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Las mujeres fact-checkers luchan contra la desinformación en África

El aumento de la desinformación en África ha provocado una serie de consecuencias, entre ellas conflictos, violencia y una falta de confianza en los sistemas sanitarios.

A principios de este año, por ejemplo, se difundieron una serie de falsos relatos sobre la crisis entre agricultores y pastores en Nigeria. Aunque este conflicto tiene raíces que se remontan al siglo XIX, la desinformación sigue agravando el problema en la actualidad, lo que se traduce en una mayor violencia.

En Kenia, la desinformación influyó en la opinión de los ciudadanos sobre el proceso democrático durante las elecciones presidenciales de 2017. Un vídeo falso difundido en línea que indicaba que el entonces presidente Uhuru ganaría las próximas elecciones, fue creado para que pareciera del programa Focus on Africa de la BBC. En Costa de Marfil, la desinformación contribuyó a la violencia postelectoral de 2020, en la que murieron más de 50 personas.

Dado que la desinformación sigue contribuyendo a estas crisis, combatirla se ha convertido en una prioridad para los periodistas de toda África. Una nueva clase de mujeres periodistas y fact-checkers están trabajando diligentemente para normalizar la verificación de datos.

Identificando la desinformación política

Decididas a combatir la propagación de la desinformación política, las mujeres africanas que se dedican al fact-checking utilizan varios métodos para verificar la información en sus respectivos países.

En Nigeria, Oluwapelumi Olajiga, fact-checker en Roundcheck, se enfoca en identificar bulos (o noticias falsas) publicados en las redes sociales. En un informe investigó un enlace publicado en WhatsApp en el que se afirmaba falsamente que la Comisión Nacional de Población (CNP) de Nigeria había lanzado un portal de empoderamiento de la contratación antes del censo de 2022-23 del país. Era necesario verificar esta afirmación porque el sitio web se creó para robar información importante a personas públicas desprevenidas, que podían no haber cuestionado su legitimidad por el deseo de trabajar con la NPC para la realización del censo, explicó Olajiga. Con la ayuda de herramientas como ScamAdviser y Website Informer, Olajiga pudo comprobar que el sitio era falso.

“La gente tiende a hacer clic en enlaces y noticias porque se ajustan a sus necesidades y prejuicios”, explicó. “Su seguridad es importante, y por eso he dedicado mi tiempo a garantizar que la gente conozca la verdadera intención que hay detrás de estas noticias falsas”.

En Kenia, Linda Ngari, fact-checker de Africa Uncensored, dedicó los tres últimos años de su carrera a identificar la desinformación difundida durante mítines y discursos políticos. En su trabajo, Ngari verifica las afirmaciones de los políticos utilizando datos de la Oficina Nacional de Estadística de Kenia y herramientas de inteligencia de código abierto.

En abril, Ngari comprobó las afirmaciones realizadas por Raila Odinga, candidato presidencial y líder del partido Movimiento Democrático Naranja, durante un discurso que pronunció en Chatham House. En una de las afirmaciones, Odinga dijo que tras las elecciones de 2008 en Kenia, la tasa de crecimiento anual del país bajó del 8% al 2%. Ngrai descubrió que la tasa de crecimiento del 8% citada por Odinga era muy exagerada.

“Cubrir las declaraciones políticas y los mítines es importante porque la información falsa difundida en una reunión de este tipo o entre discursos puede agravar los conflictos y llevar a los electores a tomar malas decisiones, lo que podría afectar e influir en todo el proceso electoral”, afirmó.

Combatiendo la desinformación en temas de salud

A raíz de la creciente propagación de enfermedades como el Ébola y el COVID-19, combatir la difusión de desinformación sanitaria se ha convertido en algo primordial para las periodistas de África.

Motunrayo Joel, editora en jefe de Africa Check Nigeria, lleva cinco años trabajando para combatir la difusión de distintas formas de desinformación sanitaria. En julio, Joel concientizó sobre la enfermedad del virus de Marburgo, causada por un virus a menudo mortal relacionado con el Ébola.

El objetivo de Joel era educar a la gente sobre cómo se transmite el virus y también sobre cómo se puede reducir el riesgo de contraerlo. “Lo que me motiva es comprobar la veracidad de una afirmación sanitaria que puede costar la vida incluso a una sola persona. Hay tantas noticias falsas volando por aquí y por allá dentro del espacio sanitario, y no debo hacer la vista gorda ante ellas”, afirmó.

Durante el apogeo de la pandemia de COVID-19, la periodista liberiana de investigación Bettie Johnson-Mbayo y su colega, Hannah Geterminah, fundaron The Stage MEDIA, la primera institución de fact-checking de Liberia. Centrada en combatir la desinformación en torno a la salud, la política y el cambio climático, uno de sus principales informes desmintió la falsa noticia de la muerte por enfermedad de la ex presidenta liberiana Ellen Johnson Sirleaf, ampliamente difundida en las redes sociales.

“Esperamos que, a medida que aumentemos la alfabetización de las personas, les ayudemos a comprender la importancia de verificar la información antes de difundirla. También ofrecemos nuestros informes en lengua pidgin para llegar a un público que no está instruido en el uso de medios de comunicación”, declaró Johnson-Mbayo.

Desafíos
Aunque la verificación de la información se ha convertido en parte integrante del trabajo de estas mujeres, sigue siendo una tarea difícil en África. “El fact-checking en Zimbabue es un gran reto. La falta de datos y de expertos es un problema. A todo esto se suma la falta de recursos para desarrollar la verificación de datos y formar a más fact-checkers”, dijo Lifaqane Nare, fact-checker de FactCheckZW.

Además de la escasa financiación y la falta de muchos expertos que ayuden en la comprobación de datos, el sexismo en los medios de comunicación sigue siendo un obstáculo importante para las mujeres africanas que se dedican al fact-checking. “Los donantes están más interesados en las instituciones mediáticas dirigidas por hombres que en las dirigidas por mujeres”, afirmó Johnson-Mbayo. En Liberia, por ejemplo, “hay muchos medios de comunicación, y menos del 5% están dirigidos por mujeres. Sabíamos que era un espacio con dificultades cuando entramos en él”.

Para hacer frente a estos retos, las mujeres fact-checkers están fomentando la colaboración para combatir mejor la desinformación en todo el continente, dijo Melody Lawal, responsable de programas del Consejo Internacional de Prensa. “Una coalición entre las mujeres de la radiodifusión y la prensa escrita o en línea para producir programas y proyectos [relacionados con la verificación de la información] hará que el fact-checking se extienda a todo el mundo, independientemente del nivel de analfabetismo”, afirmó.

“Todos deben ser tenidos en cuenta en los intentos de promover la alfabetización mediática en África, incluso a nivel popular”.

Photo por Tyck vía Iwaria.

 

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