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Crónica: así fue la toma de ‘La Prensa’ de Nicaragua

El periódico que fue bombardeado por Somoza, censurado por los sandinistas en los ochenta y que ha sobrevivido a terremotos y dictaduras, sufrió hace dos años uno de los episodios más duros de su historia: la toma a mano armada de sus instalaciones. Así lo cuentan quienes estuvieron dentro ese viernes 13.
La policía de Nicaragua allanó el viernes 13 de agosto de 2021 al diario opositor La Prensa. Foto/La Prensa de Nicaragua

Hoy 13 de agosto se cumplen dos años de la toma arbitraria de La Prensa, que inició el proceso de robo de los edificios, maquinaria y equipos. Para no abandonar en el olvido esta fecha aciaga, La Prensa ha puesto en acceso libre este reportaje.

Tres patrullas llenas de agentes de la Dirección de Auxilio Judicial y de la Dirección de Operaciones Especiales Policiales rondan por la carretera norte en este caluroso medio día de viernes 13. Parece un patrullaje de esos que se volvieron habituales desde 2018 cuando estallaron las protestas y cuyo propósito es mantener en vigilancia a la población. Pero estas tres patrullas llevan una misión especial: Asaltar y tomarse LA PRENSA

Para aquellos días, el régimen de Daniel Ortega empezaba a cancelar organizaciones y a desatar una persecución que alcanzó a sacerdotes, periodistas, defensores de derechos humanos, exdiplomáticos, opositores y precandidatos presidenciales. En este contexto es que los policías que rondan la carretera norte y entran al parqueo principal del periódico custodiado por una enorme bandera de Nicaragua. Los guardas de seguridad que vigilan la aguja que da acceso al parqueo interno, bodegas, rotativa y oficinas del periódico, no advirtieron las patrullas llegando casi encima de ellos.

–Abra eso – ordenó uno de los policías

Uno de los guardas levantó la aguja y dos patrullas se metieron. La tercera quedó en el parqueo de afuera y los agentes policiales cerraron el portón. En ese momento, uno de los periodistas está llegando a su centro de trabajo y los policías le impiden el paso.

–¿Y qué pasó? – preguntó el periodista

–Está cerrado – respondió un policía

Así, la dictadura de Daniel Ortega daba inicio a la toma del periódico más antiguo de Nicaragua. El único que quedaba circulando a nivel nacional y que a pesar de los ataques, sigue informando desde sus plataformas digitales. Esta es la historia de cómo se llevó a cabo la toma de LA PRENSA

Un viernes 13

Aquel fue un viernes amargo. Desde el día anterior se sabía que ya no habría más edición impresa porque el régimen de Daniel Ortega mantenía retenido el papel y otros insumos necesarios. Nadie tenía claro cuando sería que veríamos a LA PRENSA circulando nuevamente, y de momento, solo quedaba seguir informando desde el sitio web.

Ese día, el gerente general Juan Lorenzo Holmann llegó a las nueve de la mañana a su oficina para atender a medios de comunicación internacionales que querían saber sobre el anuncio que había hecho el periódico el día anterior. Al finalizar, se dispuso a atender asuntos administrativos del día a día y recibió una llamada de su madre, doña Anita Chamorro de Holmann.

Para entonces, el periodista Fabián Medina ya estaba también en su oficina. Como cada viernes, esperaba a los reporteros a su cargo para preparar el cierre de la revista Domingo, mientras editaba un par de trabajos pendientes. Él era el único periodista en el lugar pues, desde 2020, la redacción permanecía desierta porque la nefasta pandemia del Covid19 obligó a que todos los periodistas trabajaran desde casa. Solo alguno pocos llegaban para actividades muy puntuales.

Las instalaciones de La Prensa fueron allanadas el 13 e agosto de 2021. Tomada de la prensa de Nicaragua.

En otro lugar de Managua, el fotógrafo del rotativo “Antonio”, que nos pide no revelar su verdadero su nombre, se encontraba haciendo una gira por instituciones del Estado y tomando fotografías de las fachadas para actualizar las que había de archivo. A medio día se fue a almorzar a su casa.

De regreso en LA PRENSA, Juan Lorenzo terminó la llamada con su madre. Eran ya las 12:30 de la tarde y antes de irse a una reunión que tenía programada, pasó hablando con el gerente financiero, pero la conversación se vio interrumpida por un policía que les dijo: “Dejen todo lo que están haciendo y salgan al parqueo”.

Fabián Medina terminaba de hacer una publicación en sus redes sociales cuando una persona llegó a avisarle que la Policía estaba en el parqueo del periódico. Se asomaron por una ventana y vieron las patrullas. Ahí, Medina supo que se trataba de la toma del periódico. Se imaginó lo peor, así que eliminó datos sensibles de su teléfono, se salió de grupos en Whatsapp y a los pocos minutos llegó un policía con la misma orden: que salieran al parqueo.

Unos 60 colaboradores del área de informática, imprenta, ventas, finanzas y demás departamentos fueron concentrados por la Policía sobre la plataforma donde se cargaba el periódico para ser despachado. Ahí, un subcomisionado al que Juan Lorenzo identifica de apellido Amador preguntó:

–¿Quién es el encargado aquí?

–Soy yo

–¿Quién es usted?

–Juan Lorenzo Holmann, secretario de la Junta Directiva y gerente general

–Venimos a hacer un allanamiento – le dijo Amador mientras le daba una orden judicial

–Yo no soy abogado. Déjeme llamar a mi abogado

–No, no hay tiempo para eso.

Juan Lorenzo tomó el papel. Lo leyó e insistió:

–Necesito hablar con mi abogado para ver qué significa esto

–No, es simplemente un allanamiento. Fírmelo

Juan Lorenzo Holmman con los policías que habían llegado con funcionarios de la Dirección General de Aduanas. Tomada de La Prensa de Nicaragua

Fondo

Cerca de las 1 de la tarde, el fotógrafo Antonio estaba terminando de almorzar en su casa cuando le avisaron de lo que sucedía en el periódico y lo asignaron para ir a cubrir la toma. Una vez que llegó, vio a varios periodistas independientes sobre la verja de LA PRENSA tratando de averiguar qué pasaba adentro.

Sus demás colegas comentaban que el periódico iba a ser confiscado y que la dictadura se robaría las instalaciones tal y como había sucedido con 100% Noticias y Confidencial. Por un momento, él temió quedarse sin empleo, pero también confiaba en que LA PRENSA seguiría trabajando en formato digital.

Lo único que Antonio veía desde afuera era a Juan Lorenzo Holmman hablando con los policías que habían llegado con funcionarios de la Dirección General de Aduanas que estaban investigando un supuesto fraude aduanero en contra de LA PRENSA. Con ellos, Juan Lorenzo andaba de arriba hacia abajo mostrándoles las bodegas y oficinas del periódico.

Fabián Medina recuerda que un policía les dijo que no podían usar los teléfonos, e incluso le habían quitado un teléfono a una muchacha y otro policía llegó a regresárselo.

Mientras estaban ahí, el subcomisionado Amador le preguntó a Juan Lorenzo que quién era el hombre de camisa rosada. Se trataba de Fabián Medina, pero Juan Lorenzo dijo que no lo reconocía porque no tenía sus anteojos y cuando Amador iba a insistir en su pregunta, llegó otro agente a decirle algo al odio y se olvidó del hombre de camisa rosada.

Luego, Amador le dijo a los colaboradores que podían regresar a sus puestos de trabajo y seguir con sus actividades normales o que podían salir a almorzar si querían. En ese momento, Medina alcanzó a poner un tweet: “Estoy bien. Ya nos dejaron regresar a las oficinas. Dice el jefe policial que lo que buscan es papel con Aduana. La policía sigue en La Prensa”.

Casi todos los colaboradores optaron por salir del periódico, pero la Policía pidió que se quedaran Juan Lorenzo y todos los que trabajaban en el área de finanzas. Medina, por su parte, salió en su vehículo junto a uno de los diseñadores del diario. Un policía le abrió el portón sin problemas y apenas sacó la trompa del carro, una avalancha de periodistas se fue sobre él.

“Fabián, ¿qué está pasando?”. “¿Qué dicen los oficiales?”. “¿Los golpearon?”. “¿Cómo está Juan Lorenzo?”. “¿Cuántas personas hay adentro?”. Y muchas preguntas más. “Más bien los periodistas no me dejaban salir”, relata Medina.

Una vez que arrancó y dejó el periódico, Medina se fue pensando que la Policía quería sacar información del área financiera, pero que no se iban a tomar el periódico. “Cuando llegaba a La Prensa, yo sentía una especie de refugio de las libertades y en donde creí que no iban a pasar una situación como esa. Cuando pasó todo, sentí que habíamos tocado fondo como país”, comenta.

Sede del diario La Prensa de Nicaragua, en Managua. Tomada de La Prensa

La oficina de Cristiana

El subcomisionado Amador, quien lideraba el operativo, preguntaba por cada caja o puerta que se iba encontrando y Juan Lorenzo le iba explicando detenidamente. De repente, un grupo de individuos con cámaras y micrófonos de medios oficialistas aparecieron en las bodegas del periódico y comenzaron a grabar y hacer fotos.

–¿Y esta gente? – preguntó Juan Lorenzo.

–Son periodistas – respondió Amador.

–Primera vez que veo que la Policía hace un allanamiento acompañado por periodistas.

–Yo solo sigo instrucciones.

–Pero esto es propiedad privada y yo no he dado permiso para que entren.

–Usted no está en posición de estar exigiendo nada.

–Entonces dejen que entren todos los periodistas independientes también.

Amador no respondió nada y siguieron con el allanamiento hasta que encontraron bobinas con papel satinado, pero que no era papel periódico y no se puede usar en la rotativa donde se imprime LA PRENSA, sí no que era para la imprenta comercial. En términos sencillos, es como la gasolina y el diesel. La rotativa es como un vehículo que solo puede usar diesel, y aquellas bobinas de papel satinado eran gasolina.

–¿Y esto qué es? – preguntó Amador frente a las bobinas

–Papel satinado

–¿Cómo es que dicen que no tienen papel?

–Es que no es papel periódico, es para otros usos.

En un momento del recorrido, la teniente Luxana Dávila le preguntó por unas cajas de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, pero Juan Lorenzo no sabía a qué se refería la mujer. Ella preguntó en tres ocasiones y Juan Lorenzo respondió lo mismo.

En una de las bodegas, la Policía encontró muebles y cajas que efectivamente eran de la Fundación. “Yo no sabía de la existencia de esas cajas y ellos como que habían encontrado el oro del dorado”, relata Juan Lorenzo. Como a las tres de la tarde, llegó un camión para llevarse todas esas cajas. El recorrido siguió por las oficinas de los directivos. Pasaron por la de Juan Lorenzo, después la de doña Anita Chamorro, luego la de don Jaime Chamorro hasta que llegaron a la de Cristiana Chamorro. En esa, cuenta Juan Lorenzo, los policías prestaron especial atención y dedicaron mayor tiempo a la revisión.

En la oficina de Cristiana había fotografías del director mártir de LA PRENSA, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, de Antonio Lacayo y de doña Violeta Barrios de Chamorro. También había una estatua de madera de Sandino.

–Yo no entiendo qué hace la estatua del general Sandino aquí, ustedes que tanto odian a los sandinistas – dijo uno de los peritos policiales

–Mirá, odio es una palabra muy fuerte. No sabés lo que estás diciendo, y segundo, cuando nadie quería hablar de Sandino, La Prensa hablaba de Sandino. Además, Sandino no es lo mismo que ser sandinista – respondió Juan Lorenzo

El hombre se incomodó y Juan Lorenzo, señalando la fotografía de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, le preguntó:

–¿Sabés quién es ese que está ahí?

–No, yo no sé

–Ese es un héroe nacional tanto como lo es Sandino. Se llama Pedro Joaquín Chamorro Cardenal. Dio su vida para que vos seas libre y es el papá de la dueña de esta oficina.

Uno de los ataques contra la libertad de prensa en Nicaragua ocurrió en agosto de 2021, con la toma militar y el cierre de las instalaciones de La Prensa. Archivo

Unos documentos

Cerca de las seis de la tarde, casi todos los periodistas independientes ya se habían retirado del lugar y el fotógrafo Antonio permanecía afuera de LA PRENSA con otros dos colegas esperando noticias o ver salir a Juan Lorenzo y los trabajadores de Finanzas que seguían en el inmueble.

Los policías no les decían nada y mientras oscurecía más, llegaban más patrullas, camionetas civiles y camiones que entraban y salían con cajas y computadoras. Antonio recuerda que había una tensa calma hasta que en la media noche, un policía salió a decirle a él, al conductor y a la periodista del equipo, que se retiraran o serían detenidos.

A esa hora, Juan Lorenzo recuerda que estaba en el área de contabilidad con los policías y demás colaboradores. Estaban revisando documentos, cajas, computadoras y todo lo que tenían en frente. Él, a como podía, trataba de avisarle a su familia que se encontraba bien. Estuvieron ahí hasta las 3 de la madrugada.

Fue a esa hora que la Policía le permitió irse a los colaboradores de Finanzas y el subcomisionado Amador le dijo a Juan Lorenzo que debía ir a El Chipote para firmar unos documentos, que después podía irse a su casa, pero que debía regresar a las nueve de la mañana porque le tomarían una declaración. Él se fue conduciendo su propio vehículo y junto a él se subieron tres policías. En la parte de afuera, Antonio vio salir la caravana de patrullas, una camioneta civil, un camión grande y el vehículo de Juan Lorenzo. El equipo del periódico siguió la caravana con prudencia. Tomaron la carretera norte hasta llegar al cine González y girar al sur, buscando la rotonda Hugo Chávez.

En ese sector, la Policía se percató que el equipo de LA PRENSA los estaba siguiendo y una de las patrullas trató de chocarlos y bloquearles el camino. Antonio cuenta que se tuvieron que desviar y más adelante quedaron de frente con una camioneta blanca de la que se bajaron civiles armados. El equipo tuvo que retroceder hasta perder a la camioneta y cuando quisieron alcanzar la caravana ya la habían perdido, pero sabían que se dirigía para El Chipote.

Cuando Juan Lorenzo llegó al portón principal de El Chipote reconoció a su esposa. Ella había estado monitoreando su ubicación a través de una aplicación y sabía que se dirigían para Auxilio Judicial. Como Juan Lorenzo se había operado del corazón tres meses atrás, todavía necesitaba medicamentos y ella alcanzó a meterlos en un bolso y llevárselos hasta El Chipote.

–¿Qué pasó? – le preguntó ella a Juan Lorenzo en la puerta del Chipote

–Vengo a firmar unos documentos y ya salgo

–Entonces te espero

–No, no, no. Váyase. No puede no puede estar aquí – interrumpió uno de los policías y ordenó a Juan Lorenzo que entrara al Chipote

Su esposa alcanzó a lanzarle el bolso con medicamentos. Una vez adentro, se parqueó y al bajar del vehículo, el subcomisionado Amador estaba esperándolo. Hizo un ademán a sus compañeros.

–Ideay, ¿no era que venía a firmar unos documentos?

Amador se puso a reír y dio la vuelta. Juan Lorenzo fue llevado a una celda preventiva en donde lo obligaron a desnudarse por completo y ponerse ropa de preso. Le tomaron sus huellas digitales, fotografías del rostro y después lo llevaron a una nueva celda. Minutos después le llevaron el desayuno. Así supo que su hora de llegada a la celda del Chipote fue cerca de las 6:30 de la mañana.

Tiempo después, durante el juicio contra Juan Lorenzo, la teniente Dávila presentó la orden de captura con fecha del 14 de agosto y la hora de emisión de esa orden había sido a las seis de la mañana, cuando él ya estaba en El Chipote. Desde entonces, Juan Lorenzo estuvo detenido por 20 meses hasta el 9 de febrero de 2023 en que fue desterrado hacia Estados Unidos.

Las instalaciones de LA PRENSA y todo lo que había en ella fueron confiscadas por la dictadura y asignadas al Instituto Tecnológico Nacional (INATEC). Todos los periodistas del rotativo empezaron a trabajar en la clandestinidad hasta julio de 2022, cuando la dictadura lanzó una nueva arremetida y tuvieron que salir del país. LA PRENSA no pudo ser callada y sigue informando desde el exilio.

La Prensa

 

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