Por LUCÍA OLIVEIRA
La Habana, Cuba.- La llaman la comitiva Ñico López –pues allí, en la Escuela del Partido Comunista, se alojarán sus integrantes– y aterriza este 26 de enero en La Habana. El régimen reunirá ese día en la capital a todos los nuevos graduados de periodismo de las universidades de Oriente, Holguín, Camagüey y Las Villas para darles un puesto en la prensa oficial, donde cada día se nota más que no tiene quien le escriba.
«Se decidió que los recién graduados que lo desearan podían unirse a ese contingente para La Habana. Fue una decisión de ubicación de las universidades cubanas, a partir de una propuesta del Comité Central del Partido, apelando a planteamientos formulados en el XI Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec)», cuenta, bajo condición de anonimato un profesor de la Universidad Central de Las Villas.
La voluntariedad de la situación, no obstante, no está tan clara. Hay una orden, cuenta, de que todos los estudiantes graduados en 2023 refuercen la magra nómina de periodistas en los medios del régimen en La Habana.
La prensa oficial ha publicado distintas convocatorias en al menos el último año que, a juzgar por la frecuencia con que se vuelven a difundir, no están teniendo buena acogida. La desmotivación por los pésimos salarios del sector estatal – 5.060 pesos más «pago por estimulación mensual», promete Cubadebate– y la falta de entusiasmo por unos medios rígidos en los que apenas hay un milímetro para el disenso no han ayudado, y los propios graduados que llegarán a La Habana el viernes dejan claras sus intenciones.
«A mí esta oportunidad me viene muy bien, yo soy de municipio y en mi zona no hay mucha vida cultural. En La Habana nos darán alojamiento y tendremos acceso a más horas de electricidad y una vida social más activa. Yo quisiera probar y ver si me es posible acomodarme mejor y conseguir un trabajo a medio tiempo o quizás optar por el sector particular una vez establecida», cuenta una de las egresadas.
Inicialmente, los convocados habían sido asignados a la prensa local, mientras los rumores sobre el traslado a La Habana corrían como la pólvora. Ha sido apenas la semana pasada cuando se confirmaron.
«Todos estábamos un poco perdidos. Se decía mucho, pero nada oficial. Luego se filtró una lista con nuestros nombres y las ubicaciones laborales en La Habana, a mí me tocó el periódico Granma. Estuve llamando a la pizarra del PCC provincial y me comuniqué con la responsable del proceso en la provincia, Neisi. El 19 de enero fue que nos confirmaron oficialmente que los rumores eran ciertos», dice una graduada holguinera.
Una profesora encargada en la Universidad de Oriente y consultada por 14ymedio afirma que la tardanza en comunicar esta decisión no tiene la menor importancia, pues la mayoría estaban contentos con desplazarse a la capital. Sin embargo, formula la gran pregunta que inquieta al Partido y a la Upec. «A los muchachos se les planteó como una opción, poco a poco fuimos dejando caer la posibilidad y la reacción fue favorable. Todos o casi todos quieren buscar mejores oportunidades en La Habana. Ahora bien, lo que yo me cuestiono es: ¿cuántos de ellos realmente se quedarán trabajando en los medios asignados?».
«Yo ahora mismo no tengo oportunidad de emigrar hacia otro país y tampoco quiero ver como se me pasa la vida en el medio local en el que inicialmente me ubicaron», afirma una de las recientes graduadas. «Este viaje a La Habana me permite ampliar mi mundo y oportunidades de desarrollo. Mi objetivo no es trabajar de forma permanente en un medio de prensa nacional, pero esto me permite llegar y tener cierta estabilidad en lo que consigo otras oportunidades».
Este problema, que ya es un quebradero de cabeza para el oficialismo, parece no tener fondo. Ya en 2019, Randy Alonso Falcón, director del grupo Ideas Multimedios, que agrupa Cubadebate y otras empresas periodísticas, situaba en un 40% la cobertura de los puestos en medios de comunicación oficiales. «La matrícula actual de la carrera universitaria no cubrirá ni a mediano plazo ese pronunciado déficit. Los cursos de reorientación profesional (…) se han ido convirtiendo con el tiempo en la principal forma de llenar las plazas en el sector», escribió.
Hace pocos años, para acceder a la carrera se exigía aprobar los tres exámenes de ingreso a la educación superior. Además, se requiere una prueba de aptitud en tres fases (cultura general integral, redacción y entrevista) y un promedio de notas alto. También se realiza un estudio del entorno de los seleccionados para detectar cualidades políticas.
Las carencias han llevado a la flexibilización del ingreso y actualmente un estudiante solo debe completar su último año de bachillerato en un Colegio Universitario habilitado en la universidad que le corresponde. Pese a ello, no hay forma de cubrir la demanda.
«En las últimas pruebas de aptitud fue necesario bajar la dificultad de los exámenes –que ya de partida no son difíciles– debido a la baja preparación de los aspirantes. Otro problema recurrente es la falta de periodistas en medios municipales, por lo que se prioriza su admisión, aunque la preparación no sea la idónea», señala un profesor de la carrera en la Universidad de Oriente que, como todos los consultados, pidió permanecer en el anonimato.
Un viejo estudio, publicado en 2016 –cuando aún no habían llegado los peores años–, sobre las trayectorias profesionales de graduados de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana entre 2010 y 2014 reveló que el 14,4% de estudiantes de estas promociones había emigrado. Del 85,6% restante, un 95,6% estaba en la capital. Y lo más alarmante: todos dijeron estar desencantados tras cinco años de profesión. De un 70,4% que marcaron la respuesta «muy motivado» al inicio de la carrera, se pasó a solo un 23% con ese ánimo.
La sensación previsiblemente ha empeorado, pero lo que es seguro es que no mejoró. «A mí la verdad no me gusta ningún medio oficial, no tengo preferencia ni aspiro a trabajar en uno específico», contó a 14ymedio otro graduado. «Prefiero la redacción en agencia porque así nadie me ve. No tengo de otra y por eso voy. Quiero explorar y ver si me es posible conseguir algo que no tenga nada que ver con el periodismo porque la verdad el choque con la práctica me ha repugnado».
El factor ideológico, además, pesa mucho en esa experiencia. Los entrevistados revelaron haber tenido que participar activamente en redes y presencialmente en actos de apoyo al régimen y, en caso contrario, atenerse a las consecuencias.
«Comenzaron a acosarme por no querer formar parte de esto –cuenta una joven periodista–. Luego procedieron con amenazas para invalidar mi título. El problema terminó con ‘reuniones’ sorpresivas en mi centro de trabajo con una teniente que ‘atendía mi caso’ y conocía todo mi historial en las redes sociales, reuniones con mis padres en su lugar de trabajo, intentos de extorsión y una carta de advertencia».
Finalmente, su superiora le indicó que lo mejor sería que consiguiera un certificado falso de enfermedad, para dejar de ir al trabajo. Solo la intervención de un abogado pudo sacarla de esa situación.
«Cuando llegué con el abogado enseguida me liberaron del puesto, porque sabían que lo que estaban haciendo era ilegal. Por eso no volví a integrarme al servicio social y ahora trabajo como periodista independiente. Luego me enteré de que le sucedió lo mismo a uno de mis compañeros de aula», añade.
«En Cuba si ejerces periodismo dentro de los medios oficiales te sientes una marioneta repitiendo propaganda, lo que termina desmotivándote profesionalmente, sin tocar el tema del salario. Si lo ejerces por fuera entonces corres riesgo de recibir represalias», afirma otra. Un panorama que solo deja a los periodistas el mismo camino que a cientos de miles de cubanos de cualquier otra profesión, el exilio, aunque «es muy difícil revalidar el título en otro país».
«El periodismo me apasiona, pero luego de ver las dificultades que atraviesan mis profesores y colegas decidí que no quiero ejercerlo en Cuba. No me presenté al servicio social porque si vas un día luego es muy difícil dejarlo. Yo no puedo decirle a la gente que todo está bien cuando sé que la realidad es muy distinta. Prefiero trabajar como particular mientras me llega el parole».
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