por MATT A. HANSON
Estambul, Turquía.- En octubre, el Parlamento turco aprobó una nueva ley para combatir la desinformación. Tras años de ley marcial y estado de excepción, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), en el poder en Turquía, forzó la aprobación de la polémica legislación junto con su aliado ultraconservador, el Partido del Movimiento Nacionalista (MHP).
Los disidentes del gobierno turco interpretaron el proyecto de ley como un flagrante acto de censura. Miembros del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP) protestaron contra en la Gran Asamblea Nacional de Turquía en Ankara en las semanas previas a su aprobación. Un hombre levantó un cartel en el que se leía: «No toques las redes sociales», mientras que una mujer, al otro lado de la sala, portaba uno con la leyenda: «Noticias falsas según quién, según qué».
El artículo 29 es especialmente preocupante, ya que tipifica como delito la difusión general de «información incorrecta», con penas que van de uno a tres años de cárcel. A pesar de la postura antiestadounidense de su partido, el parlamentario del AKP Ahmet Ozdemir citó la ley estadounidense como modelo para recabar apoyos a la legislación. El Departamento de Estado estadounidense rechazó la comparación.
Si bien los políticos y los periodistas están relativamente acostumbrados a las embestidas de Turquía a los medios de comunicación independientes, esta legislación censora es premonitoria para el conjunto de los ciudadanos turcos.
Consecuencias para los periodistas
Es un clima opresivo que los ciudadanos kurdos de Turquía conocen demasiado bien. La presencia nominal de los kurdos en el Parlamento turco se limita al Partido Democrático de los Pueblos (HDP) que, a pesar de sufrir intentos de criminalización por parte del AKP, influye fuertemente en la coalición de seis partidos que compiten por designar a un candidato presidencial para competir con el gobierno de 20 años del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
Cuando se aprobó la ley de desinformación, el diputado del CHP, Burak Erbay, destrozó su teléfono con un martillo y prometió combatirla en el Tribunal Constitucional. La diputada del HDP por Estambul, Zeliha Gulum, se tapó la boca con cinta adhesiva negra, mientras sostenía un cartel que decía: «El periodismo no es un delito, la prensa libre no puede ser silenciada». De pie en su tribuna, demostró la mudez de su electorado durante la mayor parte de su tiempo de intervención.
«El poder judicial en Turquía está bajo el control de la actual alianza AKP-MHP. Los periodistas kurdos sufrimos una gran presión porque denunciamos las violaciones de derechos e injusticias que se producen en el marco de políticas especiales de guerra», ha declarado Roza Metîna, redactora kurda de Jin News y portavoz de la plataforma de Mujeres Periodistas Kurdas de Mesopotamia (MKGP).
El número de periodistas encarcelados en Turquía ascendió a 87 en octubre, de acuerdo con la Asociación de Periodistas Dicle Fırat (DFG). De estos reporteros, 17 son mujeres.
Los periodistas dicen que la ley está concebida para silenciar la información crítica con las políticas del gobierno. Por ejemplo, los reportajes publicados por el MKGP han revelado que altos mandos del ejército y el gobierno de Turquía han sido injustamente de cargos de violación. «Las mujeres afirman que el actual gobierno promulgó la ley de censura para encubrir sus políticas sucias. Como solemos denunciar a los violadores, el sitio web de la agencia de noticias para mujeres Jin News fue clausurado por el gobierno del AKP-MHP», dijo Metîna.
Durante la sesión del Parlamento en la que se aprobó la ley, representantes del Sindicato de Periodistas de Turquía llevaban máscaras negras y emitieron un comunicado en el que calificaron la ley de «uno de los mecanismos de censura y autocensura más pesados de la historia de la República». Junto con otras siete destacadas organizaciones de prensa, entre ellas el Comité Nacional del Instituto Internacional de Prensa en Turquía y el Consejo de Prensa Turco, el Sindicato rechazó de plano el proyecto.
«Los preparativos de la ley de desinformación llevaban mucho tiempo en marcha. Por eso no fue demasiado sorprendente. Lo que sorprendente son las penas de tres años de prisión por cargos de censura», declaró Gulsen Solaker, reportero de noticias nacionales y política exterior de la Deutsche Welle en Turquía.
Para Solaker, la legislación, aunque supone una escalada, no es más que la misma censura de siempre. «El gobierno intenta controlar y presionar a la prensa y a los medios. No es un caso nuevo. Mi reacción inicial, personalmente, como periodista desde hace 25 años, como alguien con experiencia en las normas turcas, es que en realidad esto no ha afectado a mi trabajo», dijo. «Cuando recibo información, la compruebo tres veces con las fuentes. Este nuevo proyecto de ley no supone una nueva presión para mí, porque ya estaba sobre nosotros».
La censura se extiende a publicaciones fuera del país. En julio, Turquía bloqueó el acceso a Deutsche Welle y Voice of America, supuestamente por no contar con la licencia necesaria. Para la mayoría de los observadores, forma parte de una estratagema apenas disimulada del gobierno impedir la difusión de coberturas producidas por agencias de noticias extranjeras. Sin embargo, el uso de VPN y de sitios hermanos como InspiredMinds.de sigue permitiendo a los lectores turcos acceder a noticias censuradas publicadas por Deutsche Welle.
Impactos fuera de los medios
Mientras que el proyecto de ley representa una represión generalizada contra redacciones y cargos políticos, el impacto que las cada vez más duras leyes de censura turcas tienen en el sector de la cultura demuestra que también tendrá efectos en el ciudadano medio. Beral Madra, una de las principales referentes artísticas en Turquía, entiende la aprobación del proyecto de ley como parte de una larga tradición.
«El sector de la cultura ya sufre una especie de censura desde hace casi un siglo. Evidentemente, los artistas y los expertos en arte —entre los que me incluyo— siempre tienen cuidado y siempre encuentran nuevas estrategias para sortear los ataques», declaró Madra.
En 2015, Madra dimitió de su cargo de comisaria de la Bienal de Çanakkale tras sufrir ataques verbales del diputado local del AKP que la condenó por antigubernamental y vigilaba sus tuits. «Dio una rueda de prensa y me condenó por oponerme al gobierno, y obligó al alcalde a poner fin a mi comisariado», cuenta Madra.
Las elecciones de 2023
Muchos observadores creen que el momento elegido para presentar el proyecto de ley revela el estado de emergencia política del AKP ante las elecciones de 2023. Para Ali Babacan, presidente del Partido Democracia y Progreso, un partido disidente que se separó del AKP, la ley significa que el AKP le teme a su proyección electoral en las próximas elecciones.
La politización solapada del proyecto de ley fue quizá más evidente en uno de sus primeros casos de gran repercusión, que quiso criminalizar al presidente del principal partido de la oposición, Kemal Kilicdaroglu. En una batalla legal que comenzó antes de la aprobación de la ley, el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, miembro del CHP bajo la dirección de Kilicdaroglu y posible candidato a la presidencia en 2023, se enfrenta a una pena de más de dos años de prisión y a la prohibición de ejercer cargos políticos por supuestamente «insultar» a funcionarios del Consejo Supremo Electoral de Turquía.
El llamado proyecto de ley de «desinformación» llega en un momento de gran tensión: los conflictos verbales entre políticos y parlamentarios turcos se suceden dentro y fuera de los tribunales durante un ciclo electoral volátil y disputado.
«Son los primeros días de la ley. Solo ha habido unos pocos casos, uno o dos periodistas han sido acusados, y el fiscal rechazó la acusación. Hay casos relacionados con ciudadanos de a pie, pero aún no conocemos los resultados», dijo Solaker. «Vemos que la gente está más indecisa, más cauta, más asustada en las redes sociales».
«No creo que nuestro periodismo se vea muy afectado por este proyecto de ley por ahora», señaló sin embargo Solaker. «Puede que no sea un indicador todavía de lo que ocurrirá antes de las elecciones».
ijnet