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Periodistas y directores de medios contra la exigencia de ser graduado en Periodismo para ejercer la profesión

Joaquín Manso, Julián Quirós, María Rey y Jordi Juan, entre otros, se oponen a la petición hecha por la Asociación Española de Universidades con Titulaciones de Información y Comunicación.
De izda. a dcha. Joaquín Manso, María Rey, Julián Quirós y Jordi Juan. ABC, El Mundo, La Vanguardia Medios

Madrid, España.- El Gobierno ha destapado la caja de los truenos con su intento por regular el secreto profesional de los periodistas.

No sólo porque el anteproyecto de ley trata de restringir ese derecho de la prensa en casos de seguridad nacional o emergencias; también porque ha reabierto un debate ya superado (o eso creíamos algunos) en la profesión: ¿Quién debe ser periodista?

El texto que ahora se somete a audiencia pública asegura que un periodista es “toda persona física o jurídica que se dedique profesionalmente a la búsqueda, tratamiento y difusión de información veraz de interés público, a través de cualquier medio de comunicación, con la finalidad de hacer efectivo el derecho a la información”.

Una definición que parece no convencer en algunos sectores, especialmente a los colegios profesionales, a los que no hay obligación de sumarse, o a los centros universitarios.

Así, la Asociación Española de Universidades con Titulaciones de Información y Comunicación (ATIC), que agrupa a medio centenar de centros universitarios que dan formación en estos campos, reclama que sólo puedan ser considerados periodistas aquellos que tengan una titulación universitaria.

A su juicio, sólo puede ser periodista toda “persona que, contando con titulación universitaria específica en Periodismo o Comunicación (o equivalente), o amparada por la disposición transitoria prevista, investiga, contrasta, elabora y difunde información veraz de interés público mediante técnicas periodísticas, con sujeción a códigos deontológicos y, en su caso, a los regímenes de colegiación aplicables.»

Con esta definición, inciden en las alegaciones presentadas al anteproyecto de ley, se restringe quién tiene acceso al secreto profesional, pero también se pone fin al «intrusismo profesional y se preserva la calidad informativa».