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En las tinieblas

ABRIMOS LA CONVERSACIÓN

Por: Juan Pablo Calvás, editor general de W Radio.

¿Cuántas veces leímos en el último año –y más durante la campaña electoral a la Presidencia– que fulanito youtuber hace el periodismo que de verdad necesita Colombia? ¿Cuántas veces en el último año vimos cómo destrozaban en las redes sociales a colegas reconocidos y respetados solo por haber hecho una nota o una denuncia contra equis o ye político con gran acogida en ciertos sectores? ¿Cuántas veces se estigmatizó a un medio de comunicación poniéndole el inri de pertenecer a un determinado partido político? ¿Cuántas veces preferimos callar y dejar que la audiencia decida por sí misma cuando la verdad es solo una e indiscutible? ¿Cuántas veces nos dejamos llevar por la pasión de nuestras creencias políticas o religiosas en vez –ahí sí– de dejar que el público decida en franca lid?

En contravía a todas estas preguntas, sería una inmensa mentira negar que hoy se está haciendo un gran periodismo en Colombia. Lo vemos casi todos los días con los resultados de investigaciones y reportajes que dejan en evidencia la cantidad de trampas, engaños y corrupción que ahogan a nuestra sociedad en todos sus niveles. En muchas ocasiones son los periodistas quienes llegan antes que los órganos de investigación a demostrar dónde estamos fallando y la forma en que quienes deberían protegernos son quienes en realidad nos destruyen.

Sin embargo, esos oasis de información, investigación y denuncia están quedando cortos para saciar la sed ante una angustiante realidad: por más buen periodismo que se haga, para el público en general la labor del periodista está desprestigiada y los medios de comunicación son vistos como parte responsable de la debacle social y política que estamos viviendo. Y aquí es donde volvemos a las preguntas del comienzo.

La exacerbada polarización política, sumada a las redes sociales carentes de cualquier tipo de filtro editorial, han llevado a que se menosprecie el trabajo del reportero al considerarse que todo lo que se necesita saber cabe en un tweet de 280 caracteres o en un video corto de Instagram o TikTok.

El público de hoy prefiere creerle a aquel que confirma sus ideas y no al que las controvierte. Por eso ahora muchos youtubers que hablan de política y actualidad se ven a sí mismos coronados como nóveles glorias del periodismo, cuando en algunos casos reciben pagos por publicar determinadas informaciones o cuentan chismes sin confirmar, pero con el suficiente ‘veneno’ para convertirse en publicaciones virales.

Algunos medios, en el afán de viralizarse, compraron el tiquete de volverse operadores políticos y al hacerlo contaminaron el agua de la que todos bebemos, pues el público ahora cree que todos agitamos una bandera de equis o ye movimiento, así nuestro trabajo demuestre lo contrario.

De ahí que el rigor y el trabajo constante siguen siendo los únicos retos para los y las periodistas hoy y siempre. Las visitas y los usuarios llegan de la mano de las buenas historias y esas son las que pueden vislumbrar aquellos que están curtidos en el oficio. ¿El dinero? Hay que buscarlo, pero esa no es la tarea de quienes estamos en una sala de redacción (o no debería serlo). Sigamos contando lo que pasa, sigamos revelando lo indecente, sigamos buscando lo oculto y tengámosle miedo a aquel que vaya en contra de la democracia. Ese el primero al que hay que denunciar, así se oculte en las tinieblas de las redes sociales.

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