Por RAFAEL ORDUZ MEDINA
El gobierno Petro tiene la gran oportunidad de construir nuevas normas sociales para que funcionarios, dirigentes y militantes suyos las apliquen cuando se refieran a quienes discrepan de algún aspecto de su proyecto. La palabra clave: respeto.
El nuevo gobierno tiene que romper la cadena de agresiones a periodistas que algunos dirigentes y militantes del Pacto Histórico han montado en las redes sociales. Las amenazas, el lenguaje soez, la deshumanización de quienes se consideran enemigos en los medios de comunicación no pueden ser herramientas de un proyecto que aboga por la equidad y la democracia, la paz y la reconciliación.
Los pasos que ha dado el presidente electo alrededor de las alianzas que considera necesarias para la aprobación de distintas reformas que considera clave en su proyecto político, los nombramientos de ministros, sus encuentros con políticos de la futura oposición, muestran una línea que la mayoría, hastiada de la polarización y los coletazos del conflicto armado, agradece y aplaude. Es, con seguridad, una de las razones del alza en la popularidad de Gustavo Petro (64 %), de quien se decía tenía un techo de favorabilidad insuficiente hace algunos meses (25 %).
Sin embargo, la campaña en contra de un grupo de periodistas va en contravía. No es buen augurio y el presidente electo debe frenarla.
Sin duda hubo, hay, desde algunos medios y por parte de algunos periodistas, diversas formas de guerra sucia mediática en contra de políticos de oposición, magistrados y de periodistas independientes, para mencionar algunos oficios afectados. Como se ha recordado en estos días, muchos fueron “chuzados” en su momento por cuerpos de seguridad estatal, hostigados y calumniados. Omisiones, silencios, noticias falsas, difusión del miedo, exageraciones y sesgos varios, han formado parte del repertorio que desde hace años se ejecuta, particularmente alrededor del peligro del fantasma del “castrochavismo”, por parte de algunos comunicadores.
No obstante, la guerra sucia no se combate con más guerra sucia. Si el nuevo gobierno quiere encarrilar a Colombia en la senda de la reconciliación y la paz, debe dar señales claras de su respeto por la libertad de prensa, por cada periodista y cada medio que ejerzan, en el marco de la ley, sus derechos de crítica.
Las objeciones y los desacuerdos de parte del gobierno y sus seguidores deben ser tramitados con respeto. Hay que romper la práctica de lustros de aniquilamiento moral del diferente.
Es cierto: la polarización y la falta de respeto han llegado a tal grado que dirigentes de la derecha, en días recientes, han tratado al padre Francisco de Roux de guerrillero, pese al respaldo de las Naciones Unidas a la Comisión de la Verdad y su informe final, una obra imprescindible para comprender el conflicto y salir de la realidad de la guerra.
El lenguaje polarizante y los señalamientos de comunismo continuarán, las calumnias estarán a la orden del día. Sin embargo, deben desautorizarse y rechazarse expresiones de este talante (en redes, entre mayo de este año y la fecha):
“El 29 de mayo ganaremos con Gustavo Petro y Francia Márquez, y derrotaremos al Uribismo, después vamos por los periodistas basura y silenciar los micrófonos de estos hptas, Julito, Néstor Morales, Vicky Dávila, Andrea Nieto, Luis Carlos Vélez, Salud Hernández, Paola Ochoa.” (21.05.22)
“Ahora comprendo por qué…”(viene la lista de periodistas) “… solo por nombrar a esas escorias…”, trino del 14.07.22). La escoria, fuera de referirse a las impurezas en los hornos metalúrgicos, alude a alguien que no es acreedor de ningún tipo de valoración social. Lenguaje parecido al del finado Popeye, que se refería al presidente Santos como “esa cosa con ojos…”
La tapa, en mi opinión, es una composición gráfica en la que aparecen las fotos de doce periodistas con sus respectivos nombres, titulada ¡ENEMIGOS DE LA VERDAD Y EL PUEBLO!, que está circulando en redes sociales. Profesionales con familia, en un cartel que recuerda a los delincuentes en fuga (“se busca”). ¡No puede ser!
El cuento ocurre en la derecha y en la izquierda.
Fue la estrategia que utilizaron Trump y los medios afines de la extrema derecha para golpear a periodistas destacados de CNN y el New York Times en una campaña para deslegitimar tales medios.
Es también la estrategia que se ha utilizado en Nicaragua con los Chamorro.
El presidente electo tiene la gran oportunidad de romper la cadena de la intolerancia en Colombia frenando tales prácticas en sus seguidores y algunos dirigentes, haciendo del respeto por la libertad de prensa una bandera suya.
Diario La Libertad