se lanzó también a un diálogo con Dios y el mundo religioso desde una óptica atea. Eran famosas también sus entrevistas con el papa Francisco, de las que salía sin apenas haber tomado notas y reconstruyendo la conversación con algunos matices discutibles, pero siempre interesantes de leer (en la última aseguró que Francisco había negado la existencia del infierno, algo que el Vaticano se apresuró a desmentir poco después). El Papa también quiso acordarse “con dolor de la desaparición de un amigo”. Según su portavoz, aseguró que conserva “con afecto la memoria de los encuentros -y las densas conversaciones sobre las últimas preguntas del hombre- mantenidas en los últimos años”.
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