MADRID.- Reporteros Sin Fronteras (RSF) en España está «reclutando» a psicólogos voluntarios para que puedan tratar, cuando la situación lo permita, los traumas de la guerra que puedan sufrir periodistas palestinos en Gaza.
Así lo señaló a EFE el presidente de RSF en España, Alfonso Bauluz, durante unas jornada sobre «Trauma y el Periodismo» en la Universidad Complutense de Madrid, en las que estuvo muy presente la dramática situación que viven los periodistas en Gaza.
Hace un mes que Hamás atentó en Israel provocando 1.400 muertos civiles y prácticamente también un mes de la respuesta israelí a estos ataques, con más de 30 periodistas palestinos asesinados, a los que se suman cuatro israelíes y un libanés, recordó Edith Rodríguez , vicepresidenta de RSF en España.
En estos momentos, «no es una prioridad urgente» ofrecerles terapia para «curar» su salud mental, según señaló, porque su prioridad es comer, beber agua potable y ponerse a salvo, y además de que las comunicaciones están totalmente cortadas por lapsos de horas.
Ahora mismo, apostilló Bauluz, la supervivencia es lo que manda, porque no hay prácticamente energía, tienen que reservarla para velar por la salud de sus familias y poder seguir trabajando, y los puntos de aprovisionamiento son escasos, racionados y meramente hospitalarios.
Es el momento de preparar el escenario de asistencia «online» para que lo puedan recibir cuando sea posible, aunque los que partan al exilio porque se consideran objetivo o han sido víctimas la recibirán de forma presencial.
Las «huellas»
Eso es lo que le ocurrió a Khadija Amin, una periodista afgana que presentaba los informativos de la televisión pública del país cuando los talibanes llegaron al poder y que actualmente vive refugiada en España.
A Amin aún le cuesta contar cómo fue su último día de trabajo en la televisión afgana, cuando entraron los talibanes y su jefe no le dejó presentar su reportaje por si la mataban.
Le cuesta hablar de ello, de cómo era su día a día cubriendo los ataques que se sucedían en Kabul, en cómo se sentía porque no sabía si iba a volver a casa y la pesadilla de tener que narrar el asesinato de un compañero con un coche bomba.
«Estaba llorando y le dije a mi jefe que no podía hacerlo y el me dijo ‘los periodistas no lloran’; tienes que preparar el reportaje», comentó mientras reconocía que tuvo que recibir terapia en su país y ya en España, donde trabaja en varios medios.
Entre otros motivos, para amortiguar el sufrimiento de todo lo que tuvo que esconder esta periodista, que decidió estudiar la profesión y ejercerla tras divorciarse y dejar a un lado el burka.
Atentos al relato estuvieron otros periodistas también con «huellas» del trauma de los reporteros de guerra, como Marc Marginedas, quien reconoció que se emociona cada vez que ve el documental «Regreso a Raqqa» (2022), que detalla los seis meses de su secuestro en Siria por Estado Islámico en 2013.
Fue uno de los secuestros más mediáticos. Diecinueve periodistas y trabajadores de ONG de diferentes nacionalidades fueron capturados y siete fueron ejecutados.
En el documental, Marginedas vuelve a Siria para contar las vejaciones, humillaciones, amenazas, el pánico y la crueldad que sufrieron por intentar informar.
Eso le llevó, junto con la presión mediática que sufrió a la vuelta a España, a tener que ser ayudado por su terapeuta, pero su vocación es muy fuerte porque, aunque «las secuelas existen», no han alterado su determinación de seguir siendo periodista.
«La ha reforzado», mantiene.
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